Los croatas en defensa de su idioma nacional
Ivo Bogdan, Buenos Aires
Studia Croatica, Año VIII, Buenos Aires, 1967, N° 24-27
I. El planteo del problema
Lo ocurrido en marzo de 1967 a raíz de la "Declaración sobre la denominación y la situación del idioma literario croata", firmada por 18 instituciones literarias y científicas representativas croatas, suscitó gran sorpresa entre los observadores extranjeros, sorpresa mayor que la causada un año antes con motivo de la destitución de Alejandro Rankovic, jefe de la policía política, cabeza visible del grupo chovinista granserbio que preparaba la "sukarnización" de Tito. Ya entonces se mostró que incluso en el régimen comunista, que se atribuía notables éxitos en la solución de los conflictos nacionales, crónicos dentro del estado plurinacional yugoslavo, todavía se practica en alto grado la discriminación nacional en el espíritu granserbio y en el estilo de la Yugoslavia de la preguerra y su dictadura del ejército y la dinastía serbios. Sin embargo, la referida Declaración que reivindica el derecho de los croatas a su propio idioma literario y la violenta reacción que provocó en los círculos oficiales evidenciaron que el problema es mucho más hondo y que la Yugoslavia comunista aun después de la caída de Rankovic actúa en función de Gran Serbia. Vale decir que están equivocados los observadores extranjeros que justificaban la imposición violeta del régimen comunista como un método lamentable, pero eficaz de la solución de los problemas nacionales en el conglomerado yugoslavo, heterogéneo en lo nacional y lo cultural. Pues muchos autores no comunistas presentaban al régimen comunista imperante en Yugoslavia como antípoda a los gobiernos granserbios de la preguerra, cuando la oligarquía serbia bajo el cetro dinástico mantenía abiertamente el sistema de la opresión nacional y la explotación económica. El régimen de Tito fue presentado como una necesidad histórica, como la solución de los conflictos nacionales que entre las dos guerras mundiales fueron causa de crisis permanente, en 1941 culminada con la rendición militar y la desintegración del Reino de Yugoslavia y, durante la lucha, con una sangrienta secuela de la guerra nacional y la exterminación mutua sobre los croatas y serbios.
Los que conocen bien la situación nunca pudieron aceptar una imagen tan simplista y, por lo demás, muy poco democrática de la realidad yugoslava. Los sucesos relativos a la Declaración les dieron la razón.
La dictadura, sea monárquica, sea comunista, no es ni puede ser el método adecuado para la solución de los intrincados conflictos nacionales en el convulsionado sureste europeo en general y en Yugoslavia en particular. No obstante todas las reservas, muchas veces justificadas, en cuanto a la posibilidad de las prácticas democráticas en ciertas zonas, donde los gobiernos autócratas son la expresión de la tradición local, hondamente enraizada; no obstante todas las reservas respecto al derecho a la autodeterminación nacional que, por cierto, no puede ser la panacea para todas las calamidades de esa área tan turbulenta, es evidente que los conflictos latentes entre los pueblos de un Estado típicamente plurinacional y culturalmente heterogéneo como Yugoslavia no pueden solucionarse con los métodos de un domador que usa el látigo para amansar a sus víctimas enjauladas. Mucho más se acercó a la verdad el presidente F. D. Roosevelt cuando en sus deliberaciones con sir Anthony Eden en 1943, sobre arreglo posbélico de Europa, expresó "su repetida opinión de que los croatas y serbios no tienen nada en común, por lo que es ridículo empeñarse en que dos pueblos tan antagónicos hayan de vivir bajo un solo gobierno" y que la solución del conflicto serbio-croata lo consideraba uno de los dos "muy esenciales problemas de Europa" [1]. Los Aliados occidentales en lugar de obrar en concordancia con las deducciones de Roosevelt, en la última fase de la guerra bajo la presión de Stalin, dieron crédito a las promesas de los guerrilleros comunistas yugoslavos en el sentido de que, aplicando la fórmula federalista, resolverían el problema de los conflictos nacionales en la Yugoslavia "liberada" y restaurada.
No cuadra aquí examinar si los Aliados occidentales en efecto han sido forzados avenirse a la solución comunista. Aquí nos interesa en primer lugar establecer que la fórmula comunista fue aceptada con ligereza por un sector de los observadores extranjeros y que muchos siguen perseverando en su error. Por ello, en la abundante literatura internacional sobre Yugoslavia, particularmente en torno al conflicto Stalin-Tito y sus implicaciones, en la mayoría de los casos hay grandes vacíos, incluso contradicciones.
Así se habla con ligereza del "titoísmo" como del fenómeno del "comunismo nacional", sin tomar en cuenta que Yugoslavia es un Estado plurinacional y nacional, creado y mantenido por la fuerza y contra la voluntad de la gran mayoría de sus desafortunados súbditos, pues se practica la discriminación nacional a favor de Serbia y en perjuicio de Croacia, Eslovenia, Macedonia, Montenegro y nutridas minorías nacionales, como ser húngara (Voivodina) y albanesa (Kosmet)[2], y que el problema de la opresión nacional en la Yugoslavia comunista es tan agudo como el problema de las libertades individuales y políticas.
Entre las paradojas y contradicciones del tan poco conocido Sureste Europeo, en primer lugar figura el fenómeno que, como prototipo del comunismo nacional, es exhibida precisamente la dictadura comunista que difiere de las demás justamente porque practica la política de la opresión nacional y a la explotación económica en favor de un solo pueblo y en detrimento de los demás que constituyen notable mayoría. Los observadores foráneos que se ocupan de los problemas del "titoísmo" pueden valorizarlos correctamente sólo si no se olvidan que muchas de las medidas de este régimen están determinadas por los intereses encontrados entre los pueblos de Yugoslavia, de los que -cabe recordarlo- Roosevelt dijo no tener nada en común sino más bien ser antagónicos (a causa de su tradición cultural y política).
Por su composición multinacional y el empeño en mantener la supremacía de un pueblo sobre los demás, Yugoslavia puede compararse únicamente con la Unión Soviética, cuya constitución copió casi textualmente. En ambos países se practica la supremacía de un pueblo sobre los demás: rusa en la Unión Soviética y serbia en Yugoslavia. Sin embargo, hay grandes diferencias en favor de la posición de Rusia, que no es sólo la nación europea más extensa que creó su imperio más o menos en la misma época que las demás potencias coloniales europeas, pues por su potencial humano, cultural y económico posee todas las condiciones para realizar una política imperial, sino que el pueblo ruso creó su imperio en la órbita de la civilización oriental europea, de la cual Rusia es el primer portador, sucesora de Bizancio en línea directa. En cambio, Serbia, que en Yugoslavia domina sobre los demás pueblos, constituye tan sólo el cuarto de la población y del territorio, es menos desarrollada en lo cultural y económico que Croacia y Eslovenia y, según lo observó Roosevelt, subyuga territorios de pueblos culturalmente antagónicos, los formados en diferentes tradiciones políticas. Mientras Croacia y Eslovenia desde hace más de mil años se desarrollan paralelamente con los demás pueblos del Occidente europeo, Serbia pertenece, igual que Rusia, a la esfera cultural del Oriente cristiano.
Por lo tanto, cualquier clase de unitarismo yugoslavo -como lo notó Arnold J. Toynbee ya antes de la Segunda Guerra Mundial- no es otra cosa que un "audaz experimento de la química política" en cuanto consiste en reunir dentro de las mismas fronteras y bajo el mismo gobierno "poblaciones que han sido nutridas, hasta ahora, por dos civilizaciones diversas" [3].
Entre las paradojas del régimen comunista yugoslavo figura el hecho de que los comunistas por el año 20 de nuestro siglo, precisamente en el período en que se formaba Yugoslavia y recibió su nombre actual[4], asumían una actitud antiyugoslava, negando al Estado plurinacional sureslavo, gobernado por los serbios, el derecho a existir y recalcando que el deber y el derecho de los croatas, eslovenos, macedonios y montenegrinos era separarse de Serbia y crear Estados nacionales independientes.
Esa postura se ajustaba entonces a la estrategia del comunismo mundial, o sea de su dirección moscovita en vista del papel antirrevolucionario, desempeñado entonces por los gobernantes serbios. El Reino de Serbia, antes y durante la Primera Guerra Mundial, hasta el derrumbe del zarismo, fue el protegido de Rusia. Luego pasa a la tutela de la Tercera República francesa, tildada en aquel entonces por los comunistas como principal baluarte de la reacción internacional antisoviética. El engrandecimiento de Serbia mediante la incorporación de los territorios de la derrotada Austria-Hungría (Croacia, Eslovenia y Voivodina) y de Montenegro, con el apoyo de Francia y otros vencedores en la Primera Guerra Mundial, tenía como finalidad crear una potencia militar que bajo el cetro de la dinastía serbia, constituiría la piedra angular de las alianzas francesas contra la amenaza soviética y pangermana. Conforme con los criterios de Lenin y Stalin sobre la explotación de los conflictos nacionales en favor de la revolución mundial, el Partido Comunista yugoslavo con el fin de debilitar al grupo de las potencias antagónicas, trató de aprovechar la resistencia de los pueblos oprimidos de Yugoslavia insistiendo en su derecho a la autodeterminación e independencia nacional. Los comunista modificaron en parte su posición favorable a la desintegración de Yugoslavia según el criterio nacional, recién cuando mejoraron las relaciones franco-soviéticas y cuando los pueblos oprimidos de Yugoslavia -y de modo especial los croatas conducidos por Esteban Radic- organizaron la resistencia a la injerencia granserbia en forma independiente de los comunistas y con espíritu democrático.
El vuelco total de parte de los estrategas del comunismo internacional a favor de la unidad yugoslava se operó durante la Segunda Guerra Mundial, después del derrumbe de Yugoslavia precisamente después del ataque alemán contra la Unión Soviética. Aunque destacados dirigentes comunistas todavía después de la desintegración de Yugoslavia estimaban que la creación del Estado de Croacia, la integración de Macedonia a Bulgaria y del territorio Kosovo y Metohija (Kosmet) a Albania, coincidían con las aspiraciones de la población interesada, la jefatura comunista, cuyo objetivo supremo era tomar el poder y extender el imperio soviético hasta las fronteras de Italia y las costas adriáticas, se declaró en pro de la restauración de Yugoslavia. Con ello se quiso poner las simpatías de las masas serbias y su activa participación en las guerrillas comunistas. A diferencia de los demás pueblos de Yugoslavia, los serbios han sido los únicos que lamentaban en 1941 su desintegración, pues estaban acostumbrados, bajo el impacto de la propaganda granserbia, a ver en ella el Estado serbio nacional engrandecido. Unicamente con la participación masiva de los serbios los comunistas pudieron organizar la guerra de guerrillas y luego con ayuda de los Aliados invadir a Croacia y Eslovenia, restaurar el Estado yugoslavo y extender la influencia y presión soviética hasta las fronteras de Italia.
