Wednesday, 30 April 2014

Plegaria - In Memoriam del Padre Esteban Gregov



Bahía San Blas. Lunes 23 de abril de 2012. Cayó la noche. María, encendida aguas adentro, ilumina el tenue oleaje que dibuja la superficie de la ría. Todo es silencio en éste, mi lugar en el mundo, sólo interrumpido por el arrullo de los olivos que despeina el viento de otoño.

Señor, me estremece la ternura de tu presencia. Siento en mis pesares el calor de tus caricias!

Tú sabes que estoy cansado Señor, que el peso de la cruz supera con creces mis fuerzas. No necesitas que te cuente de mis méritos.

Tampoco de mis sufrimientos ni de mis fracasos. Ni de mis adversidades. Ni de mis batallas. Muchas de ellas con un enemigo nada fácil: yo mismo.

Tu sabes que te amo Señor! Que me sigue conmoviendo hasta las lágrimas el sufrimiento de tu pasión redentora. Que, como el primer día, me estremezco de emoción cada vez que cobras vida en el pan y en el vino que mis manos sostienen por obra de tu gracia. Sabes que he procurado serte fiel en cada instante, que he aceptado con humildad los desafíos que me propusiste, que he abrazado con ardor el testimonio de la pobreza franciscana. Sabes que con el corazón grande que me diste fatigué huellas tras pobres y afligidos para tenderles la mano, para mostrarles la luz de tu rostro, el tesoro de tus bienaventuranzas, la ternura de tu abrazo.

Señor, anhelé desde lo más profundo que mis hermanos sientan que en Ti los amo. No siempre lo he logrado. Tu sabes de mis timideces, pero también de desaciertos que lamento. Quizás obnubilaciones de un cuerpo enfermo. Quizás excusas con las que he intentado disfrazar mi humana incapacidad para trasmitir que, más allá de toda apariencia, lo que en verdad necesitaba y quería era amar y ser amado. No sé qué fuerza destructora, qué traición de la carne ahogó tantas veces mis gritos!

Me duelen los dolores causados a quienes quisieron mi bien. Me piden que cuide mi cuerpo Señor. Pocos comprenden que el peso de la cruz me ha abatido, que no encuentro fuerzas ni sentido para luchar con contingencias humanas, que sólo me queda aliento para soñar el encuentro contigo.

Aquí estoy Señor, con la fe intacta, no apegado a bien alguno, sangrante, descarnado... Sé que Tú, que conoces de llagas, no me juzgarás por los tropiezos sino por el amor con que te ofrezco el dolor de mis heridas.

Padre -una vez más- estoy cansado. Cuando lo dispongas, me encuentro listo para tu llamado. Imagino el descanso de mi cuerpo en este pueblito de pescadores, a la sombra de los olivos de este predio que es también pedacito de mi Croacia amada. Imagino que cuando con los años se incline la cruz de mi sepultura, ya descascarada por el sol y los vientos, seguirá habiendo algún visitante que se detenga a decir: aquí yace el cura que levantó la Virgen sobre las aguas, o que construyó la capilla junto a las olas, o que casó a mis abuelos, o bautizó a mi padre, o nos habló de Cristo en la cocina del rancho. Quizás alguno -que conoció mi alma de cerca--diga aquí yace un hombre que vivió el amor...

Señor, sabes que cuando me llames no te encontrarás frente a un héroe ni a un santo. Te suplico me recibas como al buen ladrón crucificado junto a Ti en el Gólgota. Como él, con humildad de corazón te digo, "Jesús, acuérdate de mí". Y como él, desde los harapos de mi cuerpo y de mi alma, con la fe intacta en tu misericordia, confío que habrás de regalarme la misma ternura en tu mirada y las mismas palabras: "Te aseguro que hoy mismo estarás conmigo en el Paraíso".


Señor, es la hora del reposo. Que se haga en mí tu voluntad!


