Studia Croatica
Año V, Buenos Aires, 1964, N° 14-15
SUMARIO
• Ivo Lendic - Ivo Bogdan: Las relaciones entre Yugoslavia y la Santa Sede
• Angel Belic: Dr. Vladko Macek
• Bogdan Radica: John F. Kennedy
• Willelmus Meinzl: O tempora..., o mores
• Marko Japundzic: La glagolitza croata
• Stjepan Ratkovic: Pleito Pekín - Moscú: ¿sólo ideológico?
• Pedro Vukota: Albania en las controversias comunistas
• Jure Petricevic: Croacia y la crisis total de Yugoslavia
• Anton Knezevic: Mesianismo y la misión ruso - soviética en el mundo
• Gojko Boric: El Pegaso enfrenado
Documentos
• Una nota del gobierno comunista yugoeslavo al Episcopado Católico sobre los sacerdotes exilados
Reseña de libros
• Ministerio para los Expulsados, Refugiados y Perjudicados por la Guerra: Das Schiksal der Deutschen in Jugoslawien
• Documents on German Foreign Policy 1918-1945
• J. B. Hoptner: Yugoslavia in crisis - 1934-1941
• Dr. Milan Stojadinovic: Ni la guerra ni el pacto
• Ludvig Vrtacic: Einführung in den Jugoslawischen Marxismus Leninismus
• Croatian Academy of America: Journal of Croatian Studies, vol. II
Sunday 8 January 2012
Saturday 7 January 2012
Pedido de Artículos, Documentos y Material Audiovisual
Pedido de Artículos, Documentos y Material Audiovisual
Una Invitación a colaboradores prospectivos
En línea con la intención de mantener una revista de alto nivel informativo y objetivo, los editores de Studia Croatica - Instituto de Cultura Croata (desde 1960) invitan a los posibles colaboradores a que envíen los siguientes tipos de materiales, en cualquier idioma: (1) artículos críticos –correspondientes a la historia y la cultura croata en los campos de la literatura, las artes plásticas y la música, sociología, historia, economía, gobierno y el derecho, las ciencias naturales, filología, filosofía y religión, (2) traducciones creativas de la cuentos y poemas croatas, (3) reseñas de libros que tengan una conexión básica con asuntos croatas, (4) documentos inéditos croatas de importancia histórica y cultural, por ejemplo cartas, diarios y registros –incluyendo los documentos de la diáspora croata, (5) registros de documentos (publicados o no publicados) sobre cuestiones particulares de la importancia histórica y cultural croata (6); material audiovisual: fotografías, bandas sonoras, videos.
Escribir a: studiacroatica@gmail.com
Una Invitación a colaboradores prospectivos
En línea con la intención de mantener una revista de alto nivel informativo y objetivo, los editores de Studia Croatica - Instituto de Cultura Croata (desde 1960) invitan a los posibles colaboradores a que envíen los siguientes tipos de materiales, en cualquier idioma: (1) artículos críticos –correspondientes a la historia y la cultura croata en los campos de la literatura, las artes plásticas y la música, sociología, historia, economía, gobierno y el derecho, las ciencias naturales, filología, filosofía y religión, (2) traducciones creativas de la cuentos y poemas croatas, (3) reseñas de libros que tengan una conexión básica con asuntos croatas, (4) documentos inéditos croatas de importancia histórica y cultural, por ejemplo cartas, diarios y registros –incluyendo los documentos de la diáspora croata, (5) registros de documentos (publicados o no publicados) sobre cuestiones particulares de la importancia histórica y cultural croata (6); material audiovisual: fotografías, bandas sonoras, videos.
