Monday, 30 May 2016

XII. Cardenal Stepinac - Algunos testimonios



CARDENAL STEPINAC: Mártir de los Derechos Humanos
M. Landercy

INDICE

  • Prefacio
  • Introducción
  • Capítulo I: La patria del Cardenal Stepinac
  • Capítulo II: País natal
  • Capítulo III: Encuentro de la vocación
  • Capítulo IV: Coadjutor del Arzobispo de Zagreb
  • Capítulo V: Monseñor Stepinac, Arzobispo de Zagreb
  • Capítulo VI: En medio del caos de la Segunda Guerra Mundial
  • Capítulo VII: Monseñor Stepinac en la Yugoslavia de Tito
  • Capítulo VIII: Ante el tribunal comunista
  • Capítulo IX: Stepinac en la prisión y en detención
  • Capítulo X: En el ocaso de su vida
  • Capítulo XI: Ecos después de su muerte
  • CAPITULO XII: ALGUNOS TESTIMONIOS

    Randolph Churchill
    "El objeto principal de los ataques de los diarios era el arzobispo de Zagreb, Stepinac. En mayo último, los partisanos lo encerraron diecisiete días en prisión. A partir de aquel momento, fue espiado sin cesar por la Policía Secreta yugoslava, y ahora es muy raro verlo dejar la sede del Arzobispado.
    Hace poco tiempo, partisanos uniformados lo atacaron en una pequeña ciudad cercana a Zagreb; ellos lanzaron pesadas piedras a través de los vidrios de su auto. Los agentes de la Policía Secreta que lo seguían, no intentaron entonces defenderlo. Un día, cuando lo fui a ver, me mostró una piedra que pesaba un kilo o más y que ahora utilizaba como pisapapeles. La mayor tristeza del Arzobispo no era tanto los actos de espionaje por parte de la OZN, sino el hecho de que estaba totalmente aislado del Vaticano y no podía disponer de medios para enviar o recibir cartas. Toda la correspondencia era totalmente censurada.
    Cuando yo había dejado la sede del Arzobispado, después de una hora de conversación con el Arzobispo, mi jeep fue seguido a través de las calles de Zagreb por un auto de la todopoderosa OZN. Cuando los advertí, me pidieron mostrarles mi pasaporte. Esta fue mi experiencia más directa de la supervisión a la cual estaban expuesto el Arzobispo y sus eventuales visitantes. Existen ya algunos signos de resistencia a este control, sobre todo por parte de los campesinos. Es cierto también que las iglesias no estuvieron tan llenas como ahora para Navidad y Año Nuevo.
    Es un hecho que los comunistas no se atrevieron todavía a encerrar al Arzobispo Stepinac, pues ellos no se sienten todavía lo suficientemente fuertes para dar ese paso decisivo. Además, es posible que la campaña impulsada por los diarios tenga como destino acelerar esta acción, que sera la provocación más fuerte de los partisanos hacia la Iglesia Católica de Roma".
    RANDOLF CHURCHILL, Miembro de la Misión Militar Británica en Yugoslavia. (The Daily Telegraph and Morning Post, Londres, 23 de enero 1946)
    François Mauriac, de la Academia Francesa
    "Si nosotros nos conmovemos, no es porque un miembro de la jerarquía eclesiástica se encuentre encausado judicialmente. Que se trate de un arzobispo, es por el contrario lo que nos ha retenido de protestar: no querríamos ceder a la prevención. Pero nosotros nos convencimos: el arzobispo de Zagreb, condenado a diez y seis años de prisión, es inocente...
    Es falso que él haya colaborado con los Ustachas y que los haya ayudado. Por el contrario, no dejó de oponerse a ellos, de oponerse contra el reclutamiento militar a la juventud croata y, públicamente en su catedral, contra la ejecución de los rehenes y la persecución a los judíos...
    Denunció las conversiones forzosas impuestas a los ortodoxos serbios por miserables enceguecidos. A causa de sus propuestas, la Policía lo recluyó en su palacio, donde fue varias veces sometido a requisas.
    Todo se aclara si se recuerda que el 8 de septiembre de 1946 el arzobispo de Zagreb, el primado de los obispos croatas, rehusó romper con Roma. He aquí el nudo de todo.
    Monseñor Stepinac sufre por la unidad, es uno de los mártires de la unidad (del Occidente y el Oriente cristiano...), y no solamente de la unidad con Roma.
    El arzobispo de Zagreb escribía en 1944: `La Iglesia Católica no teme a ninguna potencia sobre la Tierra cuando se trata de defender el derecho del individuo'. Quién hablará entonces, si los cristianos se callan? Si ellos callan, `las piedras gritarán'".
    (Le Figaro, 2 de noviembre 1946).
    El Parlamento irlandés
    "El Parlamento irlandés, seriamente preocupado por el proceso injusto y la prisión a S.E. Mons. Stepinac, y por las pruebas acumuladas sobre la existencia en ciertas partes de Europa de una campaña de persecución religiosa; convencido de que el reconocimiento de la soberanía de Dios y de la ley moral es la base fundamental de una organización justa y estable del mundo tal que ella sea; que la libretad de adorar al Señor lealmente y de la manera que él mismo ha ordenado es el derecho inalienable del hombre y que el respeto de ese mandamiento divino es esencial para la preservación de la paz entre las naciones, hace un llamado a todos los pueblos que desean la verdadera libertad y una paz durable, a fin de que por una acción común utilicen su influencia para hacer cesar la persecución religiosa y para garantizar la aceptación de la libertad de conciencia como uno de los principios fundamentales de una organización mundial verdaderamente sincera; y demanda al ministro de Asuntos Extranjeros tener presente estos principios e impulsar la atención de los Estados con los que Irlanda mantiene relaciones diplomáticas, exhortándolos a efectuar los reclamos necesarios para garantizar la adhesión de los pueblos amigos de la libertad".

