Capítulo 3. CHILE
En febrero de 1931, se me dio la oportunidad extraordinaria de conocer la República de Chile. Desde el Ministerio de Asuntos Sociales recibí una orden a mitad de enero, donde se me pedía que tan pronto como me fuera posible viajara a la ciudad de Antofagasta, en el norte de Chile. El motivo del viaje era la repatriación de cientos de inmigrantes desempleados. Del contenido del telegrama surgía que dos compañías inglesas de vapores, que mantenían el vínculo entre puertos europeos y chilenos, se negaban a los pedidos de los cónsules honorarios en Santiago y Antofagasta, de otorgar transporte gratuito a nuestros repatriados de acuerdo a las obligaciones asumidas en los contratos de 1923. El Ministerio consideraba que yo, provisto de la copia oficial del contrato, que tenía conmigo, lograría convencer a las agencias locales de vapores de que cumplieran con sus obligaciones.
Para viajar a Chile debería tener la visa de entrada a ese país y para el regreso, la visa de re-ingreso a la Argentina. Cuando emigré desde mi patria, ingresé a Uruguay con un pasaporte de emigrante, conocido por su cubierta roja. Con el pasaporte y la orden de viaje del Ministerio fui a lo del Dr. Dragutinović, consejero de la Legación y Cónsul General ad interim, pidiéndoles que me tramite oficialmente dichas visas.
Al ver mi pasaporte, el Dr. Dragutinović se excusó diciendo que con el mismo no podía obtener las visas oficiales que me correspondían de acuerdo al cargo que tenía. Le pedí que me expidiera un pasaporte oficial para un viaje de negocios a Chile y de regreso, por única vez, a lo que también se negó con la excusa de que supuestamente necesitaba un permiso especial de mi Ministerio.
Al ver mi pasaporte, el Dr. Dragutinović se excusó diciendo que con el mismo no podía obtener las visas oficiales que me correspondían de acuerdo al cargo que tenía. Le pedí que me expidiera un pasaporte oficial para un viaje de negocios a Chile y de regreso, por única vez, a lo que también se negó con la excusa de que supuestamente necesitaba un permiso especial de mi Ministerio.
De la postura de Dragutinović tuve la impresión que de algún modo quería impedir mi viaje a Chile. No me quedaba otra que enviar un telegrama al Ministro, informándole de la dificultad acontecida. Después de pocos días el Consulado recibió la orden de emitir un pasaporte diplomático a mi nombre para un viaje por única vez (Passavant) y conseguir la visa correspondiente. A fin de enero obtuve el pasaporte[1] con la visa y a principios de febrero viajé a Chile.
Al llegar a Santiago, capital de Chile, primero entré en contacto con el cónsul honorario de Yugoslavia. Era el Profesor Francisco Eterović, hijo de padres originarios de la isla de Brač, que conocía perfectamente el idioma croata. Si no me equivoco, nació en Chile, pero su padre lo envió a Split para que asista a la escuela secundaria, después de lo cual regresó a Chile. Y no sólo tenía dominio de la lengua croata, sino que después de una breve conversación con él, felizmente pude establecer que coincidimos completamente en nuestros puntos de vista políticos. El Prof. Francisco Eterović era partidario de la liberación de Croacia del yugo serbio.
El Prof. Francisco Eterović conocía el problema que surgió en relación a la repatriación de un gran número de inmigrantes, quienes en la zona de Antofagasta e Iquique habían perdido sus puestos de trabajo. Provistos de la copia del contrato que había traído, fuimos juntos a las agencias navieras y después de una discusión prolongada, logramos resolver favorablemente el tema del embarque y transporte. Así que en Antofagasta me esperaba la parte más pequeña del trabajo: reunirme con los que retornaban y con el Cónsul honorario local, el Dr. Jozo Lisičić, de Split, y organizar el orden de embarque de acuerdo a las condiciones materiales de los individuos.
Fui a Antofagasta en barco desde Valparaíso, el principal puerto chileno. En Valparaíso tuve que esperar dos días para embarcar, así que aproveché la oportunidad para recorrer esta interesante ciudad, construida en buena parte sobre las colinas que se elevan alrededor de la pequeña área plana pegada al mar, que se utilizó para la construcción de las instalaciones del puerto.
Aproveché mi estadía para visitar y conocer a Paško Baburica el famoso empresario chileno. Paško Baburica[2] era nativo de la isla de Koločep, distrito de Dubrovnik. Él había llegado joven a Chile y alcanzó un gran éxito en diversas ramas de la actividad económica, entre otras cosas, la utilización industrial del mineral de salitre.
