Buenos Aires - 2
En el curso de nuestras conversaciones no dudó en admitirme que fue informado en tiempo oportuno sobre mi nombramiento, pero había decidido no entregarme el puesto, sino cerrar la oficina y entregar las llaves a la Legación. Y me dijo la razón: Recibió un informe por escrito, del cónsul honorario en Montevideo, Mihajl Alagić, donde decía que yo era un elemento anti-Estado. Cambió de opinión cuando recibió del Ministro la orden explícita de entregarme la oficina. Luego añadió que después de siete años se había cansado de vivir ocupándose de los que habían emigrado y que deseaba volver a su casa.
El nombre de Mihajl Alagić no me era desconocido. Durante mi estancia en Montevideo había oído su nombre a menudo de boca de los inmigrantes croatas. En ese entonces Alagić era gerente de una cantera de la familia Lussich, y al mismo tiempo se desempeñaba como cónsul honorario yugoslavo. Alagić era uno de los montenegrinos que no simpatizaban con los croatas. Elogiaba públicamente a Puniša Račić, y como Cónsul le hacía problemas a los croatas siempre que podía. Como gerente de la cantera ofendía rebajando a los trabajadores croatas.
A mí, por lo tanto, no me sorprendió que Alagić se ocupara de mi nombramiento como Delegado para los inmigrantes, porque en Montevideo se sabía de mis convicciones políticas.
Marčetić me relató cómo el Cónsul General Ivo Grisogono se convirtió en el primer Legado (Embajador) del Estado de los Serbios, Croatas y Eslovenos (SHS) en Buenos Aires.
En el tiempo de la apertura del Consulado General en Buenos Aires, allá alrededor de 1923, estaban vivos los conocidos hermanos Mihanović, Nikola y Miho (Nicolás y Miguel). Nacidos en la localidad de Doli, situada en el comienzo de la península de Peljesac, Nikola era un niño al final de los años sesenta (1867) cuando llegó a Buenos Aires. Con trabajo, ahorro y habilidad para los negocios, una década más tarde se convirtió en armador y llegó a ser un magnate naval. Dominó la navegación en los grandes ríos de La Plata, Uruguay, Paraná y Paraguay. Con la ayuda de Nikola también Miho fundó su empresa de vapores, que hacía la navegación costera a lo largo del Atlántico sur, todo el camino hasta la Tierra del Fuego[1].
Gracias al prestigio y la influencia de Nikola en la Argentina, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Viena lo nombró Cónsul General Honorario y el emperador Francisco José I le otorgó el título de barón. Durante toda su vida, Nikola se sintió croata, leal al emperador de Austria que también era rey de Croacia. Incluso después de la caída de la monarquía no se convirtió en "yugoslavo".
A diferencia de Nikola, su joven hermano Miho se convirtió con el tiempo en miembro de la sociedad "Jadran" (Adriático), que bajo ese nombre reunía en Buenos Aires a los seguidores del Dr. Ante Trumbić y representaba a la "Defensa Yugoslava", creada por él.
Tan pronto como llegó a Buenos Aires, Grisogono trató de acercarse al acaudalado Nikola, para que ayudara de alguna manera el Estado de los Serbios, Croatas y Eslovenos-SHS.
Se quejó de que no disponía de un local adecuado para el Consulado General, y esperaba que Nikola pudiera donar para este fin alguno de los muchos edificios que poseía en Buenos Aires. Nikola se defendió con la objeción de que, a pesar de que había tantos inmigrantes croatas en Argentina, a Belgrado no le parecía necesario establecer una Legación, sino tan solo un Consulado General. En base a esa objeción, Grisogono consiguió una promesa de Mihanović: donar un edificio, si Belgrado establecía una Legación (Embajada).
Se quejó de que no disponía de un local adecuado para el Consulado General, y esperaba que Nikola pudiera donar para este fin alguno de los muchos edificios que poseía en Buenos Aires. Nikola se defendió con la objeción de que, a pesar de que había tantos inmigrantes croatas en Argentina, a Belgrado no le parecía necesario establecer una Legación, sino tan solo un Consulado General. En base a esa objeción, Grisogono consiguió una promesa de Mihanović: donar un edificio, si Belgrado establecía una Legación (Embajada).