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  •  
  • Epílogo
  • Anexos
  • Bibliografía

XI. Cardenal Stepinac - Ecos después de su muerte



CARDENAL STEPINAC: Mártir de los Derechos HumanosM. Landercy

INDICE

  • Prefacio
  • Introducción
  • Capítulo I: La patria del Cardenal Stepinac
  • Capítulo II: País natal
  • Capítulo III: Encuentro de la vocación
  • Capítulo IV: Coadjutor del Arzobispo de Zagreb
  • Capítulo V: Monseñor Stepinac, Arzobispo de Zagreb
  • Capítulo VI: En medio del caos de la Segunda Guerra Mundial
  • Capítulo VII: Monseñor Stepinac en la Yugoslavia de Tito
  • Capítulo VIII: Ante el tribunal comunista
  • Capítulo IX: Stepinac en la prisión y en detención
  • Capítulo X: En el ocaso de su vida
  • CAPITULO XI: ECOS DESPUES DE SU MUERTE

    Muestras universales de dolor
    La prensa mundial publicó en primera página la muerte del gran Cardenal mártir del comunismo. El Santo Padre recibió mensajes de condolencia de todo el mundo, tanto de dignatarios religiosos como de fieles.
    El 12 de febrero, en ocasión de celebrarse una audiencia general, Juan XXIII exhortó a los católicos a meditar sobre la vida y sobre la injusta condena del gran Cardenal, que había permanecido libre e íntegro antes que convertirse en el obediente servidor del marxismo. El sufrimiento de Cristo continua en sus miembros... Mons. Seper, el Arzobispo de Zagreb, recibió también telegramas desde todos los rincones del mundo, telegramas que manifestaban compasión y simpatía hacia el pueblo croata en ocasión de la dura prueba que lo golpeaba. El escultor Mestrovic envió un telegrama al cura de Krasic diciendo que el recuerdo del Cardenal Stepinac permanecería eternamente en el pueblo croata.
    En el mundo entero, en ocasión de las Misas de Requiem se rindió homenaje al Cardenal, recordando su vida, su fidelidad hacia el Soberano Pontífice y sus luchas por la libertad de la Iglesia, base de toda libertad humana y cívica. La tristeza causada por la muerte del Cardenal fue universal. Los Arzobispos de Milán, Berlín, Chicago, Nueva York, Montreal, Buenos Aires, Rio de Janeiro y de muchas otras ciudades, celebraron Misas de Requiem, con la participación de numerosos fieles.
    Estos dirigían ya sus plegarias al cardenal Stepinac como si fuera un santo. Después que sus despojos mortales fueron depositados en la cripta de la Catedral, miles de personas del país y del extranjero continuaban llegando continuamente ante su tumba para rezar allí.
    Ante la tumba de aquel que Pío XII y el Cardenal Tardini llamaron "la más luminosa imagen del heroísmo". Los débiles, los indecisos, los perseguidos iban a buscar aliento.
    Para el Cardenal Bertoli, el cardenal Stepinac era el único Obispo que él podía decir que consideraba como un santo. El Arzobispo de Zagreb, Mons. Seper, escribió después de su muerte, que parecía que su presencia estaba más viva que durante su vida; lo cual es una particularidad de los santos.