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El Pegaso enfrenado: Contrastes y esperanzas en las literaturas de Yugoslavia (1964)
El Pegaso enfrenado:
Contrastes y esperanzas en las literaturas de Yugoslavia
Gojko Boric, Colonia, Alemania Occidental
Studia Croatica, Año V, Buenos Aires, 1964, N° 14-15
El destino de las letras de pueblos pequeños es de permanecer escasamente conocidas. Los creadores literarios de tales pueblos suelen aparecer tardíamente en el mercado de la "producción" literaria. Además, entre las literaturas eslavas, poco interés se presta a las letras de los pueblos sureslavos. Recién un acontecimiento casual y espectacular como la adjudicación del premio Nobel a Ivo Andric, atrajo la atención de editores y lectores en ciertos países que hasta el presente se desinteresaron de la literatura moderna de los pueblos de Yugoslavia, rica en su variedad temática y compleja en su enfoque de los problemas artísticos y humanos en condiciones complicadas y contrastantes.
Por ello, importa señalar unas cuantas verdades fundamentales sobre el mosaico político, cultural y nacional que por razones varias y de modo superficial suele denominarse como el "Sudeste eslavo".
Sin adentrarnos en las polémicas nacionalistas, que siguen bullendo bajo el manto aparentemente tranquilo de la dictadura de Tito, no pueden dejarse de lado las diferencias substanciales de los pueblos que integran el conglomerado plurinacional de Yugoslavia. En ese complejo de diferencias reviste capital importancia el hecho de que la frontera entre las dos culturas europeas específicas, la occidental y la oriental (bizantino-rusa) separa a los dos pueblos mayoritarios de Yugoslavia, el croata y el serbio. Aquí deben añadirse las diferencias del proceso histórico, de tradiciones, del grado y la clase de la civilización respectiva, como asimismo los conflictos pasados justificados o no, etc. Por dichas razones cabe hablar por separado de la literatura croata y de la literatura serbia (pese a la similitud idiomática), lo que los extranjeros no toman debidamente en cuenta. Pues, los representantes oficiales yugoslavos tratan de borrar y ocultar esas diferencias frente al extranjero, por motivos políticos. Idéntica posición se manifiesta últimamente y con frecuencia en la política cultural interna, a lo que nos referiremos más adelante.
Mirada retrospectiva con y sin ira
En una reunión de escritores yugoslavos, Miroslav Krleza[1], líder de los escritores marxistas croatas, reconvino a sus jóvenes colegas rebeldes en estos términos:
"El papel del Partido Comunista durante los tres últimos decenios, con toda una serie de pronósticos, resultó ser el único real. Previendo con toda claridad que indefectiblemente se produciría la quiebra de la superestructura burguesa, el Partido Comunista creó las condiciones previas para poder, en circunstancias sumamente difíciles, entablar la lucha que en su última consecuencia condujo al hecho consumado dentro del cual estamos todos aquí, en esta sesión plenaria, sentados y deliberando. Sin esa política del Partido Comunista y sin ese hecho político consumado hoy no estaríamos aquí, ni se realizaría esta sesión plenaria".
En esta advertencia amenazante hay mucha verdad cruda. La llegada de los comunistas al poder significó en muchísimos casos la ruptura total con el pasado, si bien su predominio no se debe exclusivamente a la victoria bélica, sino que fue preparado entre las dos guerras.
Sin embargo, no era posible liquidar de golpe los "criterios perimidos" de la mayor parte de los intelectuales croatas sin recurrir a las medidas de represión brutal. La época stalinista de 1945 a 1948 abunda en ejemplos del exterminio más vulgar, tanto de instituciones culturales como de individuos no comunistas.