Nada perezoso, Grisogono inmediatamente viajó a Belgrado e informó al Ministro de Relaciones Exteriores, que Nikola Mihanović estaba dispuesto a donar al Estado uno de sus edificios, si el gobierno establecía una Legación en Buenos Aires y a él, Ivo Grisogono, lo nombraba Embajador.
Y sucedió así: el Ministerio estableció la Legación, Grisogono se convirtió en Embajador, y Nikola Mihanović donó al Estado de los Serbios, Croatas y Eslovenos un palacio situado en la calle Charcas 1705 [2].
A finales de julio de 1930, Tommaseo y yo acompañamos al barco a Marčetić, quien pasando por Génova iba a Zagreb como alto funcionario del Comisariato para la Emigración. Consigo llevaba varias maletas de artesanías indígenas del norte de Argentina, Paraguay, Bolivia y Perú, que había recolectado a lo largo de los años[3].
Después de la partida de Marčetić me puse a trabajar. Yo mismo había experimentado la dura vida de inmigrante, así que quería ayudar a los necesitados. Mi actividad se centró en dos áreas: la bolsa de trabajo y posibilitar el regreso a su patria a aquellos inmigrantes que se habían cansado de luchar por sobrevivir y querían volver a su casa.
Las condiciones de vida eran muy difíciles. La mayoría de nuestra gente eran campesinos, sin oficio, con pocos años de escolaridad. La gran mayoría solamente podía vender su fuerza física como trabajadores independientes en el trabajo de la construcción, que de todos modos había poco, o como trabajadores agrícolas temporales en el tiempo de la cosecha y un poco después, lo que duraba dos o tres meses al año. Raramente podía encontrarse un capataz croata. Quienes vivían en las ciudades, estaban sin trabajo y no tenían parientes o amigos para ayudarlos, a la noche caminaban por la calle y buscaban alimento entre los residuos de los hogares. Para ir al trabajo en el campo se viajaba sin dinero ni pasaje, sobre el techo de los vagones de los trenes de carga. Hubo casos en que viajando distraídos, al cruzar a través de arroyos y riachos, morían decapitados por las superestructuras de los puentes ferroviarios
Lo relativo a la bolsa de trabajo podía llevarse a cabo sólo a través de la Dirección General de Migraciones. Yo establecí allí una relación: regularmente concurría a la oficina y a veces tenía la suerte de ubicar a pequeños grupos de personas en las obras públicas. Más allá de frigoríficos, molinos y plantas de procesamiento de productos agrícolas, no había otros tipos de empresas industriales en Argentina.
Pero mucho más se podía ayudar a los inmigrantes consiguiéndoles un viaje de retorno gratis a su patria, para lo que había grandes posibilidades.
[1] Holjevac, op. cit., p. 202.
[2] Se decía que Mihanović había donado este edificio personalmente al emperador y rey Francisco José I. Como la Cancillería de la Corte no confirmó formalmente la aceptación de la donación, nunca se llevó a cabo la transferencia notarial de la propiedad. Después de la muerte del emperador, Mihanović permaneció como propietario del edificio, que más tarde fue donado al Estado de los Serbios, Croatas y Eslovenos. Hoy en día (1985) se encuentra allí la Embajada de la Yugoslavia comunista. (VV).
[3] Con Jovo Marčetić me encontré 14 años más tarde en Zagreb. Yo era miembro del Gobierno de Croacia, y él era empleado del Comisariato para la Emigración. Uno de los miembros cercanos de su familia, fue detenido por la policía, y me vino a pedir ayuda. Hice lo que estaba a mi alcance para ayudarlo, pero no pude. Se había comprobado la participación de este familiar suyo en la recolección de fondos para ayudar a los partisanos. Me alegré cuando supe que el interesado permaneció con vida después de 1945.
Dr. Vjekoslav Vrančić – Defendimos al Estado
Traducción realizada por el magister José María –Joza– Vrljičak
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El magister José María –Joza– Vrljičak es el director de la revista Studia Croatica desde 1994.
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