El milagro croata
El repentino surgimiento de una "nueva Nación"
Velimir Radnic, Buenos Aires
(primera parte)
Desde el inicio de la guerra por la independencia en 1990, Croacia
sorprendió a mis amigos y parientes argentinos por la intensidad de su
patriotismo, por la aceptación de cualquier sacrificio -incluyendo el de la
vida de sus hijos- en una lucha desigual en cuanto al armamento y entrenamiento
militar. Los civiles, con revólveres y escopetas de caza, defendían Vukovar
durante largos meses mientras que Dubrovnik -al principio en la misma
situación- se pudo defender con éxito gracias a la ayuda militar de los croatas
de Herzegovina y al apoyo moral de todo el mundo civilizado.
Lo más asombroso
fue la idéntica respuesta y el idéntico afán patriótico que demostraron dos
lugares tan alejados entre sí. El mapa de la actual República de Croacia, y su
inusual forma de herradura, muestra que Vukovar está en el extremo norte y
Dubrovnik en el extremo sur. La comunicación terrestre dentro de la República
insume más de 1.000 km. o sea, una distancia considerable para Europa y,
especialmente, para la pequeña Croacia.
¿De dónde surgió
este valor? ¿A qué se debe el repentino e inesperado surgimiento de la Nación
croata de cuya mera existencia el gran público no tenía la menor idea? Sobre
todo después de que la multiétnica Monarquía de Viena se derrumbó (1918) y el
término "yugoslavo" se pudo tan cómodamente aplicar a la mayoría de
estos pueblos "balcánicos".
Yo traté de
explicar, con mis imperfectos conocimientos de historia y sociología, antes de
todo, "las causas" de un considerable atraso en la afirmación
internacional de Croacia como también "los factores que finalmente
prevalecieron" y llevaron al éxito.
Lo que sigue es
el resultado de mis esfuerzos. Ojalá sean útiles a los lectores como, creo, lo
fueron mis explicaciones verbales.
La adversidad geográfica
Las altas
montañas que separan la parte sur (Dalmacia) de la parte norte (Panonia)
representaban un obstáculo enorme para la unidad de Croacia. La técnica moderna
mejoró mucho la comunicación, pero en los tiempos antiguos estas montañas
obstruían seriamente la homogeneidad y el establecimiento de un poder central,
elementos esenciales para la formación de una nación. Al respecto hay que
recordar que desde la llegada de los croatas a su patria actual habían pasado
casi tres siglos hasta que su primer rey, Tomislav, pudiera, recién en 925,
formar un estado unificado desde el Mar Adriático hasta las llanuras panónicas.
Este obstáculo
geográfico y la dificultosa comunicación tuvieron como resultado la formación
de distintas mentalidades: los hombres de la llanura del norte, de las montañas
dináricas o de la costa adriática tienen distintos temperamentos y distintos
comportamientos. Algunos sociólogos explican estas diferencias basándose en los
trabajos que predominan en aquellas zonas: los agricultores del norte, los
pastores de las montañas y los pescadores o marineros del sur son
necesariamente diferentes entre sí. Pero a mí me parece que las tres zonas se
distinguen todavía más por haber pertenecido a tres círculos culturales
distintos: la cultura mediterránea en el sur, la de Europa Central en el norte
y la islámica, dominante en los valles y montañas de Bosnia, sin la posibilidad
de influenciarse entre ellos por la adversidad geográfica.
Para apreciar la
enorme dificultad que representa para una nación la existencia de una cadena de
altas montañas en el medio de un país, imaginémonos que en América del Sur se
hubiera formado un estado que abarcara, digamos, 1.000 km del Pacífico y que,
luego, atravesara los Andes para extenderse hasta el Atlántico. ¿Por cuánto
tiempo una nación así podría mantener su unidad? Por supuesto, los Alpes
dináricos no tienen la altura de los Andes, pero la comunicación entre las dos
partes fue siempre igualmente penosa.
¿Qué es Balkán?
Este término (que
en turco simplemente significa "montaña") tiene dos connotaciones:
una, geográfica y otra, político-cultural. La primera se refiere a la península
del sureste europeo, cuya frontera al norte es el Danubio desde el Mar Negro
hasta el río Sava y siguiendo este río hasta la desembocadura del río Drina.
Ahí empieza la frontera occidental de la península siguiendo el curso de este
río, luego de su afluente Piva, y finalmente su proyección hasta el Mar
Adriático. El mismo río Drina ya fue elegido en el año 395 por el emperador
Teodosio como el límite entre el Imperio Romano del Oeste y el de Oriente, ya
que con sus quebradas representa una frontera natural bien definida.
Mucho más difícil
es localizar el territorio o los países que se pueden considerar balcánicos por
la connotación político-cultural. Creo que en este sentido el término hay que
aplicar a los países que -herederos de Bizancio y de religión
cristiano-ortodoxa- por muchos siglos formaban parte del Imperio Otomano y no
participaron de la común experiencia histórico-cultural de Europa Occidental.