Junto con el aluvión de los "vencedores" guerrilleros comunistas, regresaron de los bosques aquellos rarísimos "trabajadores culturales" y "artísticas populares", que se habían unido a las huestes de Tito. Ocuparon a su regreso los puestos directivos en la vida cultural. La prestigiosa publicación literaria croata Hrvatska Revija (Nº 4, 1955, Buenos Aires) detalla en su edición jubilar varias decenas de hombres de letras, artes y ciencias de Croacia que tuvieron que pagar con su vida su anticomunismo. Una parte de los intelectuales simpatizantes esperaba entre bastidores, pero la mayor parte temblaba ante la prohibición de trabajar, la persecución y la muerte violenta. Citaremos a los más destacados: profesor Kerubin Segvic, escritor e historiador; Dr. Albert Haller, crítico literario: Dr. Mile Budak, conocido novelista; Dr. Ivo Guberina, historiador; Dr. Julio Makanec, profesor de filosofía; Gabriel Cvitan, joven poeta; Andrija Radoslav Bauerov-Glavas, joven crítico literario; Marijan Matijasevic, poeta; monseñor Dr. Janko Simrak, historiador y teólogo; Branko Klaric, poeta; Vinko Kos, poeta; Zlatko Milkovic, novelista; Milivoj Magdic, publicista; Daniel Uvanovic, periodista y científico; Tijas Mortigjija, publicista y profesor universitario; Vilim Peros, periodista; Vjekoslav Blaskov, sindicalista; Ilija Jakovljevic, escritor, y muchos otros, menos conocidos pero valiosos e indispensables para el quehacer cultural de la nación croata. Se calcula que en la sombría Tragedia de Bleiburg, cuando Tito con la ayuda británica se apoderó de cerca de 300.000 croatas, soldados desarmados y civiles, que huían ante los comunistas, perecieron de 5 a 8.000 intelectuales, lo que para una nación de unos 6 millones de habitantes constituye una tragedia de grandes dimensiones, irreparable por decenios.
En esos años adversos suben al primer plano de la "vida cultural" los que antes portaban ametralladoras; los que antes no pudieron sobresalir en una justa competencia, por carecer de talento y de calificaciones. Ahora se volvieron dictatoriales, en un terreno donde no cabe la dictadura. Cuán anormal era esa situación lo ilustra el hecho de que en aquel entonces tuvo que guardar silencio el mismo Krleza, el más destacado escritor marxista del Oriente comunista entero, en opinión de Elías Ehrenburg.
Contrastes y esperanzas en las literaturas de Yugoslavia
Gojko Boric, Colonia, Alemania Occidental
Studia Croatica, Año V, Buenos Aires, 1964, N° 14-15
El destino de las letras de pueblos pequeños es de permanecer escasamente conocidas. Los creadores literarios de tales pueblos suelen aparecer tardíamente en el mercado de la "producción" literaria. Además, entre las literaturas eslavas, poco interés se presta a las letras de los pueblos sureslavos. Recién un acontecimiento casual y espectacular como la adjudicación del premio Nobel a Ivo Andric, atrajo la atención de editores y lectores en ciertos países que hasta el presente se desinteresaron de la literatura moderna de los pueblos de Yugoslavia, rica en su variedad temática y compleja en su enfoque de los problemas artísticos y humanos en condiciones complicadas y contrastantes.
Por ello, importa señalar unas cuantas verdades fundamentales sobre el mosaico político, cultural y nacional que por razones varias y de modo superficial suele denominarse como el "Sudeste eslavo".
Sin adentrarnos en las polémicas nacionalistas, que siguen bullendo bajo el manto aparentemente tranquilo de la dictadura de Tito, no pueden dejarse de lado las diferencias substanciales de los pueblos que integran el conglomerado plurinacional de Yugoslavia. En ese complejo de diferencias reviste capital importancia el hecho de que la frontera entre las dos culturas europeas específicas, la occidental y la oriental (bizantino-rusa) separa a los dos pueblos mayoritarios de Yugoslavia, el croata y el serbio. Aquí deben añadirse las diferencias del proceso histórico, de tradiciones, del grado y la clase de la civilización respectiva, como asimismo los conflictos pasados justificados o no, etc. Por dichas razones cabe hablar por separado de la literatura croata y de la literatura serbia (pese a la similitud idiomática), lo que los extranjeros no toman debidamente en cuenta. Pues, los representantes oficiales yugoslavos tratan de borrar y ocultar esas diferencias frente al extranjero, por motivos políticos. Idéntica posición se manifiesta últimamente y con frecuencia en la política cultural interna, a lo que nos referiremos más adelante.
