Friday 28 September 2012

El Dr Dominik Mandic (1889-1973), figura central de la historiografía croata


El Dr Dominik Mandic (1889-1973), figura central de la historiografía croata

Dusan Zanko
El Dr D. Mandic murió plácidamente el 23 de agosto de este año en Chicago, rodeado de sus cofrades franciscanos de la provincia croata Herzegovina.
La noticia de su muerte sacudió nuestros corazones y abrió ante nuestros ojos un vacío enorme. En efecto, desde el primer momento de exilio político en el extranjero (1945), sentimos día a día, año a año, de un decenio a otro, la seguridad, el orgullo y la fuerza moral en la sombra de su presencia viva.
En Roma, y durante doce años (1939-1952) atendió con amabilidad, consoló y ayudó a centenares de aquellos que no tenían hogar, además, la mitad de los gastos del enorme campo de refugiados croatas en Fermo (Italia) corrió por cuenta de él; en Roma organizó las residencias para las estudiantes croatas y fundó monasterios para monjas; generosamente cubrió los gastos que muchos de los emigrados debían efectuar para obtener documentos y pagar viajes a los países allende el océano; él intervino ante toda las instancias por los injustamente perseguidos por los poderes de importancia en aquel momento en Roma (el Vaticano, ingleses o italianos).
¡Realmente fue una época de seguridad que nos dio el padre Mandic en vida!
Todo esto lo pudo hacer gracias a su destacada posición dentro de la Orden Franciscana en Roma, donde fue llamado por sus méritos anteriores y separado de su familia franciscana de la ciudad croata de Mostar. En efecto, a través de sus 50 años demostró ser un hombre extraordinario, tanto como escritor, organizador, historiador de la Orden Franciscana, pedagogo, fundador de periódicos, de una imprenta; promotor y organizador de la edición de toda una serie de estudios de carácter filosófico-teológico, cuanto como director del colegio franciscano de orientación clásica en Siroki Brijeg (Herzegovina) pues, toda una sucesión de obras y realizaciones verdaderamente más que suficientes para llenar una larga vida intelectual dinámica y rica en creaciones.
Ya en Roma, el dinamismo de su personalidad, a pesar de las dificultades de la guerra, dejó huellas imborrables en el renovado Antonianum, que estaba casi al borde de la quiebra económica y en el que -verdaderamente por un milagro- Mandic edifica casi de la nada una nueva central de la Curia franciscana con una magnífica capilla dentro de la misma, una obra maestra de arte, adornada con mosaicos ilustrados con motivos croatas, figuras vivificadas de los modelos históricos de Croacia, obras de Mestrovic, agregando también muchas realizaciones de arquitectos, pintores y escultores de primer rango de la Italia de ese entonces.
¡Esta fue la época de nuestro orgullo por la presencia viva del padre Mandic!
Cumplida esta maravillosa misión en Roma, el Dr. Mandic abandona Europa y se traslada a Chicago. Pero no lo hace para descansar, después de 60 años de una vida fructífera y llena de labor, sino para comenzar una nueva y gran obra y continuar estudiando y escribiendo la historia de los croatas, tarea esta que empezó con energía y persistencia, con profunda erudición y preparación científica raras veces vistas y por sobre todo, con amor, y que completó, en sus líneas generales, poco antes de su muerte.

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