De esta manera se ensanchan los límites geográficos del Balkán incluyendo la
actual Rumania como también el territorio de la actual República de Bosnia y
Herzegovina. Creo que hay que incluir a esta última república, aunque su
territorio no perteneció al Imperio Romano de Oriente que llegaba hasta el río
Drina.
En realidad la
posición de Bosnia en este sentido es muy particular. La ocupación otomana le
ha dejado una impronta muy oriental ya que más de 40% de su población es de
religión musulmana. Por otro lado, más de 30% es de la religión cristiano-
ortodoxa que, por supuesto, se siente atraída hacia los países de herencia
bizantina y religión ortodoxa. Por último los católicos que hoy en día no
llegan ni al 20% de la población, apenas podían tener algunas noticias -por
medio de sus sacrificados frailes franciscanos- de las ideas que se debatían en
el Occidente. No pudieron participar activamente en las experiencias culturales
de Europa Occidental. Así, que, teniendo en cuenta estas particularidades, creo
que hay que incluir dentro del Balkán al territorio de Bosnia y Herzegovina.
De todas maneras,
de las descripciones precedentes se infiere que "la actual República de
Croacia no pertenece al Balkán ni en el sentido geográfico ni en el político-
cultural". Respecto a esta última afirmación hay que recordar que, aun
dentro de la desesperada lucha por supervivencia, Croacia participaba en todos
los grandes movimientos filosóficos y culturales que formaron el mundo europeo
tal como lo conocemos hoy: el Humanismo y el Renacimiento, la Reforma y la
Contrarreforma, la Ilustración (Iluminación) y luego la Revolución Francesa o,
más bien, las ideas políticas que la precedieron y que fueron plasmadas en la
Constitución de la joven república norteamericana.
Todo esto fue
ajeno a los pueblos que vivían aislados dentro del Imperio Otomano desde el
siglo XIV y que no hicieron la experiencia histórico-cultural del resto de
Europa.
En cuanto a la
frontera entre el Europa Occidental y el Balkán, a veces se nos presenta
delante de los ojos una línea de cierto carácter místico: apenas restablecida
la antigua frontera del río Drina (en 1908 Bosnia fue incorporada a la
Monarquía habsburga) los croatas hicieron un esfuerzo cultural extraordinario
para fijarla: un premio Nobel, el profesor Ruzicka, nació en Vukovar; otro, el
profesor Prelog, en Sarajevo. Los dos, junto con el prominente científico
Rudjer Boskovic de Dubrovnik, testimonian la pertenencia de Croacia al
Occidente. Boskovic no recibió el Nobel, que no existía en el siglo XVIII, pero
sus trabajos en la física, inclusive nuclear, lo pone al frente de la ciencia
de su época. Finalmente, el premio Nobel de literatura, el croata Ivo Andric,
es también de Bosnia.
Es interesante
observarlo pero no creo que hay que dar a esta coincidencia un significado
exagerado y hablar de una mística frontera cultural de Croacia.
La invasión turca y sus consecuencias
Esta invasión fue
la que más impidió que Croacia pudiera conformarse como una nación-estado
moderna. O sea pasar de la época feudal, evolucionando hacia una nación
independiente al igual que la mayoría de los actuales estados europeos.
Por la inserción
de la cultura y el poder político de un imperio de religión islámica en el
mismo corazón de Croacia, nuestra patria no pudo vivir un desarrollo armónico.
Varios desastres históricos que sufrieron también otras naciones europeas, no
se pueden comparar con las trágicas consecuencias de la invasión turca. Esto lo
refleja la forma de herradura de Croacia. En el mismo centro de su territorio
se instaló, durante 400 años, un imperio de cultura, costumbres y religión
completamente distintas. Una gran parte de la población del medieval Reino de
Bosnia se pasó al islamismo junto con sus señores feudales, quienes luego
participaron en los ataques al territorio croata cristiano. Durante mucho
tiempo las fronteras del viejo Reino de Croacia y el Imperio Otomano no fueron
fijas. Las interminables luchas e incursiones bélicas han producido el
despoblamiento de gran parte de la actual Eslavonia y de la mayor parte de
Croacia oriental entre las montañas dináricas y el río Sava. Esta región llegó
a llamarse "Croacia turca", hoy día, Bosnia occidental.
Al aflojar el
ímpetu invasor otomano y al estabilizarse un poco las fronteras, al principio
del siglo XVIII los viejos propietarios croatas, como también las autoridades
militares austro-croatas (el Sabor eligió en 1527 a los Habsburgo para su
reyes, confiando en que les ayudarían en la lucha contra los infieles) invitaron
a inmigrar a estas tierras a pueblos de varios orígenes: suabos (alemanes),
checos, eslovacos, austríacos, etc.