Mirada retrospectiva con y sin ira
En una reunión de escritores yugoslavos, Miroslav Krleza[1], líder de los escritores marxistas croatas, reconvino a sus jóvenes colegas rebeldes en estos términos:
"El papel del Partido Comunista durante los tres últimos decenios, con toda una serie de pronósticos, resultó ser el único real. Previendo con toda claridad que indefectiblemente se produciría la quiebra de la superestructura burguesa, el Partido Comunista creó las condiciones previas para poder, en circunstancias sumamente difíciles, entablar la lucha que en su última consecuencia condujo al hecho consumado dentro del cual estamos todos aquí, en esta sesión plenaria, sentados y deliberando. Sin esa política del Partido Comunista y sin ese hecho político consumado hoy no estaríamos aquí, ni se realizaría esta sesión plenaria".
En esta advertencia amenazante hay mucha verdad cruda. La llegada de los comunistas al poder significó en muchísimos casos la ruptura total con el pasado, si bien su predominio no se debe exclusivamente a la victoria bélica, sino que fue preparado entre las dos guerras.
Sin embargo, no era posible liquidar de golpe los "criterios perimidos" de la mayor parte de los intelectuales croatas sin recurrir a las medidas de represión brutal. La época stalinista de 1945 a 1948 abunda en ejemplos del exterminio más vulgar, tanto de instituciones culturales como de individuos no comunistas.
Junto con el aluvión de los "vencedores" guerrilleros comunistas, regresaron de los bosques aquellos rarísimos "trabajadores culturales" y "artísticas populares", que se habían unido a las huestes de Tito. Ocuparon a su regreso los puestos directivos en la vida cultural. La prestigiosa publicación literaria croata Hrvatska Revija (Nº 4, 1955, Buenos Aires) detalla en su edición jubilar varias decenas de hombres de letras, artes y ciencias de Croacia que tuvieron que pagar con su vida su anticomunismo. Una parte de los intelectuales simpatizantes esperaba entre bastidores, pero la mayor parte temblaba ante la prohibición de trabajar, la persecución y la muerte violenta. Citaremos a los más destacados: profesor Kerubin Segvic, escritor e historiador; Dr. Albert Haller, crítico literario: Dr. Mile Budak, conocido novelista; Dr. Ivo Guberina, historiador; Dr. Julio Makanec, profesor de filosofía; Gabriel Cvitan, joven poeta; Andrija Radoslav Bauerov-Glavas, joven crítico literario; Marijan Matijasevic, poeta; monseñor Dr. Janko Simrak, historiador y teólogo; Branko Klaric, poeta; Vinko Kos, poeta; Zlatko Milkovic, novelista; Milivoj Magdic, publicista; Daniel Uvanovic, periodista y científico; Tijas Mortigjija, publicista y profesor universitario; Vilim Peros, periodista; Vjekoslav Blaskov, sindicalista; Ilija Jakovljevic, escritor, y muchos otros, menos conocidos pero valiosos e indispensables para el quehacer cultural de la nación croata. Se calcula que en la sombría Tragedia de Bleiburg, cuando Tito con la ayuda británica se apoderó de cerca de 300.000 croatas, soldados desarmados y civiles, que huían ante los comunistas, perecieron de 5 a 8.000 intelectuales, lo que para una nación de unos 6 millones de habitantes constituye una tragedia de grandes dimensiones, irreparable por decenios.
En esos años adversos suben al primer plano de la "vida cultural" los que antes portaban ametralladoras; los que antes no pudieron sobresalir en una justa competencia, por carecer de talento y de calificaciones. Ahora se volvieron dictatoriales, en un terreno donde no cabe la dictadura. Cuán anormal era esa situación lo ilustra el hecho de que en aquel entonces tuvo que guardar silencio el mismo Krleza, el más destacado escritor marxista del Oriente comunista entero, en opinión de Elías Ehrenburg.