Nino Rukavina

Monday, 28 April 2014

Ivo Bogdan - La Cuestión de Bosnia y la Primera Guerra Mundial



La Cuestión de Bosnia y la Primera Guerra Mundial – Ivo Bogdan




13 Bosnia y Herzegovina y la Primera Guerra Mundial

Aportes al esclarecimiento del origen de la Primera Guerra Mundial

Studia Croatica - Edición Especial
Buenos Aires, 1965
Ivo Bogdan - La cuestión de Bosnia y la Primera Guerra Mundial


CONCLUSIONES: CUESTIÓN DE BOSNIA ¿PRETEXTO O CAUSA DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL?

En todas las consideraciones sobre el atentado de Sarajevo se impone la pregunta. ¨Fue la ocasión o la causa, el pretexto o el motivo de la Primera guerra mundial? Muchos autores, sin ir a fondo, definieron el atentado de Sarajevo sólo como pretexto de la guerra, ya ineludible, por cuanto las relaciones entre las grandes potencias europeas dentro de la política de poder llegaron a ser tan tirantes que bastaba una chispa para encender la tremenda hoguera. Empero, si es así, ¿por qué Serbia y sus aliados se esforzaron por encubrir la responsabilidad de los círculos oficiales de Belgrado en el asesinato de Francisco Fernando y su esposa?. ¿Por qué se empeñaron en probar que los motivos de la agitación granserbia y, por ende, de los mismos ejecutores del atentado de Sarajevo, relacionados con la cuestión bosníaca y sureslava, fueron justificados? ¿No implica todo ello un reconocimiento indirecto de que tienen razón los autores que sostienen que las causas de la primera guerra mundial, principio de la guerra de Treinta Años de nuestro siglo, deben buscarse en primer término en el área balcánica, o dicho con mayor claridad en el expansionismo ruso y subsidiariamente granserbio, cuyo objetivo era realizar su absurdo sueño imperial?
A lo largo de nuestra exposición -al revés de lo que podría esperar un lector acostumbrado a los análisis de las causas y pretextos de la primera guerra mundial, en los que se da por entendido que los motivos de las actividades revolucionarias serbias fueron justificados desde el punto de vista del derecho nacional- nos hemos ocupado más de las relaciones entre Serbia y la Monarquía danubiana, de la cuestión bosníaca y sureslava, que del atentado de Sarajevo, considerándolo el episodio final que por sí no pudo ser la causa de la guerra por abominable y condenable que sea el hecho de que los círculos oficiales de una nación soberana se sirvan del asesinato de sus adversarios, incluyendo cabezas coronadas, como instrumento de su política nacional.
Quisimos así advertir que en el estudio de las causas o pretextos de la primera guerra mundial no tienen importancia primordial episodios impresionantes al estilo del asesinato del heredero al trono de un poderoso imperio, ni tampoco el comparar la lucha de Serbia con la de un inerme David contra el soberbio Goliath. Serbia no era inocente ni estaba inerme. Detrás de ella y de sus actividades subversivas estaba el inmenso poderío de la Rusia zarista.
Al recalcar el fenómeno del granservismo, lo hicimos persuadidos de que en el estudio del origen de la guerra es esencial establecer si los fines perseguidos por Serbia eran justificados y constructivos. ¿Las pretensiones serbias respondían al principio nacional y a los intereses generales? En otros términos, lo expresó Raymond Aron cuando, en su magistral obra en relación con los acontecimientos de 1914, escribió: "No bastaría con haber distinguido entre ocasión y causa, pretexto y motivo, para poder pesar los méritos y las culpas. Una vez que se ha concedido la palabra a las armas, el fin importa más que el origen. ¿Cuáles son los objetivos a que aspiran los beligerantes? ¿Cuáles serían los resultados probables de la victoria de unos u otros?"[1].
Por consiguiente, nos interesaba de sobremanera establecer que las pretensiones granserbias a Bosnia no estaban fundadas en el derecho natural, nacional e histórico. Los serbios no constituyen en Bosnia la mayoría étnica sino una minoría insignificante[2]. La fuerte minoría de la población ortodoxa aparece recién durante el dominio turco[3]. Bosnia jamás formó parte de Serbia. Durante siglos era parte integrante de Croacia y luego como banato y reino era en relación de vasallo con el reino croata-húngaro.
Una gran porción del territorio que integraba el vilayet turco de Bosnia antes había formado parte del Reino Trino de Croacia, Eslavonia y Dalmacia. Hasta los tiempos recientes la parte occidental de Bosnia fue llamada la Croacia turca[4]. Por lo tanto, la resolución del Congreso de Berlín sobre la ocupación de Bosnia por la monarquía de los Habsburgo y su anexión subsiguiente, respondían al hecho de que los Habsburgo eran reyes legítimos de Croacia. Por otra parte, Bosnia conforma con las demás provincias croatas una unidad geográfica y económica. Hemos visto que la mayoría croata entre musulmanes y católicos en Bosnia y Herzegovina en víspera del atentado de Sarajevo se oponía terminantemente a las pretensiones granserbias. Ni los católicos ni los musulmanes nada bueno podían esperar de la anexión a Serbia, en la que, de acuerdo a la tradición césaro-papista de Bizancio y Rusia, se identificaba la nacionalidad con la confesión.


