Tuesday 2 July 2013

¡Bienvenida, Croacia! - Alfonso Diez Torres - Embajador, jefe de la Delegación de la Unión Europea en Argentina

¡Bienvenida, Croacia!

La UE ha sabido erigirse ante sus vecinos europeos en polo de atracción y potente catalizador de reformas políticas, económicas y sociales. Alfonso Diez Torres*

Los europeos tardamos en aprender de los errores de nuestra propia historia, pero finalmente lo hicimos. A la vieja lógica del imperio o del equilibrio de poderes, incapaces de detener el flagelo de las guerras, sucedió la de la cooperación e integración entre las naciones europeas como vía de asegurar la paz y estabilidad duraderas en el continente.
Seis décadas de avances progresivos en pos del objetivo de acercar cada vez más a los pueblos de Europa han desembocado en lo que hoy es la Unión Europea (UE).
De los seis países fundadores hemos pasado –a partir del próximo lunes, con la adhesión de Croacia– a una Unión de 28 miembros. No hay mejor demostración de la vitalidad e irreversibilidad del proyecto de integración europea: incluso en momentos difíciles como los que atraviesa en la actualidad, el atractivo de la UE permanece inalterable para aquellos países europeos que aún no participan en esta gran empresa común.
La ampliación no es sólo un mecanismo constitucional interno que regula los criterios y condiciones para que un país pueda llegar a convertirse en un miembro más de la UE. Es mucho más. Constituye una singular modalidad de política exterior, la más innovadora y eficaz.
La UE ha sabido erigirse ante sus vecinos europeos en polo de atracción y potente catalizador de las reformas políticas, económicas y sociales capaces de asegurar la transición democrática, y la modernización social y económica. Así lo acreditan las experiencias de antiguos regímenes autoritarios (Grecia, Portugal y España) o, más recientemente, de los países del centro y este de Europa, liberados del comunismo tras la caída del Muro de Berlín.
Pero también, ahora, este efecto virtuoso se percibe de una forma aún más intensa, al impulsar de forma determinante la pacificación y reconciliación de los países de los Balcanes occidentales.
Todas las adhesiones a la UE han tenido en su momento un significado especial, pero en el caso de Croacia este valor alcanza un nivel singular: anticipa –siguiendo la estela iniciada con la adhesión de Eslovenia en 2004– y abre definitivamente las puertas a la futura incorporación de los demás países de los Balcanes occidentales.
Un dato reciente es esperanzador: el Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores de la UE acordó el 24 de junio el lanzamiento de las negociaciones de adhesión con Serbia, tiempo después de haberlo hecho ya con Montenegro. Esta decisión ha sido posible tras el acuerdo alcanzado entre las autoridades de Belgrado y de Kosovo de normalizar sus relaciones.
Mediante esta política de mano tendida, al mismo tiempo que de exigencia y rigor, la UE ha sido determinante para que los Balcanes occidentales puedan dejar definitivamente atrás su historia reciente de sangre y se transformen en una cuna de paz.
Pero sería un error creer que el deseo de la UE de ver extendidos sus límites es motivo suficiente para facilitar la entrada en este exigente club. Los denominados Criterios de Copenhague establecen los requisitos –políticos, económicos, institucionales– que todo candidato debe cumplir para ser parte de la Unión.
El rigor es particularmente severo en la exigencia de un funcionamiento y composición plenamente democráticos de las instituciones políticas, del Estado de derecho, de la separación de poderes y de un Poder Judicial eficaz e independiente, así como del pleno reconocimiento y garantía de los derechos fundamentales y de las minorías.
Pero, además, el Estado candidato tendrá que llevar a cabo múltiples reformas que posibiliten una economía de mercado capaz de hacer frente a un entorno abierto y competitivo e incorporar en su legislación la extensa normativa europea y ser, además, capaz de aplicarla.
Para Croacia, como lo fue antes para otros candidatos, este proceso no fue una tarea exenta de múltiples dificultades. Valgan estos datos para ilustrar el camino recorrido en un proceso que se inició en 2003: 1.600 negociadores croatas durante 10 años; 35 capítulos de negociación con objetivos concretos a alcanzar; 160 mil páginas traducidas al croata, de normativa europea, la que fue incorporada a su ordenamiento jurídico. Croacia puede sentirse orgullosa de haber llevado a cabo esta ingente tarea con brillantez, en condiciones no siempre fáciles.
La Europa mitológica nace con la historia de un secuestro: el de la bella princesa fenicia Europa por Zeus, encarnado en un toro. El “segundo secuestro de Europa” –el de nuestro continente por la propia Unión Europea– simboliza el viejo sueño de la unificación europea, el de la reconciliación definitiva de su geografía con su historia. La adhesión de Croacia –y, pronto, la del resto de los países de los Balcanes occidentales– a la UE nos hace sentir que la culminación de nuestro gran sueño está próxima.
¡Bienvenida, Croacia, a la gran familia europea!
* Embajador, jefe de la Delegación de la Unión Europea en Argentina


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