    Un colega de Aloysius Stepinac en Roma, Mons. I. M. Emmanuel, relató que su primer pensamiento al conocer la muerte de Mons. Stepinac fue: "Ha muerto un santo; todos aquellos que lo han conocido personalmente comprenden esto". Miles de declaraciones de dignatarios católicos repetían esto y hacían los mismos elogios. Así el Provincial de los Franciscanos conventuales, el R.P. Pío Polonio dijo:
    "Lo que nos consuela, es que no lo hemos perdido para siempre. Lo hemos perdido agotado y humillado, para reencontrarlo exaltado y seguramente lo veremos un día sobre los altares".
    Mestrovic, escultor de renombre mundial, hizo la siguiente declaración publicada en los Estados Unidos: "Mons. Stepinac vivió como un santo y murió como mueren los justos, fue un mártir de la verdad. Sé que todos los croatas, vivan donde vivan, sienten el mismo dolor que yo ante su muerte... Pero para el pueblo croata continúa siendo su consuelo y su ejemplo. Su muerte va a suscitar angustia en sus adversarios pues sentirán que es mucho más peligroso muerto que cuando estaba en prisión. No es Stepinac, quien por otra parte rezó por ellos todos los días, quien va a perseguirlos, sino sus conciencias que van a reprocharles la injusticia que le han hecho padecer y todas sus consecuencias...".
    En ocasión de las Misas de Requiem, realizadas en muchos países, se enviaron súplicas al santo Padre con el objeto de iniciar el proceso de beatificación de Mons. Stepinac.
    El gran amor que Mons. Stepinac tenía por el prójimo se manifestó también después de su muerte. Lo testimonian numerosas placas ex-voto, colocadas cerca de su tumba: numerosas conversiones, curaciones milagrosas constatadas por médicos y personas honorables, inesperadas ayudas en casos desesperados, desocupados que encontraban trabajo y muchas otras gracias que muestran que Mons. Stepinac no abandonó a los pobres.
    Alocución de Juan XXIII en la Misa de Requiem
    El 17 de febrero, en la Basílica de San Pedro, se celebró un oficio solemne por el descanso del alma de Mons. Stepinac, en el curso del cual el Santo Padre pronunció la siguiente alocución:
    "Señores Cardenales, Venerables Hermanos, Queridos hijos: Esta ceremonia fúnebre desacostumbrada aquí, en la Basílica de San Pedro, en homenaje a un Cardenal que no formaba parte de la Curia, en homenaje al alma bendita del Cardenal Aloysius Stepinac, Arzobispo de Zagreb, se debe a razones extraordinarias de respeto y de afección religiosa que inspiraron nuestro corazón. Esta figura simple y noble de padre y pastor de la Iglesia de Dios nos era muy querida; sus quince años de desgracias y de exilio en su propia patria y la dignidad serena y confiada de su largo sufrimiento la impusieron a la admiración y al respeto de todo el mundo.