Este cambio fundamental respecto a las relaciones entre los pueblos de Yugoslavia en favor de la concepción granserbia, los comunistas trataron de encubrirlo con la propaganda sobre la superación total de los contrastes nacionales mediante el ideal de la "fraternidad y unidad", presuntamente alcanzado a través de la forma federal del reconstituido Estado yugoslavo, de modo que el régimen comunista yugoslavo tropieza no sólo con dificultades que, igual que en el caso de otros países comunistas, se deben a la incapacidad de los comunistas para resolver los problemas económicos y sociales, sino también un fracaso rotundo en la superación de los antagonismos nacionales que en 1941 condujeron al derrumbe de Yugoslavia. Todas las promesas de la propaganda comunista de que la segunda Yugoslavia, la comunista, a diferencia de la primera, la monárquica, brindaría la libertad e igualdad nacional, no fueron cumplidas. Yugoslavia, ni después de veinte años del régimen comunista ni después de la tan propagada liberalización, no es una comunidad de pueblos libres e iguales sino un régimen dictatorial con tendencias centralistas que actúa en función de Serbia ensanchada. Sobre el particular, no cabe duda hoy, después de tantos intentos, primero, por pasar por alto los contrastes nacionales y luego por interpretarlos en la segunda fase posbélica tan sólo como la lucha entre los intereses opuestos de las regiones occidentales más industrializadas (Croacia y Eslovenia) y el territorio oriental de la esfera de influencia serbia.
Mientras el problema entero se reducía a la economía, los propagandistas del régimen podían argüir que se trataba de la fase de transición del período del desarrollo industrial y que las dificultades serían eliminadas en el marco de las reformas económicas, basadas en la autogestión, lo que brindaría la posibilidad de disponer con mayor liberalidad de los ingresos propios por parte de las repúblicas industrialmente más desarrolladas de la federación yugoslava. Incluso se trató de presentar la resonante crisis surgida a raíz de la destitución de Alejandro Rankovic, como triunfo de los partidarios de la tan propagada reforma contra las tendencias centralistas de la burocracia y hasta contra el "stalinismo", que son los sinónimos de la preponderancia granserbia. El derrocamiento de Rankovic fue presentado como la derrota definitiva del pasado granserbio, sin siquiera intentar explicar con seriedad cómo pudo ocurrir que, después de 20 años de la realizada "fraternidad y unidad", hubo de operarse una especie de golpe de Estado contra el cabecilla del grupo granserbio que dominó en el aparato estatal y partidario durante veinte años.
"La Declaración sobre la denominación y situación del idiona literario croata" de marzo de 1967, firmada por 18 instituciones culturales y científicas croatas de las más representativas, que agrupan a los escritores y filólogos, entre los que figuran destacados comunistas, como su repudio por los dirigentes comunistas, sirven para dilucidar si la jefatura comunista sigue sosteniendo la unidad estatal de Yugoslavia en su función de Serbia engrandecida, o se inclina al a transformación de Yugoslavia en una comunidad de los pueblos con los derechos iguales.
La manifestación de los escritores y científicos croatas además tiene el mérito de haber llevado del campo económico al cultural la discusión sobre las relaciones entre los pueblos de Yugoslavia, con lo que el problema quedó planteado en su verdadera dimensión, pues los pueblos aun en nuestra época de las nacionalidades son, en primer lugar, los grupos culturales.
En vista del hecho de que en el mundo hispánico hay una veintena de naciones que emplean el mismo idioma literario, la lucha de los croatas por su lengua nacional como elemento fundamental de la cultura nacional se comprenderá mejor si señalamos las circunstancias específicas de un amplio sector europeo que la imponen y determinan su proceso. Por ello, a continuación nos referiremos al carácter de la lucha por el idioma en la formación de la cultura y la conciencia nacional de los croatas y otros pueblos vecinos que se desarrollaban en condiciones similares. Luego reuniremos los hechos y discusiones relacionados con la Declaración de marzo del año en curso. Por último mostraremos que se trata de la defensa de los derechos nacionales y humanos, pisoteados por el régimen comunista yugoslavo, que gusta exhibirse como el portaestandarte del nuevo humanismo y de la lucha por los derechos humanos y, por ende, nacionales y viceversa.
II. El fondo histórico
Mientras los sucesos en torno a "La Declaración sobre la denominación y la situación del idioma literario croata" conmovieron a la opinión pública en Croacia y la Yugoslavia entera y fueron definidos por uno de los colaboradores más íntimos de Tito como "la bomba política" [5], y mientras al prensa de la Europa occidental calificó esos hechos como un terremoto que sacudió los mismos cimientos del régimen y del Estado de Yugoslavia, los grandes diarios hispanoamericanos, que fielmente registran incluso acontecimientos de menor importancia, no dedicaron a la Declaración la atención debida. Ni las publicaciones que estudian en nivel científico los países europeos con regímenes comunistas percibieron el alcance de la Declaración. Ello se debe, acaso, a que, a diferencia de Europa, el idioma en las Américas no es un factor de diferenciaciones nacionales. Mientras ciertos pueblos europeos, especialmente los de Europa Centro-oriental, en su lucha por la existencia y la emancipación, a menudo tuvieron que rechazar los intentos de imposición de un idioma extranjero, que amenazaba su propia existencia, en las Américas no ocurrió tal cosa. De manera que la opinión pública suramericana, a la que los comunistas tratan de presentarse como paladines de los intereses nacionales, siguiendo el modelo cubano, no pudo apreciar, en este caso los alcances de la violenta reacción del régimen contar los intelectuales croatas que levantaron su voz en defensa del idioma nacional, ni apreciar debidamente cuán insincera es la táctica comunista del frente de "liberación nacional".
Territorios relativamente extensos de la Europa Centro-oriental fueron en el pasado y, en parte siguen siéndolo todavía, expuestos a los intentos de imposición de un idioma foráneo mediante recursos coercitivos por parte del Estado o con otros medios. La historia de esa vasta zona registra numerosos casos en que, particularmente dos grandes pueblos, el alemán y el ruso, trataron de imponer su idioma a otros pueblos. También hubo casos de igual tentativa de los húngaros, los polacos, los griegos y los serbios. Incluso puede hablarse de intentos semejantes por parte del gobierno fascista italiano. Por consiguiente, la resistencia a esos intentos en el período de los movimientos nacionales, con el interés simultáneo por la literatura popular en el espíritu del romanticismo europeo, es la característica esencial, y en varios casos principal, de los movimientos nacionales de la Europa Centro-oriental.
En el caso concreto de Croacia, que tratamos aquí, la tentativa de introducir el alemán como idioma oficial para los pueblos de la monarquía de los Habsburgo durante el reinado de José II (1780-1790) marca el primer intento sistemático en ese sentido. Simultáneamente, más como una necesidad administrativa, la República de Venecia forzaba el italiano en Dalmacia, mientras las autoridades turcas en Bosnia, junto al croata, usaban cada vez más el turco en la administración y el ejército.
En Croacia los integrantes del antiguo régimen se opusieron con éxito al intento de germanización, escuchándose tras el latín, idioma diplomático para todas las regiones de la plurinacionalidad y plurilingüe monarquía de los Habsburgo. Cuando luego los magiares, siguiendo el ejemplo de José II, al que se opusieron con éxito junto con los croatas, intentaron imponer el húngaro en todas las tierras de la corona de San Esteban -concibiéndolas como Estado nacional magiar, si bien en la Hungría de entonces los croatas, los rumanos, los eslovacos, los alemanes y otros constituían la mayoría de la población-, los croatas se opusieron primero a la magiarización recurriendo al latín y luego, siguiendo el espíritu de la época nacional, pasan a afirmar su propio idioma en la administración pública. Desde 1948 en la Dieta croata (Sabor) que hasta entonces usaba mayormente el latín, se habla exclusivamente el croata. Igualmente en la judicatura, en la administración, en la educación y, en parte, en el ejército. El gobierno de la Croacia con sede en Zagreb, usaba el croata incluso en su correspondencia oficial con el gobierno imperial de Viena y con el gobierno del Reino de Hungría, también en el período del dualismo austro-húngaro (1867-1918). El intento magiar de imponer a los croatas su idioma como oficial fue la causa principal de la guerra croata-húngara de 1848, hecho no tomado en debida consideración por los círculos liberales de la Europa de entonces, aunque ciertos prominentes estadistas como Camilo Cavour percibieron el carácter defensivo nacional y progresista de la resistencia croata, capitaneada por el ban (prorex) conde José Jelacic, entonces muy criticado.
Mientras durante el absolutismo ilustrado los croatas actuaron solidariamente con los húngaros contra la germanización, defendiendo el latín como el idioma de comunicación en la monarquía danubiana plurilingüe, en la época del romanticismo buscan apoyo entre los pueblos eslavos del imperio austríaco. Todos esos pueblos -checos, eslovacos, croatas, eslovenos, polacos de Galicia y serbios de la Hungría meridional- tuvieron que luchar contra la imposición sea del alemán, el húngaro o del italiano. Además, debido a la presión turca se desarrolla en Croacia el sentimiento de solidaridad con los pueblos eslavos balcánicos, serbios, montenegrinos y búlgaros, que luchan por su liberación.
Todos esos pueblos del grupo lingüístico eslavo se hallaban entonces en una situación difícil, obligados a empeñar grandes energías en la lucha por la existencia y la emancipación nacional. Aun los pueblos que como el checo, el polaco y el croata, tuvieron una literatura relativamente antigua y desarrollada en el idioma nacional, estuvieron en esa lucha en una posición inferior en comparación con los grandes pueblos vecinos que ejercían sobre ellos una considerable presión cultural y política. Dejando de lado el latín y luchando contra la supremacía cultural de las grandes naciones vecinas, se vieron obligados a crear a toda prisa la terminología científica y organizar sus propias instituciones culturales -academias, universidades, escuelas, museos, galerías, sociedades literarias y científicas, casas editoras- y traducir al idioma nacional las obras de los escritores universales que hasta entonces mayormente leían en su original. Todos esos pueblos, superando la literatura dialectal y distintas ortografías, tuvieron que desarrollar su idioma literario y científico, estudiar los escritores viejos y la literatura popular, componer gramáticas y vocabularios más completos. En ese período del romanticismo europeo nace una nueva disciplina científica: la filología eslava, en la que se destacarán también estudiosos extranjeros, especialmente los profesores de las universidades alemanas y austríacas.