12 Bosnia y Herzegovina y la Primera Guerra Mundial

Aportes al esclarecimiento del origen de la Primera Guerra Mundial

Studia Croatica - Edición Especial
Buenos Aires, 1965
Ivo Bogdan - La cuestión de Bosnia y la Primera Guerra Mundial



X. LA CUESTIÓN DE LA RESPONSABILIDAD DE LOS GOBERNANTES SERVIOS EN EL ATENTADO DE SARAJEVO

Analizando las causas de la primera guerra mundial con motivo de su 50 aniversario, Pierre Renouvin constata que en vísperas de la crisis de junio de 1914 la situación europea tal como la evaluaron los representantes calificados de todas las potencias era calme et pacifique. Cita como prueba el informe de Jules Cambon, embajador de Francia en Berlín, de 12 de junio, donde dice: "Estoy lejos de pensar que en este momento hay en la atmósfera algo que constituya una amenaza para nosotros; todo lo contrario". Empero, prosigue Renouvin, "quince días después, el atentado de Sarajevo abre la crisis internacional que conducirá a la guerra europea"[1]. Aunque esta constatación del destacado historiador francés no debe interpretarse como si el atentado de Sarajevo fuese la causa de la primera guerra mundial, cabe concluir que el asesinato de Francisco Fernando no fue solamente un incidente trágico sino un evento decisivo, íntimamente ligado a los orígenes de la guerra.
Por consiguiente, nuestro análisis del largo proceso político que culminó con la crisis de 1914 no sería completo si no abordaremos el problema de los responsables del atentado que tanto perturbó la situación europea hasta entonces calme et pacifique y que produjo el conflicto general. Precisamente en torno a la responsabilidad por el atentado y el castigo de los culpables se produjo la ruptura de las relaciones diplomáticas entre Austria-Hungría y Serbia y se hicieron aprestos militares, lo que hizo que la guerra fuera casi ineludible.

1. La Cuestión de la culpabilidad serbia y el famoso Ultimátum de Austria-Hungría
Como se sabe, la guerra estalló después de haber rechazado Serbia el pedido de Austria-Hungría, contenido en el párrafo 60 del cuasi ultimátum del 23/6/1914 [2], donde se exigía que en la instrucción judicial en Serbia participan también los representantes de la doble Monarquía[3]. Si bien en Viena no se disponía de pruebas de la responsabilidad directa del gobierno serbio y el ultimátum erróneamente culpa a la organización de la "Defensa Nacional" en lugar de la "Unión o la Muerte", denominada "La Mano Negra", la investigación en Bosnia demostró, se expresa en la nota del 23/6/1914, "que el asesinato de Sarajevo fue tramado en Belgrado, que las armas y explosivos con que fueron provistos los asesinos les habían sido facilitados por oficiales serbios y funcionarios que formaban parte de la "Narodna Odbrana", y finalmente que el paso a Bosnia de los criminales y sus armas fue organizado y efectuado por los jefes de servicio de la frontera serbia". (Indagaciones posteriores demostraron la veracidad de todos esos cargos que además, evidenciaban sólo una pequeña parte de la verdad).
En Viena, dado el carácter de la acción subversiva, dirigida desde Serbia, que amenazaba la integridad territorial y la misma existencia de la doble monarquía y que culminó con el asesinato del heredero al trono imperial, estimaban que lo menos que se debía exigir era la suspensión de actividades subversivas, el castigo de los culpables y, como garantía, la participación de los delegados austríacos en la investigación pertinente. Esta última demanda, en vista de las nociones vigentes en Europa acerca de la soberanía estatal, fue calificada como incompatible con el honor de Serbia como Estado soberano, y el gobierno francés junto con la opinión pública, y en parte el de Gran Bretaña, aceptaron el punto de vista del gobierno de Belgrado, de que tenía razón al rechazar el punto 60 de la démarche del 23 de julio de 1914.
Empero, otro cariz hubiera tomado todo ese problema de haberse creído en París y en Londres que en efecto el gobierno de Serbia era responsable del atentado de Sarajevo. Entonces el rechazo de la participación de los representantes de Austro-Hungría en la investigación del crimen habría sido interpretado en primer lugar como el deseo de Belgrado de evitar se estableciera la verdad. Por lo demás, tratábase de un país que carecía del derecho moral a exigir la aplicación de los criterios justificados en los países civilizados de Europa occidental, pero fuera de lugar en Serbia. Los gobernantes serbios practicaban el terrorismo político como un recurso casi normal en la lucha política, según lo comprueban los mismos historiadores serbios.