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  • Capítulo XII: Algunos testimonios
  • Epílogo
  • Anexos
  • Bibliografía

X. Cardenal Stepinac - En el ocaso de su vida


CARDENAL STEPINAC: Mártir de los Derechos HumanosM. Landercy

INDICE

  • Prefacio
  • Introducción
  • Capítulo I: La patria del Cardenal Stepinac
  • Capítulo II: País natal
  • Capítulo III: Encuentro de la vocación
  • Capítulo IV: Coadjutor del Arzobispo de Zagreb
  • Capítulo V: Monseñor Stepinac, Arzobispo de Zagreb
  • Capítulo VI: En medio del caos de la Segunda Guerra Mundial
  • Capítulo VII: Monseñor Stepinac en la Yugoslavia de Tito
  • Capítulo VIII: Ante el tribunal comunista
  • Capítulo IX: Stepinac en la prisión y en detención
  • CAPITULO X: EN EL OCASO DE SU VIDA

    Su salud empeora.
    Según el testimonio de su médico personal de fecha 22 de mayo de 1958, el Cardenal Stepinac nunca había estado enfermo cuando era niño. Sólo algunos resfríos durante su período de escolaridad. Durante su permanencia en el ejército en 1918 tuvo una fuerte gripe. En el período estudiantil siempre estuvo en forma. Ordenado sacerdote, pasó una exhaustiva revisación realizada por dos médicos que le extendieron un certificado en el que constaba que tenía una excelente salud física y mental.
    Una vez nombrado Arzobispo Coadjutor, se temió por su vida a causa de la tuberculosis, pero afortunadamente no fue nada, sólo se trataba del sufrimiento moral debido a los acontecimientos.
    En 1937 tuvo un ataque de apendicitis, siendo operado de urgencia el 17 de agosto de 1938.
    Pero cuando llegó a Krasic, después de su detención en Lepoglava, el cura y las Hermanas percibieron su palidez y debilitamiento, aunque el Cardenal mismo aseguro que nunca había estado enfermo durante los cinco años que pasó detenido en Lepoglava.
    En enero de 1952 tuvo una otitis, tiempo después una bronquitis. Pero según el testimonio de su médico personal, a principios de octubre de 1952, estaba totalmente sano. Durante el verano de 1952 acostumbraba incluso, bañarse en el Kupcina, como lo hacía cuando era niño.
    A fines de octubre de 1952 se sintió más débil. El 13 de diciembre tuvo los primeros dolores en la pierna izquierda: se trataba de una trombosis. Se lo trató con penicilina, recomendándole que descansara cuanto le fuera posible, para impedir que la sangre coagulada en la pierna subiera al corazón, lo que hubiera sido fatal. Se decidió operarlo. El cirujano debía garantizar a los representantes del Gobierno que la operación sería un éxito.
    El doctor Reisner lo operó el 14 de diciembre en la habitación del Cardenal, a la que se había transportado todo el equipamiento necesario. Como paciente, Mons. Stepinac era muy obediente. Sólo lo entristecía el hecho de no poder celebrar Misa. Para Navidad el médico sacó los puntos y el Cardenal pudo continuar yendo regularmente a la iglesia, pero sin poder arrodillarse.
