Tuesday 10 July 2012

Solidaridad de los croatas en Chile con el movimiento nacional en Croacia (1903)


Solidaridad de los croatas en Chile con el movimiento nacional en Croacia

Hechos registrados por la prensa chilena en 1903 con motivo de celebrarse el 73 aniversario de Francisco José I de Habsburgo
Studia Croatica, año XIII – Enero – Junio 1972- Vol. 44-45
Prvislav Weissenberger
Visión panorámica desde el "centro del mundo"
Chile, país de "geografía loca" [1], ofrece, bajo varios aspectos, valioso material para el estudio de las relaciones internacionales.
En lo que sigue, se dedica especial atención a la prensa como fuente de información. Debido a la extensión desproporcionada del territorio nacional a lo largo del Pacífico, en la prensa, chilena, la que tiene una tradición distinguida entre la del subcontinente americano[2], es precisamente donde se encuentra una respuesta al desafío de los complejos de aislamiento, creados por la distancia de los centros de desarrollo económico y adelanto cultural. Parafraseando la declaración del visionario economista chileno, Manuel de Salas, dada en vísperas de la Independencia[3] que "abriendo nuestros puertos al tráfico con todas las naciones, nos podemos considerar ubicados en el centro del mundo", podría aplicarse el mismo criterio a la prensa chilena: conectándonos con las fuentes de comunicación -en una época más avanzada principalmente a través de los cables internacionales- estaremos bien informados de todos los acontecimientos del orbe, aunque ubicados en el último rincón de la tierra.
La prensa chilena registra de una manera prolija los principales sucesos internacionales del año 1903.
Las relaciones con la República Argentina, después del acertado arbitraje de S.M.B. en el litigio fronterizo (Canal Beagle), al entrar en una fase de fecunda colaboración mutua, ocupan, desde luego, el primer lugar del interés público, culminando en los festejos de la inauguración de la estatua del Cristo Redentor en la cima más elevada del paso de los Andes (marzo de 1904). Les siguen en importancia los problemas aún pendientes con los otros dos vecinos: Bolivia (un tratado definitivo de paz) y el Perú (el futuro de Tacna y Arica). La amistad tradicional con el Brasil, el que junto con la Argentina forma el núcleo de una integración en varios campos de actividad, absorbe a menudo las columnas de la prensa (Estados ABC). La tirantez de los EE.UU. de Norteamérica a causa del Istmo de Panamá, así como la situación en Venezuela, México, Cuba y Puerto Rico preocupan a la opinión pública, interesada en el respeto al principio de solidaridad de los estados americanos.
Según la prensa, la suerte de los boers perseguidos afecta mucho a los chilenos, que miran con gran simpatía los planes de una eventual colonización en el sur del país de elementos tan valiosos que podrían bien suplir la penuria de una inmigración selecta.
La efervescencia en el Lejano Oriente, donde el avance de las construcciones rusas choca con los crecientes recelos de los japoneses, lo que pronto desembocará en un conflicto armado, se relaciona directamente con los debates públicos sobre la conveniencia de la venta de dos acorazados chilenos, todavía en construcción en los astilleros ingleses, al Japón, pues a raíz del avenimiento con la República Argentina en cuanto a la reducción recíproca de los armamentos navales, podía prescindirse de las adquisiciones recientes para utilizar los fondos disponibles de la venta en urgentes obras públicas.
La muerte del anciano y aristocrático Papa León XIII y la elección del nuevo Pontífice, S.S. Pío X, de humilde origen, ofrecieron a la prensa ocasión para amplios comentarios, inclusive en lo tocante a las relaciones entre la Iglesia y el Estado; pero fue sobre todo un insólito incidente el que tuvo resonancia aun en el exterior: la oración fúnebre en el Templo Metropolitano de Santiago a cargo de un locuaz presbítero, quien no escatimó en lanzar invectivas contra las grandes potencias europeas, provocando así comprensibles protestas del Cuerpo diplomático residente.
El interés chileno por los Balcanes
Los disturbios en los Balcanes, punto neurálgico ("el barril de pólvora"), donde se entrecruzaban los intereses de las grandes potencias europeas, adquirían el carácter de preludio de un conflicto mundial. La publicidad de los sucesos balcánicos despertaba gran interés de los chilenos en general, pero de una manera especial en la región productora del salitre, donde, además, vivían núcleos de inmigración croata.[4](nota 4) El levantamiento de los cristianos contra el yugo turco en Macedonia hacía ya percibir rasgaduras en el sistema creado para los Balcanes en el Congreso de Berlín (1878). Bulgaria apoyaba las reclamaciones de sus connacionales en Macedonia; Serbia tampoco podía quedarse indiferente por lo que sucedía en aquel crisol de razas, más aún después del regicidio en Belgrado, el 11 de junio de 1903, que puso fin a la dinastía Obrenovic, tildada de austrófila. Los sucesos sangrientos en Serbia, por lo horroroso del procedimiento, habían estremecido a todo el mundo civilizado. El auge repentino de los círculos militares conspiradores -cuya influencia era manifiesta bajo la nueva dinastía de los Karageorgevich-, de orientación rusófila, despertaban una viva preocupación en Chile, quizás más de lo que podría suponerse por la distancia que le separa del escenario de los acontecimientos.

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