Tuesday, 15 January 2013

¿Por qué regresaste al país donde sólo los muertos son felices?


"¿Por qué regresaste al país donde sólo los muertos son felices?"

Bogdan Radica narra su experiencia con el comunismo yugoslavo

Studia Croatica, Año XV – Julio – Diciembre 1974- Vol. 54-55

El septuagenario periodista croata Bogdan Radica, uno de los últimos creyentes en la idea yugoslava, es decir en la posibilidad de una convivencia democrática de los eslavos del Sur, especialmente de los croatas y los servios, publicó en agosto de 1974 un libro titulado "Croacia 1945", donde relata la experiencia que vivió en contacto directo con la toma del poder por los comunistas en Yugoslavia. En su obra, de 383 páginas, este espíritu, inquieto y de una curiosidad poco común, rechaza definitivamente al comunismo en todos sus aspectos y, con él, también a la idea yugoslava, considerándolos dos ideas utópicas que engendraron los comunistas y que están causando tremendos daños al hombre y a los pueblos sometidos al poder de los que las intentan convertir en realidad. El autor ha expresado muchas de sus ideas al respecto en publicaciones croatas durante los últimos tres decenios -abandonó a Yugoslavia ya en octubre de 1945, a donde había regresado de los EE.UU, en abril del mismo año como partidario entusiasta del movimiento de "liberación" comunista de Tito. Lo esencial había aparecido también en una serie de periódicos y revistas norteamericanos. Pero su opinión y su experiencia hallan en este libro un panorama más completo y una visión casi integral.
Sus padres, en Split, y los últimos amigos y compatriotas que le pudieron hablar con franqueza durante aquellos pocos meses de su estadía en la Yugoslavia de Tito, le repitieron la misma pregunta: "¿Por qué regresaste al país donde sólo los muertos son felices?"
Después de haber explicado los motivos de su regreso, Radica analiza la nueva realidad "yugoslava", fruto directo de la revolución y la "liberación" comunista. Su libro merece ser traducido a varios idiomas, porque pone el dedo en la llaga, que no es sólo nuestra, croata, servia, eslovena -"yugoslava"-, sino un problema general, un fenómeno que atañe a todo hombre libre y a todos los pueblos que supieron salvaguardar su libertad contra todos los intentos de sojuzgarlos en nombre de ideas utópicas.
A continuación reproducimos algunos trozos traducidos de su libro:
"Mientras el desarrollo material del sistema comunista queda rezagado inevitablemente por el mundo occidental, también su proceso ideológico está atrasado con respecto a lo que había prometido en sus postulados y realizaciones a efectuar. En los dos últimos decenios el anhelo de los creadores culturales en la Rusia Soviética, por alcanzar la libertad de creación aparece como la característica más saliente y fundamental. No sólo escritores, sino también científicos, se levantan para defender la libertad de pensamiento y de creación.
La libertad es un principio fundamental, una especie de imperativo categórico de Kant, buscado antes que nada por los intelectuales rusos... Mientras tanto, cuanto uno más busca el derecho de libertad en el proceso de creación, a pesar de ser marxista y partidario, tanto más se enfrenta con las trabas de la burocracia, del dogma oficial, de la inquisición intelectual y de policía que le impiden su mecánica fundamental de creación. El régimen declara por un lado, urbi et orbi, que no tiene ningún miedo al intercambio de ideas entre su sociedad cerrada y aquella del mundo libre y, por el otro, al mismo tiempo, persigue, encarcela y acusa al creador si no se atiene a la línea oficial partidario-burocrática, impuesta por los fanáticos y los primitivos. Todas aquellas obras, creadas bajo el impulso libre y la inspiración, no fueron impresas en el país, sino que aparecieron en ediciones clandestinas ("samizdat") o en el mundo libre de Occidente. Una excepción en este sentido quiso hacer la tan llamada Yugoslavia de Tito. En efecto, durante un decenio, gracias a este intento, pudimos leer con una satisfacción especial tratados filosóficos, disertaciones revisionistas, disquisiciones y descubrimientos muy atrevidos y originales de carácter histórico o lingüístico, convencidos de que este período produjo de veras un profundo cambio en los valores más importantes. Pero rápidamente tuvimos que experimentar el fin tenebroso de esta primavera intelectual y nacional.
Los dogmas anticuados y los fundamentos ya raquíticos que se creían superados para siempre fueron restablecidos y devueltos con la misma violencia y por decreto como en el primer período de posguerra de la era stalinista. Sin tomar en cuenta que el país entero por esta actitud reformista había ganado una posición en el mundo libre y por la cual había sido premiado con ingentes sumas de dólares americanos, el régimen, por el amor a la disciplina partidaria, liquidó y eliminó a todas sus élites y cambió el curso, y volvió a los tiempos de la inquisición y el terror cultural. ¿Sintieron la debilidad y la contradicción de su fe o, mejor, de la concepción y aplicación marxista los dirigentes así rechazados y los pensadores revisionistas al experimentar el retorno del terror y la violencia? ¿Llegaron ellos mismos hasta los resultados que sintieron Ignazio Silone, Arthur KoestlerMilovan Djilas y muchos otros, pero de tal manera que surgió en sus mentes la duda en la verdad de su fe y la posibilidad de la realización de esa utopía y mentira? Resultaría difícil decirlo teniendo presente que ellos mismos eligieron el silencio, la obediencia y una ulterior sumisión a la cumbre en cuyo punto más alto gobierna un factor único y exclusivo.

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