Wednesday, 22 August 2012

Los croatas y los serbios, dos antiguos y diferentes pueblos


Dr Dominik Mandic: Hrvati i Srbi dva stara, razlicita naroda

(Los croatas y los serbios, dos antiguos y diferentes pueblos), en croata, Barcelona, Ediciones de la "Revista Croata", pág. 280, 1971.
Studia Croatica, Año XIII – Enero – Junio 1972- Vol. 44-45
Hay pocas historiografías nacionales si las hay que desde su comienzo tuvieron un panorama total e integral del desarrollo histórico de sus pueblos respectivos. Para conseguirlo se necesita un trabajo continuado y prolongado. De una generación a otra. Los historiadores posteriores deben continuar las investigaciones de los anteriores. El descubrimiento, a veces, de un solo documento nuevo, la interpretación más exacta del conjunto, la crítica de los anteriores y las nuevas combinaciones entre los resultados conseguidos de esta manera, cambian constantemente el panorama histórico de la vida de los entes que acostumbramos llamar pueblos, naciones.
Desde este punto de vista la tarea de la historiografía es casi inagotable. Las fuentes históricas de conocimiento (Erkenntnisquellen) nunca son completas. Un documento hasta ayer desconocido, a menudo puede, por sus datos personales, locales o de fecha, corregir grandemente la imagen del pasado que se creía hasta entonces como definitiva.
Se trata, pues, de las dificultades objetivas que obstaculizan un conocimiento exacto, similares a aquéllas en otros campos del conocer y la ciencia humanos.
Pero hay algo más que se opone al intento y esfuerzo humano para conseguir la exactitud, exigida por los problemas que se le plantean al hombre. Podríamos denominarlas dificultades subjetivas. Y con esta expresión querríamos abarcar mucho más. No sólo la subjetividad de los historiadores mismos -intelectual, moral, acceso a las fuentes históricas, etc.- sino también la actitud subjetiva general en un ambiente social o político en que los historiadores despliegan su actividad. La interacción de estas dos subjetividades, posiblemente, halla lugar más propicio, quizás, en el dominio de la historiografía, para no decir ciencia histórica.
Justamente, sobre ella convergen y presionan muchas actitudes interesadas. Si es la historia escrita la que proporciona argumentos científicos para una concepción política, para una u otra nación en sus disputas acerca de un territorio, un derecho o una obra o personalidad de significado histórico, resulta obvio que ese subjetivismo podríamos decir "objetivo" presiona sobre el subjetivismo del historiador mismo. El interés político moviliza a otros de carácter nacional-político, de ventajas económicas, de posiciones sociales, etc. De aquí, en consecuencia, la seudo historia, el falsear de los hechos y los resultados de la investigación; interpretaciones que, por la autoridad del historiador renombrado, se identifican aparentemente como verdades indiscutibles a pesar que la realidad es otra.
Este último caso está de manera especial presente en la historiografía croata. Ya el primer historiador croata -sistemático y científico- Juan Lucic (1604-1697) escribe en la atmósfera del subjetivismo como lo intentamos determinar más arriba. Tuvo que luchar entre la verdad histórica proveniente de los documentos, no siempre agradable para sus amos políticos venecianos, la presión política justamente de Venecia y el sentimiento nacional del autor, súbdito en aquel momento de Venecia. De esta manera, pese a sus grandes méritos para la historiografía croata, Lucic subestimó las fuentes directas croatas, dando preferencia a las extranjeras, especialmente al Constantino Porfirogeneto, lo que perjudicó gravemente no sólo a la ciencia histórica sino también a los intereses políticos de su pueblo croata.

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