En ese tiempo Baburica tenía 55 años de edad (nacido en 1875). Era soltero y dedicaba toda su vida a trabajar. De él se decía que de las 24 horas del día trabajaba 18 y dormía 6, resolviendo durante las horas de sueño los problemas que le preocupaban. A pesar de que era un hombre muy ocupado, inmediatamente me recibió y, sorprendentemente, se quedó conversando largamente conmigo.
Durante el tiempo que duró la conversación movía su cuerpo, especialmente sus manos, por lo que se veía que era un hombre de acción constante. A pesar de eso, hablaba en voz baja. Cuando se dio cuenta de que yo era croata, pasó a la política e inesperadamente comenzó a hablar de forma más abierta. Empezó por el asesinato en la Asamblea Nacional de Belgrado. Estaba horrorizado y criticó a Belgrado y a su gobierno.
Durante la conversación, me dijo que desde los círculos oficiales de Belgrado lo querían persuadir para que llevara a Yugoslavia su gran fortuna. Le ofrecían una variedad de concesiones, pero pretendían que depositara una gran coima en bancos extranjeros. Me dijo que estaba tan disgustado con todo eso, que no quería hablar más del tema. De hecho, Baburica permaneció en Chile hasta su muerte. Durante su vida ayudó a muchas organizaciones benéficas croatas, pero donó su riqueza al país donde la había ganado[3].
Durante el tiempo que duró la conversación movía su cuerpo, especialmente sus manos, por lo que se veía que era un hombre de acción constante. A pesar de eso, hablaba en voz baja. Cuando se dio cuenta de que yo era croata, pasó a la política e inesperadamente comenzó a hablar de forma más abierta. Empezó por el asesinato en la Asamblea Nacional de Belgrado. Estaba horrorizado y criticó a Belgrado y a su gobierno.
Durante la conversación, me dijo que desde los círculos oficiales de Belgrado lo querían persuadir para que llevara a Yugoslavia su gran fortuna. Le ofrecían una variedad de concesiones, pero pretendían que depositara una gran coima en bancos extranjeros. Me dijo que estaba tan disgustado con todo eso, que no quería hablar más del tema. De hecho, Baburica permaneció en Chile hasta su muerte. Durante su vida ayudó a muchas organizaciones benéficas croatas, pero donó su riqueza al país donde la había ganado[3].
Me despedí del señor Paško Baburica bajo la impresión de que estaba decepcionado de Yugoslavia. Baburica fue uno de los croatas que sacrificaron grandes sumas de dinero para financiar al "Comité Yugoslavo" de Trumbić. ¿Cuál era la naturaleza de su decepción; era sólo de carácter personal, o en el fondo tenía también un sentimiento de responsabilidad nacional, al igual que su amigo el Dr. Ante Trumbić? No lo sé.
Lo que vale la pena mencionar es que Paško Baburica, en colaboración con Frane Petrinović sentó las bases de la “defensa nacional yugoslava” sudamericana, que durante la Primera Guerra Mundial impuso a los croatas en América del Sur una dirección pro-yugoslava y contribuyó a la liquidación de todo lo que hasta entonces se llamaba croata[4].
Además de ejercer la función de presidente de la "Defensa Nacional Yugoslava", cuyo centro estaba en Valparaíso, la ciudad donde residía, Paško Baburica fue cooptado como miembro del "Comité Yugoslavo". Su nombre se encuentra entre los veinte firmantes de la declaración de la Comisión del 18 de diciembre 1918, publicada en París, para protestar contra la intención de Carlos I de Habsburgo durante su coronación como emperador y rey, comprometiéndose a la reorganización política y administrativa de la Monarquía.
En esa declaración se decía que era necesario quitar a la dinastía de los Habsburgo todos aquellos países en los que vivía (ese) "pueblo unido por la sangre y de triple nombre serbio-croata-esloveno, y a su vez unido con el Reino de Serbia bajo la gloriosa dinastía Karadjordjević. Esta es la única manera de satisfacer los deseos de nuestro pueblo y que a Europa sudoriental, sobre todo en lo que respecta al Adriático y a los Balcanes, se le garantice una paz duradera"[5].
Cuando tuve la oportunidad de conocer en 1931 al señor Paško Baburica, habían pasado doce años desde la creación del Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, que en ese momento ya había sido rebautizado como Yugoslavia. Ya durante ese tiempo habían aparecido grandes grietas en ese Estado que se había construido, dicho suavemente, en base a una imaginación enferma y la falta de responsabilidad. Baburica era ante todo un hombre de negocios, pero estaba dotado con una rara claridad, y era capaz de juzgar el error, de la que él también fue víctima. No es de extrañar, entonces, que ante un joven como era yo entonces, no ocultara su decepción por aquello que él mismo había ayudado a construir con abundantes contribuciones monetarias.