    Aunque, según los médicos su pierna estaba curada, nunca más recuperó su salud de antaño. En febrero de 1953 padeció una seria gripe acompañada de una tos continua. Los médicos le aconsejaron un cambio de aire, retirarse por ejemplo a la costa Adriática. Mons. Stepinac se negó, temía que el Gobierno no lo dejara luego regresar a Krasic, que lo separaran de sus fieles y que se persiguiera aún más al cura.
    Después de mediados de abril de 1953, el rostro del Cardenal se cubrió de manchas violáceas que inmediatamente se propagaron sobre las orejas y las manos. El análisis de sangre determinó que se trataba la enfermedad Morbus Vásquez, cuyo tratamiento es largo y complicado y exige la aplicación de rayos. Como no existían medios técnicos en Krasic, los médicos advirtieron al Gobierno de la absoluta necesidad de trasladar y atender al Cardenal en Zagreb. También se le prescribió un severo régimen.
    El Cardenal nunca se quejó. Sólo murmuró: "Al hombre que llega al final de su camino, el Señor le retira todo lo que es terrestre".
    Pronto se conoció en el extranjero el estado de salud del Cardenal. América sobre todo se interesó y compadeció su situación. Entre el 17 y el 25 de julio, Mons. Stepinac recibió 30 telegramas de diferentes Obispos americanos que le decían que oraban por él. Esto lo confortó y alentó.
    Pero su salud se degradaba. De 6.000.000, los glóbulos rojos habían subido a 8.200.000: enfermedad extraña y grave. Inquietos, los médicos propusieron que se llevara a cabo un tratamiento en Zagreb. El Gobierno estuvo de acuerdo, pero sólo si el Cardenal mismo lo pedía. Cuando se le informó, se negó rotundamente: "Aún cuando me muera, no les pediré nada".
    Los médicos propusieron entonces un tratamiento en Suiza. El Cardenal aceptó siempre y cuando se le garantizara la posibilidad de regresar a Krasic. Pero, ¿quién podría darle tal garantía? A pesar de todo, sus médicos querían persuadirlo de que partiera a curarse al extranjero. Pero él respondió tranquilamente: "Todo esta en manos de Dios". Si el Señor me necesita me dará salud, si no ¿para que pedir entonces curaciones costosas para nuestra Iglesia y nuestro pueblo?"
    En aquellos días recibió una carta de una dama francesa: "Desde que conocí su enfermedad, afirmaba, todos los días rezo en compañía de mi hijo, por usted y por su reestablecimiento".
    El Cardenal señaló: "He aquí lo que nos alienta: la oración de los fieles. Esta es la esencia de la Iglesia universal".
    De los Estados Unidos vinieron varios especialistas a verlo. Al mismo tiempo recibió un telegrama del escultor Mestrovic, quien le escribía desde Estados Unidos de Norteamérica:
    "Estoy feliz de que usted venga aquí a curarse, pues sólo aquí pueden curarlo. Hasta pronto".

