ESTEBAN RADIC Y SU MOVIMIENTO CAMPESINO
Eugen Laxa
Studia Croatica, Año IX – Buenos Aires, 1968, Vol. 28-31
ESTE AÑO se cumple el 40 aniversario de la muerte del destacado líder político croata Esteban Radic. Su figura en la reciente historia croata es tan trascedente que merece un extenso comentario. Se trata, en realidad, de una de las personalidades más representativas de la historia croata en la primera mitad de nuestro siglo.
Antes de abordar el tema, trataré de ilustrar las condiciones imperantes en Croacia, cuando Radic inició su actividad política, lo que facilitará que los lectores comprendan mejor la personalidad descollante de este líder croata. Nos referimos al principio del siglo XX. En aquel entonces, en Croacia, como casi en todos los países centro-orientales europeos, los campesinos constituían el alto porcentaje de la población (hasta el 80%).
Políticamente Croacia era el reino asociado con Hungría y Austria, conservando todavía algunos atributos de su soberanía. Tras la extinción de la dinastía nacional, Croacia se asoció en 1102 con Hungría en una unión personal (solamente reyes comunes), unión que perduró, con ciertas interrupciones, hasta 1527, cuando los estamentos croatas eligieron en Cetinje como sus reyes a los monarcas de los Habsburgo. Aunque, en virtud del Compromiso húngaro-croata de 1868, a Croacia fueron garantizados los derechos de independencia en distintas jurisdicciones, la ingerencia húngara no cesaba, lo que creaba constantemente situaciones harto difíciles y sumamente tensas. Huelga acotar que Dalmacia estaba todavía bajo el poder directo de Austria, mientras Bosnia y Herzegovina desde 1878 estaban ocupadas por la Monarquía danubiana.
El campesinado, tal como era entonces en Croacia, hoy no existe casi en ninguna parte. En el Occidente, y especialmente en el continente americano, hace tiempo que los campesinos están incorporados en la actividad comercial y el progreso técnico a tal punto que han cesado de ser campesinos en el sentido que le damos, mientras que el comunismo en la mayoría de los países de la Europa centro-oriental destruyó las estructuras del campo, alteró el sistema de propiedad, obligó a la mayoría de los campesinos a abandonar el campo y buscar el trabajo en la ciudad o el empleo en las cooperativas agrícolas estatales.
En la época a que nos referimos, el campesino croata vivía con su familia en el campo, que fue durante siglos y generaciones la propiedad de sus antepasados. En las aldeas, sin mayores cambios, se sucedían generaciones tras generaciones apegadas a su terruño natal, fieles a las tradiciones y costumbres milenarias, respetuosas de los principios ético-morales, heredados de generaciones atrás. El campesino vivía en su aldea, sus vecinos campesinos compartían con él idénticos principios, problemas, alegrías y dolores. Semejante medio social unía aún más a cada campesino con sus vecinos y su aldea. La propiedad de la tierra era inalienable. De su tenencia y buen cultivo dependía la existencia de la familia. Para que esas familias pudieran mantenerse tan largo tiempo, se debe a un sistema de posesión específico —el sistema de posesión familiar croata, llamado Zadruga (Cooperativa) que por su originalidad es tema de estudios de los especialistas también extranjeros—. Zadruga era una unidad económica de carácter autárquico, consistente en varias familias consanguíneas de 20 hasta 60 miembros. Compartían el mismo hogar, cultivaban el campo, criaban animales. Todos los miembros de Zadruga trabajan de acuerdo al sexo, edad y capacidad. Zadruga cubría las necesidades de sus miembros, haciéndose en su seno incluso la ropa y el calzado. Las demás necesidades atendían pequeños artesanos de las ciudades más cercanos. En Zadruga todos los miembros gozaban de iguales derechos, participaban por partes iguales del ingreso, eligiendo todos los años a un jefe que dirigía la actividad de esta comunidad. En los tiempos anteriores, el campesino hacía trueque, es decir cambiaba sus productos por los productos del artesano. Cuando se extendió el sistema monetario, sus necesidades de disponer de plata crecían de día en día, los campesinos contraían deudas, lo que originaba crisis en su economía y la consiguiente partición de Zadruga, la parcelación de sus propiedades y la baja del nivel de vida. El campesino carecía del efectivo para pagar muchos artículos que producía anteriormente en su hogar. Siempre escaseaba el dinero por no hallar suficiente mercado para los productos agrícolas. La Ley de 1880 sobre Zadruga permitió su división, lo que motivó la partición de la propiedad campesina en pequeñas parcelas, a menudo insuficientes para mantener a una familia.
Por otra parte, el campesino ocupaba el último peldaño en la escala social. En la Croacia propiamente dicha, la servidumbre fue derogada en 1848 y el campesino, aún libre, no pudo alcanzar el nivel del pequeño artesano o comerciante, sin hablar del párroco o abogado. Esta gente, viviendo en ciudades y burgos, como si se hubiera separado de su propio pueblo, no se ocupaba del campesino, mostrándole su desprecio y hasta hostilidad. Todo eso era secuela de influjo foráneo sobre la pequeña burguesía, atraída por los valores importados, ignara de los genuinos valores de su propio pueblo. Este contraste aumentaba cuando los hijos de campesinos, diplomados en escuelas superiores o capacitados en centros de artesanía, retornaban de las ciudades más cercanas a su aldeas natales y se hacían defensores más fervorosos de los "señores" contra los campesinos.
Ver artículo completo en: http://www.studiacroatica.org/revistas/028/02803.htm
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