Aspirando al superar el sentimiento de debilidad propia y por motivos políticos nace entre los eslavos austríacos no sólo el sentimiento de solidaridad entre los pueblos del mismo grupo lingüístico eslavo, sino que se exagera la afinidad de esas lenguas y sobre todo el alcance de esa afinidad tanto en el campo lingüístico como en el étnico, cultural y político. Gran participación tuvieron en ello escritores y poetas, a quienes no se puede exigir siempre rigor científico. En virtud de los prejuicios que vinculan la raza, el idioma, la cultura y la nacionalidad se forman concepciones que cabe calificar como nacionalismo lingüístico, más aun, racismo lingüístico. En ese proceso fue decisiva la influencia de los autores alemanes en la época del romanticismo, que desarrollaron el nacionalismo lingüístico, cultural y racial[6]. Esos prejuicios, trasladados al campo político generan el movimiento paneslavista, con el subproducto del yugoslavismo y checoeslovaquismo.
Las inspiraciones, empero, de los ideólogos, especialmente de los poetas -muy activos en esa fase- fueron bien diferentes.
Mientras los pequeños pueblos eslavos, al propagar la solidaridad del grupo idiomático eslavo, se ilusionan con la idea del mundo eslavo grande y potencialmente invencible que se extiende desde las fronteras de Italia y Alemania hasta Turquía y China, otros pueblos más grandes, en primer lugar los rusos, tratan de utilizar esos sentimientos para sus propósitos expansionistas, incluso cuando algunos van en busca de las quimeras mesiánicas[7]. Con el tiempo, el paneslavismo, el checoeslovaquismo y el yugoslavismo serán el sinónimo de la idea granrusa, grancheca y granserbia, en detrimento de sus asociados en los movimientos de la solidaridad de los pueblos del grupo lingüístico eslavo, originariamente concebidos en forma idealista y casi sin excepción por escritores e historiadores precisamente de aquellos pueblos que más tarde serán víctimas de esas ilusiones y prejuicios del racismo y nacionalismo lingüístico.
Para circunscribirnos el caso de yugoslavismo, hemos de señalar que justamente en Croacia surgieron los iniciadores de la idea de solidaridad de todos los pueblos del grupo lingüístico eslavo en general como de los pueblos sureslavos en particular (búlgaros, montenegrinos, croatas, eslovenos y serbios).
Recién más tarde esa idea de la solidaridad sureslava, surgida en Croacia por motivos idealistas, incluso religiosos[8], hallará eco en Serbia, si bien en función muy distinta. Mientras que entre los croatas prevalecen las tendencias universalistas, el anhelo de afirmar los valores y las conquistas de la civilización europea -que conforme a la concepción de la época se consideran universales y no vigentes sólo para una fracción de la humanidad- los serbios consideran la afinidad lingüística y los prejuicios inherentes como instrumento de su expansión política, de la restitución del efímero imperio medieval serbio cuyo recuerdo está en la raíz del expansionismo del Estado nacional serbio contemporáneo[9]. A los nacionalistas serbios no les molesta que su imperio medieval fuera imitación del bizantino y multinacional, pues junto a los serbios agrupaba a un crecido número de búlgaros, griegos, albaneses y rumanos.
Por ello, cuando se cita a los autores y líderes nacionales croatas en favor de yugoslavismo, tal como lo entienden y practican los serbios en Yugoslavia antes monárquica y hoy día comunista, se trata de evidente falsificación y de vil abuso. De hecho, toda la propaganda oficial de Belgrado, durante el poder monárquico (1918-1941) y el comunista, después de 1945, en favor de la unidad nacional y estatal yugoslava, en cuanto se ampara en autores y políticos croatas, es en el mejor de los casos un sistema de verdades a medias. A pesar de todo, esta propaganda oficialista se ve favorecida por el hecho de que puede invocar a los destacados representantes de la filología eslava en Alemania, Austria, Francia y Rusia. Todavía en los comienzos de estudio de los distintos idiomas y dialectos sureslavos y cuando aún no se podía hablar de literatura serbia[10], la ciencia oficial designaba a las lenguas de los croatas y de los serbios, debido a su similitud, como idioma serbio-croata y a veces como serbio, si bien no se llegó tan lejos, por lo menos en obra de carácter científico, como para hablar de literatura común croata-serbia o incluso yugoslava[11]. Por consiguiente, no hay una literatura común serbio-croata, ni un idioma literario común aunque su base lingüística es el habla popular.
Acaso sería más correcto hablar de la similitud de ciertos dialectos croatas y serbios que de los idiomas tomados en su totalidad. Sólo una parte de los croatas habla de dialecto "stokavski", afín al dialecto que usa una parte de los serbios de la zona aledaña a Belgrado, ya que en la Serbia meridional se hablan dialectos más afines al búlgaro que al croata. Además del dialecto stokavski, base de la lengua literaria, los croatas usan chakavski (el dialecto más antiguo) y kajkavski, muy diferentes del dialecto que sirve de base al presunto idioma literario serbio-croata. Especialmente el dialecto kajkavski, que se habla en Zagreb, capital de Croacia, es mucho más próximo al esloveno que a los dialectos que sirven como base lingüística al idioma literario croata. Por lo tanto, podría hablarse también de idioma croata-esloveno, que a todas luces sería muy exagerado.
En resumen, cabe establecer que existe no sólo el idioma literario croata distinto del serbio sino que también el habla popular croata, tomada en su totalidad, difiere notablemente del habla popular serbia tomada en su totalidad. Solamente existe similitud entre los dialectos serbios y croatas del grupo "stokavski".
El hecho de que precisamente los dialectos "stokavski" son la base lingüística tanto del idioma literario croata como serbio originó no sólo la tendencia aludida a sistematizar los idiomas de los serbios y los croatas como un idioma idéntico, denominado con mayor frecuencia serbio-croata que croata-serbio, sino que también dio motivo a que se intentara crear la literatura común de los serbios y los croatas.
Esos intentos de crear las bases para una literatura común croata-serbia coinciden con las reformas lingüísticas de la época del romanticismo, y con los movimientos de solidaridad de los pueblos del grupo lingüístico eslavo. Los croatas, en el marco de su movimiento nacional y en aras de la unidad nacional, adoptan como base de su lengua literaria el dialecto "stokavski". Es no sólo el habla popular de la gran parte de los croatas, sino el idioma de la mayor parte de la rica poesía épica popular. Gran importancia tuvo el hecho de que usaron esa habla los grandes escritores renacentistas croatas, cuyo centro principal era Dubrovnik[12]. Los serbios, al mismo tiempo, gracias a los esfuerzos de Vuk Stafanovic Karadzic, en lugar del lenguaje eclesiástico-eslavo, anticuado y que el pueblo no entendía, introducen el habla popular y la ortografía fonética. Entre los escritores croatas repercutió favorablemente el hecho de que Karadzic escribió un dialecto stokovski ijekavski igual que los croatas. Así en 1850 se reunieron en Viena Vuk Karadzic y varios prominentes escritores croatas que acordaron propagar el idioma literario común de los croatas y los serbios en base al dialecto stokavski ijekavski de la Herzegovina oriental y de Dubrovnik. Previamente, y en forma independiente de los serbios, los croatas habían adoptado ese dialecto -que sus más grandes escritores usaban ya en los siglos XVI y XVII- como base de su idioma literario.
Sin embargo, los serbios no respetaron el acuerdo de Viena, de modo que la literatura croata y serbia seguían desarrollándose en forma distinta e independiente, y por consiguiente también los idiomas literarios respectivos.
Los escritores croatas permanecieron fieles al menos al espíritu del acuerdo de Viena. No pudiendo renuncia a una tradición literaria plurisecular trataron de enriquecer su expresión literaria recurriendo a las obras de los clásicos croatas, que no escribieron sólo en "stokavski" sino también en otros dialectos. Esta tradición de la literatura dialectal nunca se extinguió. Incluso grandes poetas contemporáneos croatas (Domjanic, Nazor, Krleza) escribieron también en el dialecto de su región. Nadie lo considera como alejamiento de la unidad literaria, sino por el contrario la literatura dialectal se valora como el enriquecimiento de la expresión literaria croata.
Por lo tanto, el idioma literario croata en cierto sentido en el resultado de distintas influencias, una síntesis del habla popular en diferentes dialectos y de la tradición literaria.
Los serbios, en cambio, no aceptaron lo acordado en Viena sobre el uso de la modalidad "ijekavski" del dialecto "stokavski", sino que desde el principio de la reforma lingüística prevaleció allí el dialecto "ekavsko stokavski" que se habla en Belgrado y sus alrededores. Les es totalmente ajena a la tradición literaria croata, aunque hubo intentos chovinistas de proclamar a los escritores clásicos croatas de Dubrovnik como serbios. Por ello, el idioma literario serbio se desarrolló en dirección diferente que el croata. Uno de los importantes factores de la diferenciación entre el idioma literario croata y serbio fue el uso de diferentes escrituras. Mientras que los croatas usan los caracteres latinos, los serbios insisten en su variante de la escritura cirílica que usan los rusos, lo que se reflejó también en las influencias culturales. El uso de los alfabetos distintos impidió la creación del público lector común. En el mismo sentido influyó el uso de diferentes ortografías. Mientras la ortografía croata tendía a una etimología moderada, la serbia es netamente fonética.
Paralelamente entre los pueblos sureslavos, junto a los idiomas literarios serbio y croata, se desarrollaron el búlgaro y el esloveno, de modo que, admitiendo que el idioma literario croata y serbio sean dos "variantes" de un mismo idioma, al existir los idiomas esloveno y búlgaro, reconocidos científicamente como sujetos filológicos independientes, no se puede hablar del idioma sureslavo, si bien encontramos a menudo ese término en la prensa.