11 Bosnia y Herzegovina y la Primera Guerra Mundial

Bosnia y Herzegovina
Aportes al esclarecimiento del origen de la Primera Guerra Mundial

Studia Croatica - Edición Especial
Buenos Aires, 1965
Ivo Bogdan - La cuestión de Bosnia y la Primera Guerra Mundial




IX. LA CUESTIÓN DE BOSNIA EN LAS RELACIONES ENTRE AUSTRIA - HUNGRÍA Y SERVIA DESDE EL CONGRESO DE BERLIN HASTA LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

EL DESARROLLO de las relaciones después del Congreso de Berlín entre Austro-Hungría y Serbia, cuando este último país era una especie de protectorado de Viena, y luego a principios de nuestro siglo ingresó a la esfera de intereses de Rusia, tanto se aparta de los esquemas válidos entonces para las relaciones interestatales europeas, que provocó en Viena decepción e irritación y confundió no solo a las potencias afectadas directamente sino también a los círculos internacionales en general. La agresividad de un pequeño país frente a su poderoso vecino, del que obtenía tantos beneficios, se interpretó como la resistencia a la influencia preponderante de un poderoso Imperio, en lugar de concebirse correctamente como un caso de incompatibilidad y por consiguiente de imposibilidad de organizar una transacción entre una comunidad estatal netamente occidental, como lo fue la Monarquía danubiana, y el contiguo país balcánico.
Serbia, arraigada en tradiciones bizantinas, pese a su debilidad, estaba tan embriagada con sus sueños y ambiciones imperialistas que no quiso incorporarse a la zona de intereses de la Europa Occidental por intermedio de Austria, a la que debió en mayor parte su liberación de la dominación turca y su emancipación nacional. La mistificación sistemática de la opinión pública nacional y extranjera, poco interiorizada en aquel entonces del pasado y de la composición étnica de la parte balcánica del Imperio otomano en agonía, hizo que la agresividad de Serbia hacia los países vecinos se presentara y siguiese exhibiéndose como un ejemplo conmovedor de una nación débil y pequeña en la lucha por su autoconservación. El caso de Serbia que ambicionó reasumir la herencia de un imperio de proyección universalista como lo era el Imperio romano oriental, basando en esta concepción su política nacional como rival no sólo de la Austria católica -considerándola como continuadora del Imperio romano occidental- sino también de la Rusia ortodoxa con sus aspiraciones a ser la III Roma; este caso de ambición, que no guarda relación alguna con las fuerzas reales, es tan insólito que necesariamente hubo de confundir a cuantos estuvieron en contacto con Serbia, sea como adversarios, sea como aliados circunstanciales.
Hoy se acepta generalmente que además del imperialismo de las grandes potencias actúa también lo que se calificó de imperialismo enano de los países herederos de los Imperios otomano y austríaco, jugando como un factor peligroso en las relaciones internacionales; elemento de antagonismos y tensiones, por lo que los Balcanes fueron calificados como "barril de pólvora".
No obstante, incluso hoy, mientras se censuran las ambiciones de las grandes potencias, se omite analizar y estudiar debidamente las causas de las situaciones explosivas, originadas primordialmente por las pretensiones de los "imperialistas enanos".
En capítulo aparte nos referimos a las ambiciones imperialistas de Serbia, expresadas en el Nacertanije de Ilija Garasanin. Para comprender debidamente el fenómeno del absurdo imperialismo serbio habría que citar toda una serie de obras y textos escolares en los que se habla al pueblo de su gloria y de sus grandes hazañas, cargando tintas en forma increíble. Entre los serbios fueron muy populares libros de autores que sostenían que el serbio era"el pueblo más grande de la tierra", "el pueblo más fuerte del orbe", que "procreó a todos los pueblos de Europa, Asia y África", el pueblo "en cuyo seno nació Cristo", "al que debía someterse todo el mundo"[1].
Cuán hondo calaron tales conceptos, lo prueba el hecho de que después de la segunda guerra mundial el obispo serbio Dionizije, a cuyo cargo está la orientación y atención religiosa de los serbios emigrados, repitió los mismos disparates sobre el pasado de Serbia[2].