[1] Este documento jugó un papel importante más adelante en mi vida. Antes de que el 6 enero de 1947, me embarcara en Génova con documentos a nombre de otra persona, recibí de mi esposa en Austria un maletín con documentos personales, incluyendo el pasaporte antes mencionado. A pesar del peligro, lo llevé conmigo en el barco y lo escondí en la cabina. Al llegar a Buenos Aires, a través del Ing. Kolusi, y sobre la base de ese documento, obtuve de la Policía argentina una Cédula de Identidad con mi nombre real. El Ing. Kolusi me entregó la cédula el día de mi cumpleaños, el 25 de marzo, en la cena que me había preparado en su casa.
[2] Su nombre era escrito oficialmente en la ortografía austro-italiana, Baburizza.
[3] Para mayor información sobre la inmigración croata a Chile hasta la Primera Guerra Mundial, en especial sobre Paško Baburica y Frane Petrinović, véase el trabajo: Ivo Borić, Emigración croata a Chile, Studia Croatica, Revista trimestral, Buenos Aires, Diciembre 1978, Vol. 70-71, págs. 141-157.
[4] Podemos marcar el desarrollo de la dirección pro-yugoslava de los croatas de Sudamérica en tiempo de la Primera Guerra Mundial mediante fechas decisivas:
- El incentivo para esta orientación (yugoslava) fue dado por la creación del "Comité Yugoslavo" en París, el 30 de abril de 1915, presidido por el Dr. Ante Trumbić (1).
- Ya el 2 de mayo de 1915 se había creado en Antofagasta, Chile (centro de procesamiento de mineral de salitre, en manos de empresarios croatas), la primera sociedad política croata de orientación yugoslava bajo el nombre de "Jadran". Durante el mismo mes, basada en Valparaíso (sede financiera de los grandes empresarios croatas) también se creó una sociedad de nombre "Velebit" (2).
- En junio de 1915, los croatas sudamericanos de orientación política yugoslava se organizaron en la "Defensa Nacional Yugoslava" (3).
- El 1 de agosto de 1915, por iniciativa del "Jadran -Adriático", se celebró en Antofagasta una reunión de los representantes de los croatas sudamericanos de orientación yugoslava. Se aprobó una resolución, por la que se rompían todos los lazos y vínculos estatales con la monarquía austro-húngara. Se apoyó el programa: unificación de las provincias serbio-croata-eslovenas de Austria-Hungría con Serbia y Montenegro. Se declaró la ilimitada confianza hacia el "Comité Yugoslavo''(4).
- El 25 de enero de1916, tuvo lugar la "Asamblea" en Antofagasta. La misma principalmente confirmó las conclusiones del 1 de agosto. Al mismo tiempo se envió un telegrama de saludo al rey Pedro Karadjordjević en nombre de los "yugoslavos de países no liberados, que viven en las repúblicas de Chile, Argentina, Bolivia, Perú y Uruguay". Reunidos en Asamblea en Antofagasta, los yugoslavos –decía el telegrama- rompían todos los lazos con Austro-Hungría y unían su destino con el de Serbia para todos los tiempos y para todas las ocasiones, saludaban con entusiasmo al rey y a su gobierno, y ponían a disposición sus posesiones y su vidas". Firmaba el telegrama Juraj –Jorge– Jordan, presidente de la Asamblea (5).
FUENTES:
(1) Respecto de la creación del Comité Yugoslavo, ver: P.O. Ostović, La Verdad acerca de Yugoslavia, Roy Publishers, Nueva York, 1952, p. 60.
(2) Holjevac, op. cit. p. 209 y 211 (Figura).
(3) Šišić, op. cit. p. 41, nota. Ivo Borić, periodista croata, quien vivió mucho tiempo en Chile, escribió (en el artículo citado, p 150), que esa organización fue creada con el asesoramiento de una respetada personalidad aliada, quien había recomendado a Frane Petrinović que los croatas de Chile establecieran una sociedad y que políticamente se unieran al "Comité yugoslavo", ya que de esa forma se salvarían de que los súbditos austro-húngaros fueran incluidos en la "lista negra" de los aliados, lo que podría ser un amenaza para todo tipo de negocio durante la guerra y los arruinaría económicamente. La misma versión fue escuchada en Chile también por el autor de estas líneas, considerando que Petrinović tenía una de sus oficinas en Londres.
(4) Šišić op. cit. 41. doc. 25.
(5) Misma fuente, págs. 48-49, doc. 33 y 34.
[5] Op. cit., documento número 49, pág. 82 y ss.
Dr. Vjekoslav Vrančić – Defendimos al Estado
Traducción realizada por el magister José María –Joza– Vrljičak
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El magister José María –Joza– Vrljičak es el director de la revista Studia Croatica desde 1994.
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