Es preciso subrayar aquí que los intentos posteriores de unificación del idioma croata y serbio en el espíritu de la política unitarista yugoslava, se vieron favorecidos por la acentuada propensión de los croatas a las soluciones universalistas culturales y políticas, pese a la agresividad nacionalista serbia que recurre también a los argumentos lingüísticos a favor de la idea granserbia. Así los destacados lingüistas croatas como Jagic y Maretic dificultaron la tendencia natural a la diferenciación del idioma croata del serbio. Ello contribuyeron en gran medida a que en los círculos científicos y literarios se siga sosteniendo la tesis sobre el idioma común serbio-croata o croata-serbio, no obstante las evidentes tendencias granserbias de Vuk Karadzic, padre del moderno idioma literario serbio, quien sustentaba la tesis de que todos los croatas que hablan los dialectos "stokavski" étnicamente son serbios y que casi toda poesía popular croata es parte del folklore serbio. El primer capítulo de su obra[13] en que sostiene sus teorías granserbias lleva el título característicos "Los serbios son todos y por doquier". Karadzic habla de los "serbios de tres religiones", lo que, de hecho, contrasta con la concepción hondamente enraizada de los serbios, quienes, de acuerdo a su tradición bizantina, identifican su nacionalidad con la pertenencia a la Iglesia ortodoxa serbia. Los croatas contestaron a esas tesis chovinistas y seudocientíficas insistiendo en su nombre nacional, en su idea estatal y nacional. El portavoz principal de esta resistencia fue el "Mazzini croata", Dr. Ante Starcevic, llamado el padre de la patria. Paralelamente se hacen esfuerzos por diferenciar más y más el idioma literario del serbio mediante el culto de la tradición literaria croata y el uso de la ortografía etimológica. Esos intentos aparecen como la respuesta a la presión granserbia. Parece ridículo, pero algunos serbios llegaron hasta sostener la teoría de que los croatas "robaron" su idioma literario a los serbios.
Por ello en los últimos cien años la discusión acerca del idioma es inseparable de la polémica política. Los principales abanderados de la idea nacional croata, seguidos por la mayoría del pueblo, como lo eran A. Starcevic (1823-1896), luego Esteban Radic (1871-1928) y Vladimir Macek (1879-1964)[14], en forma consecuente y sistemática subrayan la individualidad del idioma literario croata y usan la ortografía etimológica. Cuando en 1939 Croacia logró una autonomía limitada (1939-1941), su gobierno autónomo, para contrarrestar los esfuerzos unitaristas de Yugoslavia, particularmente durante la dictadura del rey Alejandro (1929-1934), dispuso el uso de la ortografía etimológica moderada en las escuelas, que empleaban, pese a la presión de la dictadura, la mayor parte de los escritores croatas. Este distanciamiento de los serbios en la esfera lingüística cobró mayor impulso durante el Estado Independiente de Croacia (1941-1945), eliminado por los comunistas cuando al término de la Segunda Guerra Mundial restauraron a Yugoslavia con el apoyo serbio y ruso.
La respuesta de "la segunda Yugoslavia" a los empeños croatas por afirmar su propio idioma literario llegó en forma del uso de la ortografía fonética en lugar de la etimología. Al mismo tiempo se insiste en muchísimos vocablos, formas, expresiones y modalidades que se usan en Serbia y son extraños al sentido lingüístico croata. En 1954 se celebró en Novi Sad, sede de Matica Srpska (Institución cultural central serbia), la reunión de los filólogos croatas y serbios. Se resolvió denominar el supuesto idioma común serbio-croata en Serbia y croata-serbio en Croacia. Como no se podía negar que existen dos idiomas literarios diferentes, se reconoció la vigencia de dos "variantes" distintas de este idioma, o sea la serbia y la croata.
No cabe duda que el acuerdo de Novi Sad, que fue presentado como un acuerdo espontáneo y libre entre los lingüistas y escritores, fue una manifestación de las tendencias unitaristas de la dictadura comunista, que buscó apoyo de los servicios en su lucha abierta contra la resistencia nacional de los croatas que anhelan su Estado nacional independiente. Los comunistas consiguieron impedir la consolidación del Estado independiente croata, proclamado en 1941, en una coyuntura internacional favorable pero tras una larga y sangrienta lucha que indudablemente tuvo el carácter de la guerra nacional entre Croacia y Serbia[15]. En 1945 la independencia de Croacia fue liquidada y restaurada Yugoslavia, desintegrada en 1941. Los nuevos gobernantes yugoslavos, con el propósito de quebrantar la resistencia croata al nuevo régimen y a la impuesta unión sureslava bajo el signo del hegemonismo serbio, llegaron hasta las matanzas colectivas de los croatas[16].
Igual que bajo el régimen dictatorial de la monarquía serbia, esta presión unitarista bajo el régimen comunista favorecía también en el ámbito lingüístico la supremacía del idioma literario serbio y su gradual imposición a los croatas. Pues ocurrió lo mismo que después del acuerdo de Viena de 1850; los serbios tampoco ahora respetaron lo convenido con los escritores croatas, con la diferencia de que en las nuevas circunstancias todo el peso del poder central con sede en Serbia tendía a afirmar la "variante" lingüística serbia en detrimento de la croata.
Esos empeños hieren hondamente a los croatas que, bajo una de las dictaduras más brutales, no podían manifestar su disgusto no sólo a causa de las estipulaciones compelidas en el sentido unitarista, sino tampoco por la transgresión sistemática de dichas estipulaciones y otros agravios y medidas contra la literatura y el idioma croata. Eso suscitó la reacción de los mismos escritores croatas que firmaron el acuerdo de Novi Sad.
Ese desagrado croata pudo manifestarse recién en los últimos tiempos cuando a causa de cierta "liberalización" del régimen fue posible oponerse no sólo a la explotación económica de Croacia en beneficio de Serbia, sino también a la presión unitarista en la esfera cultural, especialmente en lo que concierne a las interpretaciones de la historia nacional y a la imposición de la lengua serbia en la administración, la educación, comunicaciones y el ejército. Esta presión la sienten no sólo los croatas sino también los eslovenos y los macedonios, quienes tienen reconocido derecho a su propio idioma literario, pero, con todo, el serbio se impone como idioma oficial de toda la federación. Incluso los dirigentes máximo del régimen comunista censuraron abiertamente las tendencias unitaristas, propagadas por el gobierno central, por estar en franca contradicción con la doctrina oficial según la cual Yugoslavia es un Estado federal multinacional y su constitución reconoce a las "repúblicas socialistas" de Serbia, Croacia, Eslovenia, Macedonia y Montenegro el carácter de Estados nacionales.
La derrota de Alejandro Rankovic, cabeza visible del grupo granserbio que durante veinte años dominó en el Partido y en el Estado, se interpretó en Croacia como una posibilidad de la resistencia en el ámbito cultural, mucho más importante que el fomento industrial, por cuanto los pueblos en primer lugar son comunidades culturales.
Sin embargo, la destitución de Rankovic e debe no tanto al ánimo de aflojar la presión unitarista cuanto al peligro de un golpe de Estado contra Tito que preparaban los comunistas granserbios con el respaldo de la Unión Soviética. Este "putsch" debió derrocar al modo soviético no sólo a Tito sino también a los dirigentes comunistas en Croacia, Eslovenia y Macedonia. Se trataba, pues, de al lucha por el poder sin considerar los derechos nacionales de las víctimas de la política granserbia. Por eso, con la caída de Rankovic, no desapareció la preponderancia serbia. En la lucha por el poder, Tito y sus colaboradores tuvieron que buscar apoyo también de los comunistas serbios y hasta dar seguridades a Moscú de sus sentimientos amistosos hacia la Unión Soviética. En su empeño en mantener el equilibrio precario entre las fuerzas centrípetas y centrífugas en el conglomerado nacional y cultural yugoslavo, Tito sigue con las concesiones al granservismo. Hasta el intento de la reforma descentralizadora se justifica ante los círculos granserbios como la necesidad de mantener la unión del Estado multinacional aflojando la presión a los croatas y a otros pueblos de Yugoslavia, ya que de otro modo se producirían abiertos conflictos nacionales y el derrumbe del Estado como sucedió en 1941.
La opinión pública croata, inclusive destacados comunistas que por concurso de las circunstancias rigen importantes instituciones literarias y científicas, evidenciaron su disconformidad con la tácita de aflojamiento de Tito frente a los elementos granserbios. No siendo comprometidos directamente en la política, la clase intelectual está vinculada a la vida del pueblo más que los odiados políticos y percibe más fácilmente que los detentores del poder, que esta táctica de Tito paraliza la transformación de Yugoslavia, hoy Serbia engrandecida, en una comunidad de los pueblos iguales, que es uno de los postulados del a misma doctrina oficialista. La principal víctima de esta táctica contemporizadora con el propósito de preservar el régimen y el Estado, desde el principio son los croatas. Mientras a los eslovenos y los macedonios, por lo menos en teoría, se les reconoce el derecho al idioma y la cultura nacional, a los croatas, bajo el pretexto de la solidaridad con los serbios, se viene imponiendo el idioma serbio y los valores culturales que en la última línea llevan a la servización de los croatas. Las concesiones hechas al sentimiento nacional de los eslovenos, macedonios y montenegrinos, repúblicas periféricas de menor importancia, puede interpretarse como una mera táctica con el fin de concentrar todas las fuerzas para quebrar la resistencia nacional croata a la realización del meollo del problema yugoslavo y el obstáculo principal a la realización del programa granserbio. Una vez quebrada la resistencia croata, nada impedirá la realización de Gran Serbia.
Es evidente que así piensan incluso los intelectuales comunistas en Croacia. Hasta ahora los dirigentes del partido les decían que la suerte del régimen y la unión estatal yugoslava son inseparables. La desintegración del Estado yugoslavo en virtud del derecho de la autodeterminación nacional causaría no sólo el colapso del régimen comunista en Croacia sino que también provocaría sangrientas represalias contra sus beneficiarios comunistas croatas. En cambio, entre los intelectuales afiliados al Partidario Comunista, adheridos durante la guerra o por oportunismo, sin hablar de la generación joven, este argumento y el temor a las represalias pierde cada día más en su vigor persuasivo. En vista de la creciente oposición al dominio soviético en los países de la Europa Centro-oriental, la disminución de la tensión entre las democracias occidentales y los países comunistas y del espíritu ecumenista del Concilio Vaticano II, los slogans sobre la amenaza capitalista, imperialista y vaticana contra las "autoridades populares" de Yugoslavia ya no tienen asidero.
Así se produjeron agudas discrepancias entre los dirigentes políticos y los intelectuales comunistas que actúan junto con las demás gentes de letras y científicos croatas en defensa del idioma croata, prescindiendo de la táctica contemporizadora de los líderes máximos comunistas, encabezados por Tito. Ello se desprende claramente de las circunstancias en que fue concebida, redactada y publicada la Declaración sobre la denominación y los derechos del idioma literario croata, como asimismo de la violenta reacción de las autoridades comunistas.