El texto completo del libro está en formato CD-ROM


10 Bosnia y Herzegovina y la Primera Guerra Mundial

Bosnia y Herzegovina
Aportes al esclarecimiento del origen de la Primera Guerra Mundial

Studia Croatica - Edición Especial
Buenos Aires, 1965
Ivo Bogdan - La cuestión de Bosnia y la Primera Guerra Mundial

VIII. ¿CÓMO Y POR QUÉ SURGIÓ LA "CUESTIÓN SURESLAVA" DENTRO DE AUSTRIA-HUNGRÍA?

CUANDO a principios del siglo XVIII la monarquía de los Habsburgo contuvo definitivamente a los turcos, cumplió con éxito su misión de defensora de la Cristiandad occidental frente al conquistador osmanlí. Más este su triunfo marcó, pese a todas las apariencias, el comienzo de su crisis, que terminará en su desintegración en 1918. Es verdad que los Habsburgo regían a la sazón los imperios romano-germánico y el español, empero el pensamiento medieval del sacro imperio como expresión de la unidad occidental había perdido su fuerza. El pensamiento nacional y democrático, con el correr del tiempo, prevaleció de modo que el imperio estaba liquidado en el siglo pasado bajo el impacto del nacionalismo germano e italiano.
La monarquía de los Habsburgo, expulsada de Italia y Alemania, se vio obligada a buscar en los nuevos tiempos su razón de ser cuando en los pueblos danubianos, libres ya del miedo al peligro turco, aparecieron las tendencias centrifugas. Por el proceso socio-político del mundo occidental, estos pueblos fueron colocados ante esta disyuntiva: ser leales a su grupo socio-nacional conforme al principio nacional, según el cual a todo pueblo le incumbe el derecho a su Estado nacional, o guardar lealtad haciá la casa reinante, que insiste en el principio de la legitimidad dinástica y para la cual la Monarquía multinacional danubiana dejó de ser una comunidad creada por decisión libre de las Dietas de los reinos de Bohemia, Croacia y Hungría para convertirse en el Imperio austríaco, regido por la voluntad de su gobernante, que se atiene todavía al título de emperador que había perdido su significado y sus bases territoriales. Enfrentada con movimientos nacionales y democráticos liberales que culminaron en el año revolucionario de 1848, la monarquía de los Habsburgo se salvó a duras penas gracias a la ayuda que le brindó, en consonancia con los principios de la Santa Alianza, la Rusia zarista, su principal antagonista en la Cuestión de Oriente.
1. Los amargos frutos de la constitución dualista
Unos años después la monarquia de los Habsburgo, derrotada por el nacionalismo italiano y el germano, pudo resistir las tendencias centrifugas sólo gracias a la benevolencia de los Hohenzollern, pero al alto precio de la alianza con el Segundo Reich Alemán.
Los Habsburgo, la dinastía más poderosa de Europa a lo largo de muchos siglos, tuvieron que desempeñar el papel "del segundo espléndido" frente a los novatos Hohenzollern. Ese apoyo obligatorio en Prusia impulsó a los Habsburgo a compartir el poder con los húngaros dentro de la Monarquía. Con la implantación del sistema dualista, según el cual la posición dominante la tenían los húngaros y los germanos austríacos! si bien no constituian ni la mitad de la población en la multinacional Monarquia Danubiana, los Habsburgo chocaron con sus súbditos eslavos y con las ideas de la época que afirmaban los derechos nacionales y democráticos. De este modo Austria-Hungría se encontró en una posición inferior frente a la misma Rusia, erigida en la protectora de los pueblos eslavos.
Los eslavos de Austria-Hungría fueron las víctimas del sistema dualista, aunque en 1848 estaban del lado de Viena, considerándola como su defensa natural contra el pangermanismo y las concepciones húngaras acerca de las tierras de la corona de San Esteban, que consideraban como Estado nacional húngaro, no obstante el hecho de que entre los Cárpatos y el Adriático los magyares son una minoría. Este es el fondo del austroeslavismo que proyectaba la transformación del Imperio austríaco en una confederación de sus individualidades históricas y nacionales. Aceptando el compromiso con los nacionalistas de Austria y Hungría, Francisco José I chocó con sus pueblos eslavos (checos, eslovacos, croatas, eslovenos) y con la minoría polaca, ucraniana y serbia, asimismo con la fuerte minoría rumana de Transilvania. Así se convirtió en esclavo del dualismo que ayudó a crear. Al mismo tiempo semejante política posibilitó que la Rusia reaccionaria y autocrática, al promover la agitación nacionalista entre los pueblos eslavos dentro de Austria-Hungria y al estimular la resistencia de los ex súbditos del Imperio turco a las aspiraciones austro-húngaras en los Balcanes, asumiese a los ojos de los pueblos directamente interesados el papel de defensora de los derechos y las libertades nacionales. Hasta a los ojos de las potencias europeas que en un principio estaban dispuestas a sostener a Austria dentro del marco del equilibrio político europeo (Congreso de Berlín), frente al expansionismo ruso, con el tiempo consideraron a Austria por su papel de "segundo espléndido" de Alemania como un mero instrumento del expansionismo germano hacia Este, conocido bajo el nombre de Drang nach Osten.

