Strossmayer y los búlgaros
Ante Kadic
Para la mayoría de los conocidos historiadores sureslavos, desde los tiempos de Strossmayer hasta hoy (por ej. Franjo Racki, Tade Smiciklas, Ivan Sismanov, Ferdo Sisicg, Vladimir Corovic, Slobodan Jovanovic, Viktor Novak y Jaroslav Sidak) el obispo de Djakovo fue y sigue siendo un lúcido y ferviente sostenedor de la comunidad cultural y política de los sureslavos[1]. Cuando declaró (1885) "que se imponía la idea de la federación eslava en la península balcánica" [2], no expresó sólo lo esencial de sus convicciones sino que trazó un programa, no concretado en su totalidad hasta hoy.
Es comprensible que Strossmayer, teniendo en cuenta la proximidad geográfica, la similitud idiomática, y la mezcla de la población, prestó mayor interés a los eslovenos, servios y montenegrinos, pero no olvidó a los búlgaros. Opinaba que los búlgaros son tan cercanos a los croatas como los demás sureslavos y de ahí su amor e interés por ellos.
Como la fracción oriental de la comunidad étnica y lingüística sureslava no integró el mismo Estado ni en 1918 ni 1945, se suele omitir, cuando se habla de Strossmayer y de sus concepciones políticas, que éste --siguiendo en este sentido a algunos precursores croatas-- hablaba y escribía que los búlgaros eran sus queridos hermanos eslavos; lo alegraba su emancipación política y le producía contento su rápido progreso económico y cultural e hizo todo lo que estaba a su alcance para que ese país, antaño cuna de las letras antiguas eslavas, figurase nuevamente como un miembro igualitario entre los pueblos civilizados de Europa. Más que todos esos logros políticos y económicos, el obispo le entusiasmaban las noticias sobre la emancipación de los campesinos búlgaros. Strossmayer admiraba sinceramente "a ese hermano sureslavo" que no permitió que el enemigo secular lo despojara de su rica herencia espiritual, guardada tan celosamente desde la época de los santos Cirilo y Metodio.
Una de las fechas importantísimas en la moderna historia búlgara, que significa la transición del período del sometimiento turco y griego al de la lucha consciente hacia el fomento cultural y la liberación política, fue el año 1762, cuando en el monasterio de Zograf (en el monte Atos) el monje Paisij escribió la obra Istorija slavenobolgarskaia. Este libro que iba de mano a mano en varias copias colmaba 100 corazones de los intelectuales búlgaros (mayormente sacerdotes) y de la juventud con el orgullo de ser descendientes y heredero del Estado búlgaro, otrora muy poderosa. Fue lógica su conclusión: ¿Si antes hemos sido dueños de nuestro destino, por qué no podemos serlo ahora? Y el milagro se hizo. Sólo un siglo después (1878) Bulgaria fue proclamada una formación política independiente. Para los búlgaros el monje Paisij como los santos Cirilo y Metodio son los factores más influyentes para su emancipación nacional.
Mientras escribía su libro, Paisij se sirvió abundantemente de dos obras de autores croatas, Il regno degli Slavi (1601) del ragusino Mavro Orbini y Razgovor ugodni naroda slovinskoga (1759) (Plática amena del pueblo croata) de Andrija Kacic-Miosic, oriundo de Makarska.
Pedro el Grande encargó a Sava Vladislavic, nacido en Herzegovina, que tradujera del italiano al ruso la obra de Orbini. Aunque esta traducción (1722) es incompleta e inexacta, se leía mucho entre los eslavos ortodoxos e influyó notablemente en los comienzos de la historiografía servia y búlgara. Leyendo a Orbini, Paisij le reprochaba no mencionar a los santos búlgaros, agradeciéndole a la vez por destacar que los historiadores griegos no se referían a los grandes monarcas búlgaros porque tenían vergüenza de haber sido derrotados varias veces por sus poderosos vecinos búlgaros. Cotejando a Paisij y Orbini, el profesor Bojan Penev demostró fehacientemente que el benedictino croata era una fuente importante para el prócer búlgaro[3].
A fines de 1761 fue escrita en Atos Zografska istoriia (La historia de Zograf) a la que Paisij recurrió a menudo. Según lo probó el profesor Jurdan Trifonov, el autor anónimo de esa crónica recopiló ciertos pasajes de Kacic, lo que se desprende especialmente del capítulo en que el franciscano mata se refiere a los "jefes de Bulgaria". El autor de la historia de Zograf sigue fielmente la "Plática" desde la cuarta cruzada ("en poco tiempo asaltaron a Constantinopla y la tomaron por fuerza, nombrando a Balduino emperador de las regiones orientales") hasta el derrumbe del imperio búlgaro ("desde entonces Bulgaria está sometida a Turquía"). Como en esta historia búlgara se mencionan, también los gobernantes legendarios ilirios, que no figuraban en la primera edición de la Plática (1756), quiere decir que los monjes de Atos conocieron el poemario de Kacic sólo dos años después de ser impreso (1759)[4]. Tomo Matic, primero en señalar ese importante estudio de Trifonov, concluye acertadamente: "De ese modo en el momento en que los monjes búlgaros empezaron a despertar la adormecida conciencia nacional mediante los relatos de un pasado más hermoso, al lado del resurgimiento nacional búlgaro se halló también el franciscano croata Kacic[5].
Los vínculos croata-búlgaros no quedaron circunscriptos al ámbito cultural sino que se extendieron también al campo religioso y político. En el curso del siglo XVII los católicos búlgaros, cuyo centro era Ciprovac, habían organizado una fuerte resistencia a los otomanos. Con su levantamiento precedieron los movimientos nacionales de otros cristianos balcánicos. Los jefes espirituales de esos católicos búlgaros fueron mayormente los franciscanos croatas, especialmente los llegados de Bosnia[6].
Ver artículo completo en: http://www.studiacroatica.org/revistas/042/04208.htm
Wednesday, 15 August 2012
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