III. La declaración y su repercusión
Las actividades en torno a la redacción, discusión y la firma de la "Declaración sobre la Denominación y la Situación del Idioma Literario Croata" finalizó a mediados de marzo de 1967. La Declaración fue destinada al Sabor de Croacia y a la Skupstina de Belgrado que entonces discutían las reformas de la Constitución, pero también a la opinión pública. Mientras los firmantes estaban despachando la Declaración, a los dos cuerpos legislativos solicitando la protección del idioma croata en el texto de la Constitución a reformar, el semanario literario y cultural de Zagreb, Telegram, publicó el 17 de marzo el texto íntegro del documento.
Luego se supo que los dirigentes comunistas, enterados "por mera casualidad" de la Declaración, pidieron de los intelectuales comunistas, muy activos en la preparación de la Declaración que impidiesen su publicación. La dirección del Telegram -también comunista, pues de otro modo no puede ser- sin embargo publicó la Declaración so pretexto de que ya estaba imprimiéndose[17]. De este modo la Declaración llegó al conocimiento de la opinión pública, a la cual también estaba destinada. Suscitó enorme interés no solamente en Croacia, sino en Serbia, resultando imposible silenciarla e impedir la discusión acerca del problema explosivo que puso al orden del día. Por eso el Comité Ejecutivo de la Liga (partido) Comunista de Croacia, junto con los miembros presentes en Zagreb del Comité Central de la Liga Comunista de Yugoslavia y los representantes de confianza de la prensa y la televisión resolvieron cómo había que reaccionar[18]. Vjesnik, diario de Zagreb y órgano principal comunista en Croacia, tuvo que publicar el texto de la Declaración en la entera página el 19 de marzo y simultáneamente un artículo de fondo, intitulado "La política y no la lingüística", junto con las "Conclusiones del Acuerdo de Novi Sad" de 1954 y la lista de sus firmantes (algunos suscribieron ambos documentos), y el texto del "Prólogo a la ortografía del idioma literario croata-serbio", elaborado conjuntamente por filólogos croatas y serbios.
Esa fue la señal y la directiva para desencadenar una amplia campaña contra la Declaración, tendiente a silenciar y descalificar a sus iniciadores y firmantes. En dicha campaña, además de numerosas instituciones y organizaciones controladas por los comunistas, la totalidad de la prensa escrita oral y televisiva inclusive, tomó parte activa el mismo dictador comunista Tito. Todo ello ha sido coordinado como preludio de las sanciones contra los promotores de la Declaración y el rechazo terminante de la propuesta para proteger por vía constitucional el nombre y la igualdad de la lengua literaria croata.
En el capítulo anterior nos referimos al fondo histórico de la Declaración. Cuadra aquí hablar de su texto y alcances. En su redacción y firma -según queda dicho- participaron activamente destacados intelectuales comunistas, quienes, evidentemente, creyeron que destituido Rankovic, todopoderoso abanderado del chovinismo granserbio, había llegado el momento para asegurar la igualdad del idioma literario croata con el serbio, favorecido hasta entonces. Destacados intelectuales croatas -entre ellos también Miroslav Krleza, el escritor comunista más brillante y miembro del Comité Central del partido en Croacia- actuaron juntamente con los escritores, estudiosos y lingüistas croatas no comunistas. Más aun, entre los miembros de las distintas instituciones que respaldaron la Declaración figuran varios serbios de Croacia, que de ese modo se solidarizaron con sus iniciadores croatas. Por consiguiente, la Declaración no es obra de los nacionalistas croatas y menos de los extremistas nacionalistas. Por el contrario, fue concebida en el riguroso marco de la legalidad y de la realidad del Estado comunista yugoslavo, lo que se refleja llamativamente en su prólogo y en el texto íntegro, tan moderado en su formulación que los nos interiorizados no podrían descubrir ningún elemento revolucionario o rebelde. El texto íntegro de la Declaración está publicado como Anexo I, pp. 27-28. Aquí nos limitaremos a su escueto análisis.
Ubicándose en el terreno de la legalidad comunista yugoslava, los que firman dicen -si bien la mayoría no lo cree- que la revolución comunista es la culminación de la lucha plurisecular de los pueblos yugoslavos por la libertad nacional y la justicia social, para sostener en la continuación que la Declaración "concuerda con los principios fundamentales del socialismo sobre el derecho del hombre a vivir libre de toda opresión" y "con el derecho de cada pueblo a la soberanía plena e igualdad ilimitada con todas las demás comunidades nacionales..." Pero ese "principio de la soberanía nacional y de la completa igualdad no está realizado en el ámbito cultural, especialmente en lo que atañe al derecho del pueblo croata a llamar su idioma con el nombre propio", no obstante su similitud con el serbio. Sucedió eso, pese a la claridad de los principios, a los acuerdos y las disposiciones legales debido a "las tendencias del estatismo, el unitarismo y el hegemonismo" y a causa de "cierta imprecisión en formulaciones". De modo que los principios claros por sí mismos "por conducto del aparato estatal y por intermedio de las comunicaciones masivas públicas" (órganos federales, Tanjug -agencia noticiosa oficial-, la radio y televisión yugoslavas en las emisiones conjuntas, por conducto de correos y telecomunicaciones, ferrocarriles, el llamado material de la literatura económica y política, de los noticieros de cine, distintos formularios administrativos, luego por conducto de la práctica idiomática en el Ejército Popular Yugoslavo, en la administración federal, la legislatura, la diplomacia y las organizaciones políticas se realiza, de hecho, incluso hoy, la imposición del "idioma estatal" de manera que el idioma literario croata se reduce a la posición desigual de un dialecto local. Más aun, "en la aplicación, el idioma serbio por la fuerza de los hechos se impone como el único idioma para los serbios y los croatas". Con ese motivo 18 instituciones literarias, culturales y científicas croatas proponen se modifique el texto constitucional, reconociéndose oficialmente cuatro idiomas oficiales en lugar de los tres actuales, a saber: el serbio, el croata (y no sólo el "serbio-croata"), el esloveno y el macedonio, y, por consiguiente, que se asegure en la práctica la igualdad al idioma literario croata con el serbio.
La Declaración por anticipado rechaza la objeción de que a causa de la "base lingüística común" entre el idioma serbio y croata no es necesario diferenciarlos por nombres distintos y en la práctica. La postergación del idioma croata contradice "el derecho de cada uno de nuestros pueblos a conservar todos los atributos de su existencia nacional y a desarrollar hasta el máximo no sólo su actividad económica sino también cultural". Entre los atributos de la vida nacional es importantísimo el derecho de los croatas a denominar su idioma con el nombre propio.
En la parte final se expresa que la Declaración está destinada a los cuerpos legislativos encargados de la reforma constitucional (Matica Hrvatska le remitió el texto), pero también "a todos nuestro público", lo que justifica su publicación pese a los empeños de la conducción comunista en impedirlo en el último momento.
Es de capital importancia para el examen de las causas por las que el régimen comunista rechazó violentamente la Declaración la reacción de los serbios. La respuesta inmediata llegó de parte de los escritores serbios en forma de proyecto de Resolución firmado por un grupo de 26 miembros de la Sociedad de Escritores de Serbia, elaborado 2 días después de haberse publicado la Declaración. Fue redactada como "La Proposición" que tenía que ser examinada por la reunión plenaria de dicha sociedad, anunciada ya para el mes de abril de 1967 en Belgrado. Esta proposición la transcribimos íntegramente en el Anexo II, según el texto publicado en Borba (2/4/1967, Belgrado). A pedido de las autoridades comunistas esta proposición no fue tema de discusión, pues sus firmantes la retiraron, excusándose de distintas maneras, unos que la firmaron por la ira contra la Declaración, otros porque estaban borrachos, etc.
Sin embargo, y a pesar del tono desafiante, es importante que en esta ocasión los escritores serbios reconocieron la competencia y la representatividad de los firmantes de la Declaración croata y lo justificado de sus demandadas, aunque como contrapartida expresan que la Declaración implica la "anulación" unilateral del Acuerdo de Novi Sad en 1954 y exigen que a la minoría serbia en Croacia sea reconocido "el derecho a estudiar en su idioma y alfabeto y según programas nacionales propios, el derecho a usar su idioma y alfabeto nacional en la comunicación con todos los órganos oficiales... en una palabra el derecho a cultivar libremente y sin trabas todos los aspectos de su cultura nacional".
En el fondo, los escritores serbios, aunque trataron de reducir el alcance de la Declaración, al reconocer la competencia de sus firmantes en materia de lengua literaria y adoptando el principio sobre el derecho de cada pueblo al idioma propio, desmintieron la campaña del régimen, que insistía sobre carácter político de la Declaración y por ende sobre la intromisión indebida de los escritores en el campo político reservado al Partido Comunista. De otra parte, insinuando que presuntamente la Declaración constituye la amenaza a los derechos de la minoría serbia en Croacia, los autores del Proyecto en su condición de nacionalistas granserbios, se hallaron en la misma línea del régimen, pues -según veremos en seguida- repitieron lo que se dijo oficialmente. Partiendo del conocido punto de vista marxista-leninista de que sólo el Partido Comunista tiene el derecho a representar los intereses del pueblo y ponderando la Declaración como un acto dirigido contra la "fraternidad y la unidad" de los serbios y los croatas, tal como las interpreta la propaganda comunista, Vjesnik en el artículo: "La política y no la lingüística" sostiene que los escritores y filólogos croatas se descalificaron por haber invadido el campo político, reservado a los comunistas. Tito igual que Stalin y otros jerarcas sostienen que ellos son los llamados, y no los escritores y filólogos, a decidir sobre los problemas culturales y literarios. En el caso concreto, los dirigentes comunistas consideran que la razón del Partido-Estado requiere que, pese a la "liberalización" y la igualdad nacional tan propagadas, debe imponerse de hecho el idioma serbio a los croatas y en general promover medidas que favorezcan la preponderancia de los serbios en su calidad de sostenedores del unitarismo. Por eso, conforme a las concepciones totalitarias, se niega el derecho a los escritores y filólogos croatas a pensar y proponer en materia de su idioma, o sea en materia de sus actividades específicas. Pero, cuando en 1954 unos pocos escritores y lingüistas croatas, bajo la presión del terror de Rankovic, accedieron a ciertas estipulaciones que, en la intención del régimen, tuvieron que llevar al unitarismo idiomático, en realidad a la imposición del idioma literario serbio, entonces, por supuesto, eran competentes. Ahora cuando esos escritores y filólogos, animados por la caída de Rankovic, señalaron que la práctica y no su Declaración, había "anulado" lo acordado por Novi Sad sobre cierta igualdad entre las "variantes" croata y serbia del supuesto idioma literario común, comunistas niegan la competencia de 18 instituciones científicas y literarias. En el mismo tiempo juzgan en los asuntos del idioma literario las sociedades de los ex guerrilleros, los comités comunales comunistas, sindicatos y otras entidades que nada tienen que ver con la literatura.