09 Bosnia y Herzegovina y la Primera Guerra Mundial

Bosnia y Herzegovina
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VII. LA EQUIVOCADA POLÍTICA REFERENTE A SERVIOS EN EL SIGLO XVII

Mientras la monarquía de los Habsburgo se esforzaba, en vano, por asumir la herencia turca, bizantina de hecho, forzosamente hubo de topar con Serbia, su primer vecino balcánico. Para realizar sus planes imperiales en los Balcanes, debió lograr el consentimiento de Serbia o, en su defecto, obligarla a acceder a su expansión. Sabemos que la pequeña Serbia no sucumbió y más aún, asistió a la derrota y el desmembramiento de poderosa Monarquía Danubiana, adueñándose de una extensa zona.
Este resultado sorprendente suele interpretarse a posteriori como un triunfo del pensamiento nacional y democrático frente al principio de la legitimidad dinástica, vigente en una monarquía multinacional y aparentemente reaccionaria. Rusia, como gran potencia eslava, bregaba en ese conflicto por los derechos nacionales de su pequeño congénere eslavo. Los aliados occidentales de Rusia, por su parte, contribuirían a la defensa de la soberanía de una pequeña nación democrática, enfrentada con su prepotente y poderoso vecino.
Semejante apreciación no sólo entraña inexactitudes, sino que no toma en cuenta el fondo del conflicto. Serbia no tenía un régimen democrático sino autocrático, igual que su protectora Rusia. No luchaba por la liberación y unificación nacional de los eslavos meridionales sino por conquistarlos y subyugarlos.
Lo esencial en todo ese conflicto era el enfrentamiento de dos formas de civilización. Si no lo comprendemos, entonces tampoco percibiremos el auténtico sentido de la tensión que condujo a la guerra ni captaremos el alcance de las fuerzas en movimiento, actuantes todavía bajo una superficie aparentemente calma en los países sureuropeos sojuzgados por la Rusia Soviética, y que en todo el mundo se manifiestan como tensión entre dos bloques antagónicos.
La cuestión bosníaca y la yugoeslava pudieron degenerar en crisis política dentro de la Monarquía Danubiana y en el plano internacional sólo debido a los errores, derivados de ese ignorar de las fuerzas motrices tanto por parte de los círculos directivos de la monarquía de los Habsburgo, incluyendo a los líderes de las nacionalidades que la integraban, como por parte de los estadistas y de la opinión pública de los demás países occidentales.
Aunque actualmente el hombre occidental es mucho más consciente que en vísperas de la gran crisis de la imprescindible solidaridad de los países de nuestra civilización en la defensa de su valores, propende todavía a subestimar la fuerza de la tradición antagónica, representada en la época moderna por el imperio ruso. La dificultad principal proviene de la tendencia a proyectar hacia el pasado el dinamismo y el poderío mundial del Occidente moderno hacia los tiempos del cisma entre la Cristiandad oriental y la occidental.
Por eso nos cuesta imaginar que, en la época crítica, el occidente cristiano fuese tan impotente al punto que no pudo imponer su concepción de la unidad cristiana. Las estructuras que darán vida a la joven y dinámica civilización occidental pasaban entonces por una lenta y dolorosa etapa de gestación. Mientras tanto Bizancio pudo invocar la continuidad ininterrumpida con la Primera Roma; por su esplendor exterior y la cultura teológica superaba tanto al Occidente que los cristianos orientales -desde luego, haciendo abstracción de las cuestiones eclesiológicas- pudieron creer que no ellos sino el Papado se había apartado de la tradición cristiana fundamental.
Debieron transcurrir varios siglos hasta que la Cristiandad occidental pasase a la contraofensiva durante las Cruzadas contra las formas ajenas de la civilización, tanto islámica como bizantina. El mundo occidental reaccionó contra las viejas y las nuevas animosidades de Bizancio, creando el Imperio Latino. El resultado definitivo necesariamente tuvo que ser negativo, como siempre ocurre cuando un conflicto ideológico se dirime por la espada. En ese clima tampoco tuvieron éxito los empeños en resolver el conflicto, restableciendo la unidad cristiana, y a la postre los cristianos orientales prefirieron establecer compromisos con el conquistador en vez de ofrecer resistencia, ayudados por los cristianos occidentales al precio de aceptar la Unión. Los cristianos orientales, al aceptar la Pax Ottomanica, perdieron su imperio, pero salvaron la organización eclesiástica que los turcos respetaron en parte y la explotaron para sus fines políticos, como lo hacen actualmente los bolcheviques.


08 Bosnia y Herzegovina y la Primera Guerra Mundial

Aportes al esclarecimiento del origen de la Primera Guerra Mundial

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VI. LA MONARQUÍA DANUBIANA DE LOS HABSBURGO Y LA CUESTIÓN DE ORIENTE