Una parte
importante de esta inmigración la constituían los valacos de religión ortodoxa.
Su origen data de los tiempos de los romanos, pero, siendo una minoría en el
ambiente de habla eslava, pronto aprendieron a hablar croata. En Croacia vivían
como pastores en las montañas, ya que las tierras fértiles pertenecieron a los
nuevos dueños del país, pero en el otro lado del Danubio, al norte de Bulgaria
llegaron a formar su Estado, a veces independiente, a veces vasallo del Sultán.
Se trata de Valaquia, que hoy es la parte de Rumania donde preservaron su
idioma basado en el latín.
Hay también
muchos valacos en Serbia que, cuando viven en las ciudades los llaman
"cínzaros". Pero siendo de la misma religión ortodoxa y habiendo
pasado la misma experiencia histórica bajo el Imperio Otomano no se distinguen
mucho de los serbios. Aunque de vez en cuando, por su agresividad y habilidad comercial,
provocan quejas en la población serbia ("los cínzaros nos están
dominando").
Ahora, en la
parte despoblada de Croacia, a cambio de un prolongado servicio militar, a
ellos se les concedieron tierras buenas, mayormente a lo largo de la frontera
con Bosnia. Sus acciones bélicas los hicieron conocidos en muchos países
europeos: los Habsburgo a menudo los empleaban en sus guerras inter-europeas.
Puesto que venían del Reino de Croacia fueron conocidos como croatas, pero su
conducta salvaje muchas veces desprestigió el nombre de Croacia.
Un proceso
similar ocurrió en la vecina Bosnia, especialmente en la "Croacia
turca", que fue la más devastada. Las autoridades turcas también
necesitaban mano de obra para las tierras, y hombres para el servicio militar
auxiliar. Como escaseaba la población católica y no alcanzaba la que se
convirtió al islam, recurrieron, ellos también, a los pastores sin tierra que
vivían en montañas bajo la influencia de sus popes ortodoxos, que muchas veces
les ayudaron a recibir mejores condiciones al mudarse a los valles y las
llanuras.
De esta manera a
los dos lados de la frontera croata-bosnia apareció una población nueva de
religión ortodoxa que se multiplicaba a un ritmo mucho mayor en condiciones de
vida más favorables. Si bien ya desde el principio chocaron con sus vecinos
debido a la rudeza propia de los pastores, hasta la mitad del siglo XIX no hubo
mayores problemas. Especialmente no en la parte turca, cuyas autoridades los
miraban con benevolencia. Se suponían más fáciles de controlar políticamente ya
que sus iglesias estaban enteramente en el territorio del Imperio Otomano. Los
patriarcas griegos, búlgaros y serbios vivían en territorio turco. A veces
fueron utilizados hasta para fines administrativos del Imperio. Por ejemplo a
los "fanariotas" (los griegos de Estambul) le fue confiado, incluso,
el gobierno de la actual Rumania.
Por otro lado los
católicos fueron siempre sospechosos, ya que su autoridad suprema, el Papa en
Roma, instigaba todo el tiempo a los gobiernos cristianos a luchar contra los
infieles. En esta situación difícil había aldeas católicas que, para el
servicio espiritual, tenían que llamar a los sacerdotes ortodoxos y
paulatinamente se pasaron a esta religión. Así, por la alta natalidad y por las
conversiones, la población ortodoxa llegó a representar el 34% de la población
de Bosnia y el 11,6% de Croacia.
Tampoco en
Croacia hubo problemas serios con los valacos, hasta que, con la decadencia del
Imperio Otomano, Serbia -como todos los demás países balcánicos- se fortaleció,
consiguió cierta autonomía a mediados del siglo XIX y finalmente le fue
otorgada la independencia en el Congreso de Berlín (1878). En este proceso
comenzó el sueño de la resurrección del antiguo "imperio del zar
Dusan", inclusive ensanchando sus posesiones hacia el oeste, ya que los
turcos lograron cruzar el Drina, apoderarse de Bosnia y establecer una nueva
línea este-oeste en el río Una, frontera de la disminuida Croacia.
Con esta visión
en la mente, los popes comenzaron a convencer a todos los ortodoxos de Croacia
(y de Bosnia) de que ellos eran "en realidad" serbios. Al mismo
tiempo el gobierno de Serbia enviaba sus agentes con la misma misión. De esta
manera, a fines del siglo XIX, los ortodoxos se convirtieron en la "Quinta
columna" dentro de Croacia, pactando con todos sus enemigos y llegando a
ser el escollo más traicionero para que Croacia realizara y afirmara su
independencia.
El milagro croata - Velimir Radnic (primera parte)
El milagro croata - Velimir Radnic (segunda parte)
El milagro croata - Velimir Radnic (tercera parte)
El milagro croata - Velimir Radnic (cuarta y última parte)
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