Hasta llegaron a opinar sobre el idioma literario croata los comunistas de la minoría albanesa de Kosovo Metohija aunque no entienden el croata y saben poco o nada de la literatura. Precisamente ante ellos Tito habló contra la Declaración durante su visita de esa comarca, mientras trataba de calmar a los serbios, alarmados por las demandas enérgicas de la minoría albanesa después de la eliminación de Rankovic para que se los proteja contra la presión granserbia que ejerce contra ellos la policía política comunista, dominada por los serbios desde hace más de 20 años[19].
Resultan también insostenibles las insinuaciones de los escritores serbios, coincidentes con la propaganda del régimen comunista, según los cuales los escritores y los filólogos croatas al demandar que el idioma nacional croata tenga su nombre nacional y sea igual al serbio, habían "anulado" el acuerdo de Novi Sad y que se mostraron inconsecuentes quienes firmaron primero el Acuerdo y luego la Declaración. Ahora bien, esas afirmaciones contradicen con el texto de la Declaración que dice claramente que a los croatas se les impone oficialmente el idioma literario serbio contra el espíritu de lo acordado en Novi Sad, que, por lo menos en teoría, aseguraba un equilibrio precario entre las "variantes" croata y serbia del supuesto idioma literario común. No era preciso esperar la Declaración para constatar que el Acuerdo de Novi Sad de hecho estaba muerto. Por lo tanto, dicho Acuerdo fue "anulado" por los serbios con la ayuda del régimen comunista. En consecuencia, los que antes firmaron el Acuerdo y ahora la Declaración, en realidad, siguen bregando por la igualdad del idioma croata y el serbio. Si hay que reprocharles algo, podrán hacerlo únicamente los croatas por haber sido demasiado flojos o atemorizados en 1954, pues por anticipado podían saber que los serbios no iban a acatar lo pactado sino que tratarían de imponer su hegemonía.
Por consiguiente la presencia de los que firmaron el Acuerdo y ahora la Declaración no habla en contra, sino a favor de la Declaración.
Los firmantes de la Declaración a quienes imputan motivos políticos y no lingüísticos, si pudieran, constatarían, y con justa razón, que los intereses del Partido-Estado al servicio del granservismo, es decir los motivos políticos, guían la campaña del régimen contra la Declaración, documento cuya característica principal es poner al orden del día el problema crucial de la salvaguardia de la cultura nacional croata. Por cierto, importantes problemas de la vida nacional pueden ser a la vez, aunque no necesariamente, un asunto político. Pero, en el caso presente se trata de la política stricto sensu, es decir del problema del bien nacional común, fuera y por encima de las discusiones partidarias.
En ese sentido entendieron el problema del idioma nacional los iniciadores y firmantes de la Declaración. Los intelectuales croatas, y no los gobernantes comunistas, interpretan y defienden los intereses nacionales croatas. Así lo entienden inclusive los escritores y filólogos de filiación comunista, partícipes de esa acción conjunta de los intelectuales croatas, pese a grandes diferencias ideológicas, y pese a las presiones de los aparatchiks comunistas. En realidad se trata del frente nacional, de una rebelión abierta de los intelectuales, inclusive de los comunistas, contra el monopolio político comunista practicado en detrimento de los intereses y los derechos nacionales croatas, contra la mentira oficial sobre la feliz solución de los conflictos nacionales en el conglomerado multinacional yugoslavo, lo que debería servir como el justificativo al régimen comunista tanto ante los pueblos afectados como ante la opinión pública internacional. Es sabido que inclusive los influyentes políticos del Occidente -exempli gratia sir Anthony Eden- aceptaron, al menos pro forma, la tesis de que, en vista del previo fracaso de la dinastía serbia, el régimen comunista sería más indicado en cuanto a la organización de la transacción política entre las naciones en pugna dentro del conglomerado yugoslavo.
La reacción airada del régimen se manifestó en la intensa repetición de que la Declaración constituye un ataque "contra la mayor conquista de la lucha de la liberación nacional, es decir, contra la fraternidad y la unidad de los pueblos de Yugoslavia". El tono a toda la campaña desatada lo imprimió el dictador Tito quien, según afirman, estima que su obra principal es el restablecimiento de Yugoslavia y su misión histórica sería su conservación. En Kosmet varias veces se refirió a la Declaración recalcando que el Partido Comunista "no permitirá que se atentase contra la mayor conquista de la lucha de liberación nacional y de la revolución socialista la fraternidad y la unidad de los pueblos de Yugoslavia...". Aludiendo a la Declaración, la calificó como "el poder por la espalda" por parte de los que "trabajaron subrepticiamente y de sopetón golpearon por la espalda". La vincula con los individuos que "de modo refinado y a veces en secreto atacan incluso a la Liga Comunista, manifestando que presuntamente la Liga (Partido) Comunista es una cosa perimida y que política perdió la batalla" [20].
Esta exasperación por haberse pasado por alto el Partido Comunista por los intelectuales es motivo permanente de quienes critican la Declaración entre los dirigentes comunistas. No puede ser de otra manera mientras Tito -ex sargento austro-húngaro, obrero metalúrgico, revolucionario profesional, líder talentoso de la guerrilla y hábil funcionario partidista del tipo Stalin-, en su papel de árbitro para los problemas lingüísticos no vaciló a dar clase a los escritores y filólogos -miembros de las respectivas Academias, profesiones universitarios y autores de prestigio internacional-, afirmando que, pese a todo, "el Acuerdo de Novi Sad es la mejor solución que pudo lograrse, ya que, en efecto, no hay diferencias en esa materia". Un día antes, hablando en una fábrica esgrimió como el argumento irrebatible contra la Declaración, que a los obreros y campesinos "no les importa si una palabra se pronuncia de una u otra manera" [21].
La invocación por parte de la propaganda oficial y los escritores serbios del derecho de la minoría serbia en Croacia (el 14% de la población según las estadísticas oficiales, sin duda favorables a los serbios) a su propio idioma y alfabeto (caracteres cirílicos rusos), aunque si existiera el peligro de la discriminación (lo que no es el caso) constituye un ejemplo clásico de la inversión de los términos. Según esta lógica ni en la "república socialista de Croacia", que en teoría tiene el carácter de un Estado nacional, los croatas tendrían derecho al uso de su propio idioma literario para no incomodar a los integrantes de la minoría étnica serbia, relativamente pequeña. Por otra parte, según esta misma lógica granserbia, los croatas, si no quieren ser tildados de chovinistas, no deben reivindicar el derecho de igualdad a su lengua en el uso de la administración central en un Estado plurinacional, donde por su número equivalen casi a los serbios, quienes quieren imponer su idioma en la administración pública y en todos los medios de comunicación no sólo a los croatas sino también a los eslovenos, montenegrinos y macedonios, sin mencionar a las minorías húngara y albanesa. El mismo Tito al oponerse a la Declaración en realidad se declara en favor de la imposición de idioma literario serbio a los croatas con total exclusión de su multisecular tradición literaria, parte constitutiva de la cultura nacional croata y, por concurso de las circunstancias, el factor esencial de la diferenciación nacional entre los serbios y los croatas.
En lo que se refiere a los derechos de la minoría serbia de Croacia a su propio idioma y alfabeto, por los que tanto bregan los comunistas, nunca le fueron negados en Croacia en circunstancias normales. Durante Austria-Hungría bajo el gobierno autónomo de Croacia la minoría serbia gozaba de todos los derechos en la educación y la cultura. Los ortodoxos disponían de sus escuelas religiosas y usaban el alfabeto cirílico sin obstáculo alguno. De hecho, la minoría serbia en Croacia era considerada como "un pueblo estatal" igual como el croata, caso único en la era moderna de los Estados nacionales, en los que normalmente domina el pueblo que da su impronta nacional al Estado respectivo [22].
Después del presente análisis no es difícil entender porque lo que propuso la Declaración respecto de la modificación constitucional fue de plano rechazado. Cuesta creer que alguien entre los iniciadores y firmantes de dicha Declaración esperara la aceptación de sus propuestas. Es más probable que perseguían ejercer presión sobre los dirigentes del Partido Comunista en Croacia, que previamente participaron en la oposición al centralismo económico para que procedan de igual modo, al caer Rankovic, en el campo cultural. Por ahora cabe registrar violentas reacciones por parte de los dirigentes comunistas de Croacia y una serie de represalias. Sin embargo, tras el aluvión de protestas organizadas por el régimen, se infiere que los dirigentes comunistas croatas se hallan en una situación embarazosa.
Por una parte, ante el público croata mostraron no tener coraje para defender los derechos nacionales ante las embestidas del granservismo ni tras el derrocamiento de Rankovic. En lugar de ellos, los intelectuales croatas tuvieron que asumir la defensa de la cultura nacional desafiando a la jefatura comunista, que se arroga el monopolio de las acciones políticas y el control de la vida nacional en su totalidad. Los intelectuales comunistas que tomaron parte en la redacción y la firma de la Declaración fueron censurados y castigados por "falta de vigilancia", "la desviación nacionalista" y sobre todo por la actitud hostil hacia la dirección comunista [23].
Su papel quisieron asumirlo "los representantes autotitulados del pueblo croata" [24].
En otras palabras, los intelectuales croatas, inclusive los comunistas, estiman que el Partido Comunista de Croacia no defiende los intereses nacionales. Así fue dicho claramente en la reunión del Comité Urbano partidario de Zagreb por uno de sus miembros: "Considero que con la Declaración se quiso decir que la Liga (Partido) Comunista en la solución de determinados problemas y en la cuestión nacional se hallaba en el segundo plano, es decir que no libra esa lucha y que habría que encontrar nuevos hombres, nuevas fuerzas que llevarán esa lucha a buen fin" [25]. Vladimir Bakaric, presidente del Comité Ejecutivo del Partido Comunista de Croacia fue más lejos. En la sesión del Comité Central reconoció abiertamente que "en conexión con el problema nacional, incluso entre nuestros comunistas, se creó la atmósfera de que es revolucionario precisamente aquel que más critica a la dirección (comunista)" [26].
Los dirigentes comunistas, igual que en otras oportunidades al referirse a los conflictos nacionales, sostienen que la lucha por el éxito del socialismo lleva automáticamente a la solución deseada, por cuanto "los intereses de todos los trabajadores son idénticos". Empero, los intelectuales comunistas de Croacia llegaron a la conclusión que la imposición de la dictadura comunista no trajo la igualdad de los derechos entre los croatas y serbios. Por eso respaldaron la Declaración y perseveran en su posición a pesar de la monstruosa campaña de intimidación, desencadenada por el régimen. Lo reconoció el mismo Bakaric, cuando dijo que habían firmado la declaración unos ochenta intelectuales comunistas, que "no son enemigos del socialismo. Todo lo contrario. Y es imposible convencerle de que siguen un camino equivocado".