Angel Belic: Dr. Vladko Macek
Angel Belic: Dr. Vladko Macek
Studia Croatica, Año V, Buenos Aires, 1964, N° 14-15
El 15 de mayo último (1964) falleció en Washington, EE.UU., el Dr. Vladko Macek, de 85 años de edad, presidente del Partido Campesino Croata, presidente honorario de la Unión Internacional de los Partidos Campesinos, ex vicepresidente del gobierno yugoslavo en el momento del ataque germano contra Yugoslavia.
Cuesta mucho ser demócrata convencido y pacifista a carta cabal, y como tal Macek trató de concretar sus principios democráticos en un ambiente autocrático y antidemocrático. Desde su juventud y hasta el destierro, siendo ya viejo, Macek actuó siempre dentro de un medio en que, contra los opresores, tuvo que luchar por sus convicciones democráticas y por el derecho a la libertad del pueblo croata. Siendo estudiante, experimentó la dictadura del bano (virrey) el conde Khuen-Hedervary, y, como hombre maduro, vivió la dictadura del rey Alejandro en Yugoslavia. Con todos los regímenes de fuerza en Yugoslavia Macek pudo colaborar, si hubiera querido, pues su cooperación hubiera sido bienvenida, pero él la rechazaba terminantemente. Graves consecuencias le acarreó esta rectitud, pues casi permanentemente estuvo perseguido y encarcelado, mas todos esos sinsabores los soportaba con la resignación gandhiana, persuadido de que a la postre prevalecerá su justa causa. La libertad nacional y política, la justicia social y el orden democrático son ideales tan altos y nobles que sólo por sus valores éticos habrán de vencer las concepciones totalitarias.
La lucha por el logro de esos propósitos se caracteriza en la historia de casi todos los pueblos por revoluciones y luchas sangrientas y largas. Los adalides de semejantes ideas consideraron que no deben escatimarse sacrificios, aunque exigen víctimas humanas, para alcanzar los fines trazados. El doctor Macek opinaba de forma diferente. Él también fue un luchador que quiso concretar su idea y en este sentido trabajó y organizó su partido durante toda su vida. Pero fue pacifista que aborrecía las revoluciones y el derramamiento de sangre, procurando lograr su propósito por medios pacíficos. Por eso es preciso juzgar a través de ese lente pacifista todas sus decisiones, incluso actitudes políticas que a primera vista suscitan una crítica espontánea.
Vladko Macek nació en 1879 en Jastrebarsko, Croacia. Estudió derecho en Zagreb y luego actuó de juez y abogado. Desde muy joven se interesó por los problemas de los campesinos que, apenas unos treinta años antes se habían emancipado de la dominación feudal y en esa época vivían en adversa situación económica. Ya como estudiante adhirió con todo su fervor juvenil al movimiento campesino que estaba organizando Esteban Radic y que con el tiempo se convertiría en el partido más poderoso de Croacia.
El programa de dicho partido perseguía en lo social el progreso económico y cultural del campesino. En lo político tuvo dos objetivos: uno en el orden de la política interior, o sea que los campesinos, que en aquellos tiempos representaban el 80% del pueblo croata, tengan en el parlamento (Sabor) el número proporcional de representantes, lo que no era el caso entonces, pues no regía el derecho de sufragio universal, y el otro, en el plano de la política exterior, es decir que en las relaciones de Croacia con Austria-Hungría los milenarios derechos constitucionales del reino croata estén íntegramente respetados. Eso en la concepción de Radic significaba que la monarquía dual de Austria-Hungría debería reestructurarse en forma confederal. Tal confederación de los pueblos danubianos no pudo concretarse debido a las balas serbias en el atentado de Sarajevo, motivo inmediato de la primera guerra mundial, que terminó con la desintegración de la monarquía austro-húngara en sus partes constitutivas.