Analizando la evolución de la Cuestión de Oriente, impónese la conclusión de que la solución inadecuada dada a dicha cuestión, cuyo reflejo es la situación actual en el mundo, se debió a la visión incompleta del proceso general. No comprendiendo que el fondo de la Cuestión de Oriente es el encuentro y el conflicto de tres formas de civilización, las potencias occidentales, al promover sus intereses particulares sin preguntar mucho si eran justificados (considerando como algo natural la aplicación de las normas del realismo político, que no es sino la forma eufemística para el maquiavelismo), no tenían presente el bien general tanto de la humanidad como de la comunidad occidental a la que pertenecen y cuyos intereses son solidarios.
Esta errónea posición frente a un problema general, surgido durante el repliegue del Imperio otomano en la zona de encuentros y conflictos de civilizaciones no es propia de una sola potencia europea sino de todas.
En el encuentro decisivo de diferentes mundos de civilización, denominado la Cuestión de Oriente, las potencias europeas pasaban por alto la ubicación particular de la monarquía danubiana como confín oriental del mundo occidental. Únicamente así pudo ocurrir que las potencias europeas se escindieran en dos bloques hostiles con la participación de Rusia. Eso necesariamente originó el desajuste en el equilibrio europeo que tanto cuidaban las potencias europeas y con razón, pues, como dice Ortega y Gasset, dicho equilibrio era la expresión de la unidad europea[1]. Sólo Rusia no estaba muy interesada en mantener el equilibrio europeo, pues, no pertenece al concierto europeo y del conflicto de las potencias europeas pudo esperar una solución de la Cuestión de Oriente más favorable a sus anhelos expansionistas.
En este fatal proceso político lo más trágico no era la incomprensión de la misión histórica de la monarquía de los Habsburgo por parte de las demás potencias europeas y de los pueblos que la integraban, sino por parte de su propia dirección política. Pocos calaron hondo en la indispensable solidaridad de intereses de los pueblos danubianos en la época en que el Imperio otomano no constituía ya un peligro para Europa. Incluso hoy, después de trágicas experiencias, historiadores calificados sustentan la tesis de que la monarquía danubiana surgió en función de la defensa del cristianismo ante las invasiones turcas y que, desaparecido el poder de su antagonista, se extinguió también su razón de ser. Esa justificación a posteriori de la situación creada al terminar la primera guerra mundial -situación demasiado efímera-, adolece de la ausencia de una perspectiva más amplia.
No cabe duda que la monarquía danubiana se formó en circunstancias especiales durante el auge del poderío osmanlí, pero es evidente que los asaltos turcos no fueron ni el primero ni el último peligro de esa índole en una zona típica para los encuentros y conflictos del Occidente europeo e imperios euroasiáticos, portadores de formas culturales ajenas.