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  • Capítulo XI: Ecos después de su muerte
  • Capítulo XII: Algunos testimonios
  • Epílogo
  • Anexos
  • Bibliografía

IX. Stepinac en la prisión y en detención


CARDENAL STEPINAC: Mártir de los Derechos Humanos
M. Landercy

INDICE

  • Prefacio
  • Introducción
  • Capítulo I: La patria del Cardenal Stepinac
  • Capítulo II: País natal
  • Capítulo III: Encuentro de la vocación
  • Capítulo IV: Coadjutor del Arzobispo de Zagreb
  • Capítulo V: Monseñor Stepinac, Arzobispo de Zagreb
  • Capítulo VI: En medio del caos de la Segunda Guerra Mundial
  • Capítulo VII: Monseñor Stepinac en la Yugoslavia de Tito
  • Capítulo VIII: Ante el tribunal comunista

  • CAPITULO IX: STEPINAC EN LA PRISION Y EN DETENCION

    Lepoglava
    El 19 de octubre de 1946, Mons. Stepinac franqueó el umbral de la prisión de Lepoglava, llamada Casa de Corrección. Desde entonces permaneció aislado del mundo durante cinco años. La casa de reclusión de Lepoglava está rodeada de grandes murallas repletas de puestos de observación ubicados cada 40 o 50 metros, atiborrados de guardias armados. En el interior, cientos de prisioneros políticos.
    Desde su llegada, se los recluía en una pieza denominada "cuarentena", en la que cada uno debía encontrar un lugar sobre el suelo mojado, ya que no había camas. John I. Pintar, croata ciudadano de los Estados Unidos, estuvo detenido en Lepoglava en la misma época que el Arzobispo. Tiempo después publicó un libro sobre el comunismo en Yugoslavia:
    "Four Years in Tito's Hell". En él se compadecía del inmenso sufrimiento físico y moral de los prisioneros, detenidos en condiciones inhumanas.
    Para toda esta pobre gente, Mons. Stepinac se convirtió en un símbolo de esperanza y en un modelo de fuerza física y moral. Lo veían hacer su paseo con la cabeza alta, su sotana negra, lo escuchaban orar al mediodía delante de todos. Se recogían con él, encontrando la fuerza para no caer en la desesperación.
    Desde su llegada el Arzobispo fue recluido en una celda aparte, sin pasar por la cuarentena. En los cuartos vecinos a su celda vivían otros detenidos en condiciones miserables, sin el "confort" más rudimentario.
    La dirección había instalado una pequeña habitación con un bello altar de roble para que Mons. tuviera una capilla. Desde el principio el Arzobispo ocupó todo su tiempo a aprender el inglés. Pero poco tiempo después, se le confiscaron todos sus libros de inglés.
    Sus alimentos eran mejores que los de los otros detenidos, sus comidas eran preparadas afuera por una mujer ortodoxa. La dirección hizo algunos esfuerzos para mostrarse amable con él; intentó incluso hacerle pequeños favores. Pero esto no era la actitud de todos los guardianes.
    Algunos sádicos y brutales, lo injuriaban cada vez que lo encontraban. Todo esto es relatado por J. Pintar, el vecino más próximo de Mons. Stepinac, quien escuchaba todo. Mons. Stepinac respondía jamás, tampoco durante sus paseos, momento en que sus guardianes, a menudo, lo cubrían de insultos. Cuando recibía algún paquete, alguno de los guardias lo estropeaba, desmigajaba las tortas, aplastaba los limones, destrozaba las salchichas "para ver" si no habían escondido allí algún mensaje secreto, o bien guardaban el paquete durante días, calentándolo, hasta que los alimentos se descomponían. Le entregaban entonces el paquete en un estado lamentable. A menudo durante la noche, algunos guardianes entraban en su celda para insultarlo y humillarlo con la visible intención de turbar su sueño. Como jamás respondía y soportaba todo en silencio, su comportamiento los desarmaba, y poco a poco, estos hechos de verdadera tortura moral cesaron.
    En abril de 1948, el comandante de la prisión, que era el instigador del comportamiento de los guardianes, fue trasladado, y su reemplazante estableció un poco más de orden.
    El Arzobispo distribuía su tiempo entre la oración, la penitencia, la lectura y la escritura. Todos los días, celebraba Misa a las seis horas, luego hacía traducciones y escribía sermones. Leía y tomaba notas. Al principio, tenía derecho a tomar un baño. Se lo conducía y se vigilaba que no encontrara otro detenido en el camino. Pero un día, al regresar del baño, se cruzaron con varios detenidos en el patio; inmediatamente se los obligó a volverse de espaldas al Arzobispo y a cruzar los brazos en su espalda. Ante esto, Monseñor sólo respondió: "Gracias por mi baño, no lo tomaré más". Desde ese momento se higienizaba con una toalla humedecida en su habitación.
    Un día, un sacerdote detenido en una celda vecina, sucumbiendo ante tantas torturas morales se ahorcó. Mons. Stepinac lo encontró aún caliente y pidió al guardia que fuera a buscarle los Santos Oleos a la iglesia, para impartir al desdichado el último sacramento. El guardia lo hizo, pero perdió su empleo. Al partir, este guardián declaró: "hasta ahora Mons. Stepinac había conquistado algunos amigos, pero a partir de este momento tendrá miles".
    Si alguien intentaba hablarle, como lo hizo un dentista que también estaba detenido, se lo enviaba al calabozo por un mes. En la Navidad de 1948, la dirección autorizó a algunos sacerdotes prisioneros a compartir la comida del Arzobispo. Cada uno, a su turno, celebraron Misa y pasaron así la fiesta, orando y meditando. A mediodía, se escuchó a los detenidos entonar los cánticos navideños.