Artículo completo en: http://www.studiacroatica.org/revistas/014/01402.htm
Studia Croatica, Año V, Buenos Aires, 1964, N° 14-15
El 15 de mayo último (1964) falleció en Washington, EE.UU., el Dr. Vladko Macek, de 85 años de edad, presidente del Partido Campesino Croata, presidente honorario de la Unión Internacional de los Partidos Campesinos, ex vicepresidente del gobierno yugoslavo en el momento del ataque germano contra Yugoslavia.
Cuesta mucho ser demócrata convencido y pacifista a carta cabal, y como tal Macek trató de concretar sus principios democráticos en un ambiente autocrático y antidemocrático. Desde su juventud y hasta el destierro, siendo ya viejo, Macek actuó siempre dentro de un medio en que, contra los opresores, tuvo que luchar por sus convicciones democráticas y por el derecho a la libertad del pueblo croata. Siendo estudiante, experimentó la dictadura del bano (virrey) el conde Khuen-Hedervary, y, como hombre maduro, vivió la dictadura del rey Alejandro en Yugoslavia. Con todos los regímenes de fuerza en Yugoslavia Macek pudo colaborar, si hubiera querido, pues su cooperación hubiera sido bienvenida, pero él la rechazaba terminantemente. Graves consecuencias le acarreó esta rectitud, pues casi permanentemente estuvo perseguido y encarcelado, mas todos esos sinsabores los soportaba con la resignación gandhiana, persuadido de que a la postre prevalecerá su justa causa. La libertad nacional y política, la justicia social y el orden democrático son ideales tan altos y nobles que sólo por sus valores éticos habrán de vencer las concepciones totalitarias.
La lucha por el logro de esos propósitos se caracteriza en la historia de casi todos los pueblos por revoluciones y luchas sangrientas y largas. Los adalides de semejantes ideas consideraron que no deben escatimarse sacrificios, aunque exigen víctimas humanas, para alcanzar los fines trazados. El doctor Macek opinaba de forma diferente. Él también fue un luchador que quiso concretar su idea y en este sentido trabajó y organizó su partido durante toda su vida. Pero fue pacifista que aborrecía las revoluciones y el derramamiento de sangre, procurando lograr su propósito por medios pacíficos. Por eso es preciso juzgar a través de ese lente pacifista todas sus decisiones, incluso actitudes políticas que a primera vista suscitan una crítica espontánea.
Vladko Macek nació en 1879 en Jastrebarsko, Croacia. Estudió derecho en Zagreb y luego actuó de juez y abogado. Desde muy joven se interesó por los problemas de los campesinos que, apenas unos treinta años antes se habían emancipado de la dominación feudal y en esa época vivían en adversa situación económica. Ya como estudiante adhirió con todo su fervor juvenil al movimiento campesino que estaba organizando Esteban Radic y que con el tiempo se convertiría en el partido más poderoso de Croacia.
El programa de dicho partido perseguía en lo social el progreso económico y cultural del campesino. En lo político tuvo dos objetivos: uno en el orden de la política interior, o sea que los campesinos, que en aquellos tiempos representaban el 80% del pueblo croata, tengan en el parlamento (Sabor) el número proporcional de representantes, lo que no era el caso entonces, pues no regía el derecho de sufragio universal, y el otro, en el plano de la política exterior, es decir que en las relaciones de Croacia con Austria-Hungría los milenarios derechos constitucionales del reino croata estén íntegramente respetados. Eso en la concepción de Radic significaba que la monarquía dual de Austria-Hungría debería reestructurarse en forma confederal. Tal confederación de los pueblos danubianos no pudo concretarse debido a las balas serbias en el atentado de Sarajevo, motivo inmediato de la primera guerra mundial, que terminó con la desintegración de la monarquía austro-húngara en sus partes constitutivas.
Artículo completo en: http://www.studiacroatica.org/revistas/014/01402.htm
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