El máximo exponente del régimen en Croacia no sabe explicar la rebeldía de los intelectuales de otra manera, sino insinuando, que se trata de los desplazados, accesibles a las insidias del extranjero.
Tras una exposición sobre las supuestas causas del surgimiento del problema nacional, tratando de no ahondar el abismo entre la opinión pública croata y la dirección comunista, reconoce que él mismo tuvo que luchar contra el centralismo económico.
Pero actualmente "abrazaron el nacionalismo otros y justamente los que en la presente etapa revolucionaria no encontraron su lugar, con quienes no encontrarmos un lenguaje común...". En este asunto "se entrometió también el extranjero" (alusión a los exiliados) y "mucho se entrometen varios servicios de espionaje" [27].
En continuación, Bakaric exigió un severo castigo de los iniciadores. En crítica del nacionalismo no se limitó sólo a la Declaración, sino a otros casos de rebelión intelectual. No excluye, más bien espera otros casos similares. No obstante, reconoce que la campaña contra la Declaración "se extendió en demasía". Se declara contrario a las medidas administrativas, vale decir, la intervención de la policía política, pero exige castigos por parte de los órganos partidarios[28].
En efecto, varios destacados intelectuales comunistas fueron excluidos del Partido y otros amonestados. (En Belgrado ninguno de los firmantes de la "Proposición" fue excluido del Partido). Cuantos firmaron la Declaración fueron despojados de los cargos directivos partidarios y administrativos. M. Krleza, el más prominente escritor comunista, renunció como miembro del Comité Central de la Liga Comunista de Croacia.
Los dirigentes comunistas no se atreven a negar la existencia de problemas pendientes en lo concerniente a la igualdad nacional, incluyendo el problema del idioma croata. Con ello refirmaron lo que sostiene la Declaración. Únicamente se reservan el derecho de resolver ellos esos problemas con métodos socialistas. Escritores y lingüistas deberían dejarles a ellos esos problemas, aunque admiten que entre ellos y la opinión pública no hay "un lenguaje común" cuando se trata de derechos nacionales.
Mientras los dirigentes comunistas se esfuerzan por tapar las brechas en Croacia, donde crece la oposición a la preponderancia serbia en el Partido-Estado, de otra parte se ven obligados a defenderse ante los serbios, denunciando la defensa de los pueblos de Yugoslavia", que los serbios entienden como la aceptación fraternal de su hegemonía por los demás pueblos del Estado multinacional de Yugoslavia.
Esa subordinación al granservismo es fiel reflejo de la realidad yugoslava, no importa si lo admiten o no los comunistas. Ellos subieron al poder debido únicamente a la situación anormal causada por el sometimiento de varios pueblos a Serbia al crearse el nuevo Estado sureslavo en virtud de los contratos de paz de 1919. La resistencia de los pueblos oprimidos llevó ineludiblemente al derrumbe del Reino de Yugoslavia en la Segunda Guerra Mundial y la subsiguiente guerra nacional entre serbios y croatas con secuelas desastrosas para ambos pueblos. Así se dieron las condiciones propias para la acción comunista, especialmente para un entendimiento sobre los comunistas y granserbios, hasta entonces severamente criticados por los comunistas. Desintegrada Yugoslavia, los serbios hasta entonces el pueblo privilegiado, se encontraron sin el poder en un país bajo la ocupación alemana y búlgara. Las masas imbuidas con el espíritu granserbio, se convirtieron en un elemento resentido y hasta desesperado, acondicionado sicológicamente para aceptar liderazgos de los comunistas que prometían la restauración de Yugoslavia con ayuda de Rusia y el castigo despiadado de todos los opositores a ese Estado. Unicamente en esa forma los comunistas pudieron realizar su revolución. Pero ello implicaba traición de los pueblos, incluidos por la fuerza en la Yugoslavia, es decir de la gran mayoría de la población. Los comunistas lograron su revolución, pero se convirtieron en instrumento y presos del granservismo. Las bases de su poder se hallan todavía en Serbia. Los serbios son los únicos posibles guardianes de la compelida unidad estatal que los comunistas de modo hipócrita tratan de justificar con la especial fraternidad de los pueblos yugoslavos en contradicción con la realidad y hasta con los puntos de vista del internacionalismo comunista. No hay razón valedera para una fraternidad especial entre los pueblos yugoslavos que no podrían abarcar también a otros pueblos. Insistir en "la fraternidad y la unidad" como "el logro máximo" de los guerrilleros durante la última guerra mundial es incompatible con la doctrina comunista y con la voluntad de los pueblos que resisten a la impuesta unión con Serbia. Sólo a través de los laberintos dialécticos puede, en cierto modo, ajustarse a la concepción comunista que una dudosa "fraternidad y unidad" y no revolución comunista sería la conquista principal y máxima no sólo en tiempos de guerra sino para siempre.
El dictador comunista yugoslavo, hablando contra la declaración a los "activistas" del partido de Kosmet, dio prueba cabal de la duplicidad e inconsistencia en el manejo del slogan sobre la famosa "fraternidad de los pueblos de Yugoslavia", cuando dijo:
"Entre nosotros, los comunistas, no debe haber aquello: Yo soy serbio, tú eres shipter (albanés), o tú eres montenegrino y cosas por estilo. Ante todo, vosotros sois comunistas"[29].
Es decir, entre los comunistas los intereses nacionales tienen que ser subordinados a la razón del Estado-Partido, dominado por los serbios.
Pero eso significa desconocer opinión e intereses de gran mayoría no comunista. En el caso concreto de Kosmet se trata del conflicto entre los serbios, que consideran a Kosmet como la "vieja Serbia", y los albaneses de Kosmet que son la grande mayoría de la población. Además, viven en masas compactas junto a las fronteras de Albania, su Estado nacional, y con razón no pueden entender en nombre de qué "fraternidad" los albaneses del Kosmet deberían estar sometidos a Serbia en lugar de incorporarse al Estado nacional albanés Los albaneses no integraron el grupo lingüístico eslavo y para ellos no valen siquiera los argumentos de una "fraternidad" peculiar en el sentido de la propaganda paneslavista, tal como se la impone a los croatas y serbios que pertenecen al grupo lingüístico eslavo. Además, los albaneses de Kosmet son en su mayoría musulmanes, de modo que la religión no los une sino separa de la Serbia y Rusia ortodoxas. En cambio, los albaneses saben muy bien que, siendo musulmanes, para los serbios son "enemigos hereditarios", ex sostenedores del dominio turco. Por esos motivos los actuales gobernantes comunistas en Albania prefieren ser satélites de la lejana China que de Rusia, protectora tradicional de Serbia.
De ahí la necesidad de que Titon recuerda a los comunistas de Kosmet, tanto a los serbios como a los albaneses, que en primer lugar son comunistas y luego serbios o albaneses.
Pero, siendo Albania uno de los Estados con el régimen comunista ¿cómo convencer aun a los comunistas de Kosmet, que ellos, aun en condición de los activistas del partido, deben aceptar la tesis granserbia, que su lugar está en Serbia y no en el vecino Estado nacional de los albaneses?
Es evidente, que en este caso concreto, tan pregonada "fraternidad", aun invocando al internacionalismo marxista -en interpretación del viejo dictador, bastante desmedrado- no es otra cosa que un tosco simulacro del granservismo.
No cabe duda, Bakaric, Tripalo y otros dirigentes comunistas de Croacia saben perfectamente bien que son, igual como Tito, presos del granservismo desde el momento en que se aliaron con él con el propósito de realizar la revolución comunista, entonces imposible lograr sin participación masiva de los intereses vitales del pueblo al que pertenecen.
Es su condición de los comunistas, puede servirles de algún consuelo el hecho de haber obrado entonces de acuerdo a la línea del activismo dialéctico, es decir, para conseguir desde su punto de vista, el bien supremo, la revolución comunista, entonces imposible lograr sin participación masiva de los serbios. Para complacer a los serbios se hicieron cómplices de la liquidación del Estado nacional croata, surgido en 1941, y de las matanzas colectivas de los patriotas croatas de 1945. De este modo consiguieron imponerse como gobernantes en la segunda Yugoslavia, pero dominada por los serbios, igual como la primera (1918-1941), a pesar de la fachada "socialista" y federalista del restituido Estado yugoslavo.
Más cerca de la realidad nacional croata que Tito, los dirigentes comunistas de Croacia, apremiados por los intelectuales comunistas, firmantes de la Declaración, no objetan de ser malos comunistas sino de haber pecado por apresurados. Por una parte habrían favorecido al granservismo de Rankovic y de otra el resurgimiento del nacionalismo croata, no sólo antiyugoslavo sino también anticomunista prooccidental.
El punto débil de la autodefensa de los dirigentes comunistas de Croacia, presos del granservismo, desde el punto de vista de los intelectuales comunistas ha sido y sigue siéndolo su impotencia en afrontar el conflicto de dos lealtades -comunista y patriótica- provocado con su alianza con granservismo. Al plantear el problema alistándose con los no comunistas en la defensa de los valores nacionales, los intelectuales comunistas de Croacia han dejado malparada a la conducción partidaria y puesto al orden del día el problema de la solución del conflicto de dos fidelidades: a la patria y a la revolución comunista.
[2] Sobre el exterminio y la expulsión de los 500.000 alemanes, mayormente de Voivodina, donde se radicaron tras el repliegue turco y allí vivieron varios siglos, se guarda silencio absoluto, aceptándose la tesis sobre la culpabilidad colectiva del pueblo alemán por los excesos del Tercer Reich. Ver: "Exterminio y expulsión de la minoría étnica alemana de Yugoslavia", Studia Croatica, vols. 10-13, pp. 186-94.
[4] El nombre original de Yugoslavia, constituida en el 1918, era el "Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos". Recién en 1929 el rey dictador Alejandro decretó que en adelante se llamaría el "reino de Yugoslavia", con lo que eliminó los nombres nacionales. Hasta prohibió el uso de los nombres nacionales, reemplazados por el término geográfico (el vocablo Yugoslavia quiere decir Sur-eslavia, es decir el país de los eslavos meridionales), lo que ha sido una medida provisoria con el último fin de imponer el nombre nacional serbio de acuerdo al propósito principal de la dinastía serbia que oficialmente denegó la existencia de los pueblos croata y esloveno. Según esta teoría, Croacia era sólo un término regional dentro de la nación sureslava, presuntamente unitaria en lo étnico.