En la misma zona de transición, entre el sureste europeo y Asia anterior, el Imperio bizantino actuaba como un vigoroso rival de la cristiandad occidental. Las Cruzadas, combatiendo la presión plurisecular del mundo islámico, aceleran la disgregación de la sociedad bizantina, aunque su propósito fue incorporarla al cristianismo occidental. Los pueblos de la sociedad bizantina fueron, por fin, unidos bajo el dominio de los turcos otomanos que de ese modo asumieron la herencia de Bizancio. Sin embargo, los turcos no supieron detenerse en las fronteras de la sociedad occidental y provocaron guerras agotadoras que terminaron con su Imperio. Más aún, con el tiempo Turquía, ya Estado nacional, optó por integrarse al mundo occidental contemporáneo, transformado entre tanto en una sociedad laica y pluralista.
Mientras los pueblos danubianos estaban empeñados en las guerras turcas, en cuyo transcurso, durante la Migración de pueblos, irrumpieron masas bárbaras que asolaron el Imperio romano de Occidente, y en el siglo XIII arribaron las hordas de Gengis-Khan, los rusos moscovitas estaban creando un poderoso imperio euroasiático, en el que el mundo occidental ve sólo una Rusia semibárbara.
Cuando los rusos aparecen como pretendientes a la herencia turca, muy pocos estadistas europeos entienden que con ello la Santa Rusia reclama la su cesión de la Segunda Roma. La Rusia autocrática y césaropapista se considera heredera legítima de Bizancio por ser la mayor potencia del cristianismo oriental. La Europa liberal, en la época del positivismo, califica el mesianismo de la Santa Rusia como misticismo, circunscripto al terreno de fantasías inocuas. Rusia, sin embargo, actúa a sabiendas y con éxito como protectora de los cristianos orientales en el Imperio turco. Las potencias europeas que, tras la guerra de Crimea, asumieron formalmente esa protección, no aciertan sino a sostener el perimido Imperio turco. Mientras las cancillerías occidentales logran que Grecia y luego otros pueblos de la parte europea del Imperio turco renuncien a sus planes encaminados a restaurar el imperio de Oriente y adopten el sistema de Estados nacionales, los rusos recurren a otros medios para realizar sus sueños bizantinos. Rusia juega el papel de protectora de los pueblos eslavos en los Balcanes de la misma extracción cultural. Entran en juego hondas afinidades, por las que Garasanin considera deseable la ayuda rusa y ve en Austria al enemigo hereditario, pese al hecho de que fueron los ejércitos del Imperio de los Habsburgo y no los de los Romanov que quebraron el poder agresivo del Imperio otomano.


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