[5] Ver la declaración del secretario del Comité Ejecutivo de la Liga Comunista de Croacia, Mika Tripalo, en Vjesnik del 23/3/1967, Zagreb.
[7] Anton Knezevic: "Mesianismo y la misión ruso-soviética en el mundo", Studia Croatica, vols. 14-15, pp. 135-151.
[8] Ver los datos sobre Jorge Krizanic, promotor del paneslavismo y Strossmayer, ideólogo del yugoslavismo en Studia Croatica, vol. 6, pp. 32-39.
[9] Existía en ese sentido un programa secreto (Nacertanije) del gobierno serbio de 1844. Ver Studia Croatica, vols. 16-19, pp. 41-46.
[10] Sobre el particular se habla más extensamente en el trabajo "Lengua croata" de Z. A. Sancevic, en este mismo tomo.
[11] Ver más detalles en el artículo: "Ivo Andric, escritor croata, premio Nobel de literatura", Studia Croatica, vol. 5, pp. 278-189.
[13] Kovzezic za istoriju, jezik i obicaje Srba sva tri zakona" (El cofrecito para la historia, el idioma y las costumbres de los serbios de tres religiones), Viena 1849.
[14] Su posición favorable al idioma literario croata frente a los intentos unitaristas de la Yugoeslavia comunista, la expresó el Dr. V. Macek en el artículo “El idioma literario y la ortografía croatas”, en Hrvatska Revija, vol. 40. Sobre el Dr. Macek ver Studia Croatica, vols. 14-15, pp 37-44.
[17] La versión de Mika Tripalo, secretario del Comité Ejecutivo del Partido Comunista croata, Vjesnik, 20/3/1967, Zagreb.
[19] Kosmet -abreviatura para el territorio de Kosovo y Metohija- es una zona lindante con Albania y habitada por un millón de compacta población albanesa. Kosmet, donde vive casi la mitad del pueblo albanés, forma parte de la "república" de Serbia como un "territorio autónomo" donde el poder lo ejercen los serbios con métodos terroristas que tocan incluso a los mismos comunistas del grupo étnico albanés. Acerca de opresión granserbia y a raíz de la caída de Rankovic fueron hechos públicos datos espeluznantes que, en parte, reflejan los métodos serbios en la opresión nacional, que no sólo la nueva edición en su deteriorada forma comunista de los crímenes que cometieron los serbios contra los albaneses ya tras su "liberación" durante las Guerras Balcánicas (1912-13), crímenes que fueron verificados por una comisión internacional formada ad hoc. (Datos sobre la dicha comisión internacional, Studia Croatica, vols. 10-13, pp. 60 y 94).
[22] En cambio, desintegrada Austria-Hungría en 1918 y constituido el nuevo Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos -un conglomerado multinacional en que Serbia era la cuarta parte en cuanto al territorio y la población-, los serbios, que ejercían su hegemonía, procedieron de modo diferente. So pretexto de la supuesta unidad nacional, cercenaron, presuntamente en nombre de la mayoría parlamentaria, elegida con fraude y coerción, los derechos de los croatas no sólo a la igualdad política sino también la cultural y la religiosa. Eso lo hicieron primero en forma disimulada y luego en forma abierta mediante la dictadura de la dinastía y el ejército serbios. Este sistema disgustó a los mismos líderes de la minoría serbia en Croacia al convertirse en 1918 en el pueblo gobernante se destacaron en la represión contra la resistencia nacional croata, poco después ellos también vieron conculcados sus derechos y libertades políticos e individuales. Así el Partido Demócrata Independiente que agrupaba a la mayor parte de la minoría serbia en Croacia, se coaligó con el Partido Campesino Croata, conducido por Esteban Radic, líder democrático de la abrumadora mayoría de los croatas, y participó en la lucha contra la hegemonía de Serbia. Radic fue asesinado en 1928 en el recinto parlamentario de Belgrado y cuando poco después el rey Alejandro inauguró un régimen abiertamente dictatorial y autocrático, de acuerdo con la tradición serbia de tipo bizantino-ruso, Svetozar Pribicevic, jefe de la minoría serbia en Croacia, ante un fanático partidario de la unión serbio-croata, fue obligado a exiliarse con el fin de proteger su integridad física. Según el testimonio de Ivan Mestrovic, al ver la falta de buena voluntad por parte de Belgrado para transar con los croatas en la lucha por la independencia. Estaba convencido que el Estado croata, conteste con la tradición fundamental croata de tipo occidental, será libre y democrático. Por lo tanto, el Estado croata conviene más a la minoría serbia que la compelida unión yugoslava, que, es verdad, le posibilita integrar el mismo Estado con los demás serbios, pero les cuesta la pérdida de los derechos y las libertades políticas (Ivan Mestrovic: Uspomene na politicke ijude i dogodjaje, Buenos Aires 1960, pp. 233-234; ver la traducción del/ pasaje en Studia Croatica, vol. 5, pp. 252-54).
[23] Mika Tripalo, secretario del Comité Ejecutivo de la Liga de los Comunistas, refiriéndose a la Declaración, censuró su secreta elaboración y el presunto ocultamiento de sus propósitos políticos bajo el manto científico y literario. "Así debemos decir que en todo ello hay algo oculto, que se quiso lanzar ante nuestro público una bomba política para poner a ese público y sus organizaciones políticas ante un hecho consumado. Una vez más debo decir que es un hecho que los foros políticos de la ciudad (Zagreb) y de Croacia no fueron informados, aunque entre los firmantes hay muchos comunistas". Su deber era "consultar obligatoriamente a sus foros políticos", lo que no hicieron por querer "ponerlos ante el hecho consumado", y porque "debieron estar convencidos de que esta acción sería impedida". Todo eso es "la continuación de la desconfianza que una parte, por cierto menor (?), de los intelectuales manifiesta hacia el Comité Central de la Liga Comunista de Croacia". Tripalo se defiende que no piensa "justificar todos los procederes del Comité Central y éste discutirá sobre su responsabilidad, puesto que no deja de luchar por la concepción de autogestión socialista". Ello, en opinión de Tripalo, haría superflua la Declaración (Vjesnik, 26/3/1967).
[27] Entrevistado por Carl Gustav Ströhm del semanario alemán protestante "Christ und Welt" (7 de julio de 1967) Bakaric aún cuatro meses después sigue denunciando las influencias del exterior, esta vez sólo de los auxiliados, omitiendo los servicios de espionaje. Evidentemente, hablando para un prestigioso periódico extranjero, Bakaric no quiso rebajarse al repetir sólidas acusaciones de los espías extranjeros. Inclusive, no ocultó "la preponderancia del idioma serbio, p. ej., en las fuerzas armadas y la administración central", así como "grave conflicto con nuestros intelectuales". Hasta admitió que "en lo que se refiere al problema nacional en cierto sentido nunca llegaremos a su solución final". Si es así, entonces: ¿qué importancia tiene el hecho de coincidir los firmantes de la Declaración con los exiliados en la defensa de los derechos nacionales?¿Por qué el insistir sobre la compulsiva unión de los serbios y croatas en vez de buscar la salida en la independencia nacional cuanto croata, tanto serbia?
[28] Ibid. También otros críticos comunistas de la Declaración admitieron que en la campaña desatada se manifestaron "fuerzas harto primitivas" (Vjesnik, 24/3/1967).
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también / See also / Gledaj isto:
The
1967 Declaration and related texts, in 5 languages (16 texts)
Croatian
Matica iseljenika i Deklaracija o nazivu
i položaju hrvatskoga književnog jezika - Ivan Čizmić
Deklaracija o Nazivu i položaja
Hrvatskog Književnog jezika i emigracija – Joza Vrljicak
Deklaracija o nazivu i položaju
hrvatskog književnog jezika (1967) - Hrvatska Revija, godina
XVII, svezak 1-2 (65-66), München, Kolovoz 1967
Apel hrvatskih književnika i pisaca u
emigraciji – Hrvatska Revija, godina XVII, svezak 1-2 (65-66),
München, Kolovoz 1967
Od Baščanske ploče do zagrebačke
Deklaracije (1076-1967) – Vinko Nikolić - Hrvatska Revija, godina
XVII, svezak 1-2 (65-66), München, Kolovoz 1967
http://studiacroatica.blogspot.com.ar/2017/04/od-bascanske-ploce-do-zagrebacke_6.html
Borba za hrvatski književni jezik (1967) –
Krsto Spalatin - Hrvatska Revija, godina XVII, svezak 1-2 (65-66), München, Kolovoz
1967
Spanish
Los croatas en defensa de su idioma
nacional - Ivo Bogdan, Buenos Aires - Studia Croatica, Año VIII,
Buenos Aires, 1967, N° 24-27
La declaración sobre la denominación y
la situación actual del idioma literario croata - Studia
Croatica, Año VIII, Buenos Aires, 1967, N° 24-27
Proyecto de resolución de un grupo de
escritores servios - Studia Croatica, Año VIII, Buenos Aires,
1967, N° 24-27
La lengua croata - Zdravko
Sancevic, Caracas, Venezuela - Studia Croatica, Año VIII, Buenos Aires, 1967,
N° 24-27
German
Deklaration
über die Bezeichnung und Stellung der kroatischen Schriftsprache - Hrvatska Revija, godina XVII, svezak 1-2 (65-66),
München, Kolovoz 1967
Appell
kroatischer Schriftsteller im Exil - Hrvatska Revija, godina XVII, svezak 1-2 (65-66), München, Kolovoz
1967
French
Declaration
sur l'appellation de la langue littéraire croate et sur sa situation dans les
circonstances actuelles (1967) - Hrvatska Revija, godina XVII, svezak 1-2 (65-66), München, Kolovoz
1967
Appel
des écrivains croates en exil (1967) - Hrvatska Revija, godina XVII, svezak 1-2 (65-66),
München, Kolovoz 1967
English
Serbo-Croatian
or Serbian and Croatian? Considerations on the Croatian Declaration and Serbian
Proposal of March 1967 –
Includes the Declaration Concerning the
Name and the Position of the Croatian Literary Language - Christopher
Spalatin - Journal of Croatian Studies, VII-VIII, 1966-1967, Annual Review of
the Croatian Academy of America, Inc., New York
Statement
of the Croatian Academy of America Regarding the Zagreb Language Declaration
(1967) - Journal of
Croatian Studies, VII-VIII, 1966-1967, Annual Review of the Croatian Academy of
America, Inc., New York
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