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  • Capítulo X: En el ocaso de su vida
  • Capítulo XI: Ecos después de su muerte
  • Capítulo XII: Algunos testimonios
  • Epílogo
  • Anexos
  • Bibliografía

VIII. Cardenal Stepinac - Ante el tribunal comunista


CARDENAL STEPINAC: Mártir de los Derechos HumanosM. Landercy

INDICE

  • Prefacio
  • Introducción
  • Capítulo I: La patria del Cardenal Stepinac
  • Capítulo II: País natal
  • Capítulo III: Encuentro de la vocación
  • Capítulo IV: Coadjutor del Arzobispo de Zagreb
  • Capítulo V: Monseñor Stepinac, Arzobispo de Zagreb
  • Capítulo VI: En medio del caos de la Segunda Guerra Mundial
  • Capítulo VII: Monseñor Stepinac en la Yugoslavia de Tito
  • CAPITULO VIII: ANTE EL TRIBUNAL COMUNISTA

    "Los Tribunales Populares"
    Un decreto del 3 de febrero de 1945 trastornó toda la organización judicial de Yugoslavia. El decreto no se contentaba con abolir la legislación impuesta por la ocupación, sino que decidía: "La derogación de todo aparato judicial basado en leyes, reglamentos, ordenanzas, etc., en vigencia en Yugoslavia antes del 6-4-41, en la medida en que contradicen los importantes hechos de la lucha por la liberación nacional, las declaraciones y las decisiones del Consejo Antifascista de Yugoslavia...".
    Desde ese momento, la administración de la justicia quedó en manos de los "Tribunales Populares", cuyos miembros a menudo no han recibido ninguna formación jurídica, mientras que los jueces se pronuncian -incluso en los casos de acusaciones capitales- de acuerdo con su "conciencia". Como prueba de esto, un artículo aparecido en el diario comunista Slobodna Dalmacija del 31-12-1944, declaraba que los juicios se llevan a cabo bajo el auspicio de los Comités de liberación nacional y que las instrucciones relativas al funcionamiento y a la organización de los tribunales, emanaban del Consejo Antifascista de Croacia. De acuerdo a estas instrucciones, las sentencias no debían ser pronunciadas por juristas de oficio según las complicadas leyes vigentes hasta el momento, sino por los mejores hijos del pueblo, y no según la letra muerta de la ley, sino según las sanas conciencias propias del pueblo. los jueces por tanto, debían ser elegidos entre la población.
    La misma conclusión se desprende de la composición de los tribunales. La Corte de Justicia, encargada de juzgar los crímenes y los delitos contra el honor del pueblo, estaba compuesta por 23 miembros, de los cuales sólo 3 habían tenido formación jurídica. Por otra parte, Radio Belgrado, explicando la forma de elección de los jueces para las asambleas provinciales y los consejos municipales, el 29-5-1945 declaraba:

    "Poco importa que los jueces no sean gente de oficio; lo que importa es que tengan ideas democráticas y que estén consagrados al partido comunista".
    Además, todo el mundo fue llamado a tomar parte en la administración de la justicia. El 27-3-1945, Dragoljub Jovanovic, agregado de negocios yugoeslavo en Lisboa, arengó a la multitud reunida en Belgrado, en presencia del Mariscal Tito y de los demás miembros de su gobierno, afirmando que el pueblo debía defenderse a sí mismo contra los reaccionarios y los traidores; puesto que no debía contar solamente con los tribunales populares, sino que cada uno debía ejecutar por sí mismo la justicia, si estaba convencido de tener ante él a un reaccionario o a un traidor.
    Además de los tribunales que juzgaban los asuntos de traición y los crímenes de guerra, existían Cortes especiales encargadas de juzgar los "crímenes y delitos contra el honor del pueblo", dicho de otra manera, y en los términos del decreto que instituía estas Cortes especiales, los hechos "no pueden ser sólo calificados de traición o de ayuda al ejército de ocupación en la perpetración de crímenes de guerra". Estos crímenes y delitos serán pasibles de la pérdida de los derechos cívicos, de trabajos forzados y de la confiscación de bienes. El diario Politika publicó un decreto del Consejo Antifascista de Serbia, el cual retomando la definición citada precedentemente, agregaba las siguientes precisiones: "estos crímenes abarcan entonces: la colaboración política, cultural, artística, económica, judicial y administrativa, la propaganda y cualquier otra forma de colaboración con los ocupantes y los traidores..."
    Por consecuencia, en Yugoslavia, la ley y la magistratura no garantizaban la seguridad de los ciudadanos. Los crímenes eran juzgados por jueces ignorantes, ante tribunales incompetentes, sobre la base de reglamentos que no definían siquiera claramente el delito, y además tenían un efecto retroactivo. Incluso hoy, todo ciudadano yugoeslavo que no es favorable al régimen, corre el riesgo de ser conducido ante un tribunal.
    Testimonio de un prisionero
    Estamos en posesión de fragmentos de papeles escritos en octubre de 1945 por un prisionero, quien había sido condenado aunque era inocente. Cuarenta testigos habían firmado el testimonio de su inocencia, pero esto no sirvió para nada. En una carta a su mujer decía:
    "Gracias por los esfuerzos que has hecho para salvarme, mi querida Teresa, esta claro que me han juzgado porque soy un fiel católico y un buen patriota. En mi vida, he intentado siempre hacer el bien a los otros, y ahora me condenan como si fuera un criminal. Ese fue el destino de Jesús, yo acepto también el mío. No lamento abandonar este mundo pero me preocupas tú y nuestros hijos. Te ruego, ocupa el lugar de padre y madre. Intenta darles, en cuanto sea posible, una formación religiosa e instrucción escolar.
    ¡Una última palabra a vosotros, mis queridos hijos! Como ya no tengo esperanza de retornar con vosotros, los invito con mi último aliento: sean buenos católicos y buenos croatas. Obedeced a mamá que me reemplazará. Sean diligentes, utilicen sus talentos y, con la gracia de Dios, harán progresos para realizar lo mejor en vuestra vida para Dios y para nuestro pueblo.
    No sabrán nunca donde se encuentra mi tumba pero rueguen por mi. Les suplico que rueguen unidos todos los días por vuestro padre y por el crecimiento de la Fe en nuestro pueblo. Está detenido con nosotros un sacerdote. El nos ha preparado para el último viaje. ¡Hasta luego en la eternidad. Papá!".
    Desde lo alto del cielo, este mártir de Cristo ha debido bendecir a su hijo sacerdote y religioso, fruto de su sacrificio.

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  • Capítulo IX: Stepinac en la prisión y en detención
  • Capítulo X: En el ocaso de su vida
  • Capítulo XI: Ecos después de su muerte
  • Capítulo XII: Algunos testimonios
  • Epílogo
  • Anexos
  • Bibliografía

VII. Monseñor Stepinac en la Yugoslavia de Tito


CARDENAL STEPINAC: Mártir de los Derechos HumanosM. Landercy

INDICE

  • Prefacio
  • Introducción
  • Capítulo I: La patria del Cardenal Stepinac
  • Capítulo II: País natal
  • Capítulo III: Encuentro de la vocación
  • Capítulo IV: Coadjutor del Arzobispo de Zagreb
  • Capítulo V: Monseñor Stepinac, Arzobispo de Zagreb
  • Capítulo VI: En medio del caos de la Segunda Guerra Mundial

  • CAPITULO VII: MONSEÑOR STEPINAC EN LA YUGOESLAVIA DE TITO
  • Fin de la segunda guerra mundial
    A principios de 1945, los rusos invaden Alemania, la cual en poco tiempo perderá la guerra. Los alemanes se retiran de los Balcanes y de Croacia. En cuanto a los partisanos, éstos ganan cada vez más terreno. Aterrorizados, los croatas se repliegan por cientos de miles hacia el oeste, hacia Austria e Italia, hacia un advenir incierto.
    En Belgrado se instaló el gobierno surgido del acuerdo Tito-Subasic, habiendo este último regresado ya de Londres. Por su parte, Ante Pavelic mandaba fusilar a los prisioneros.
    Mons. Stepinac intervenía sin descanso ante él para detener estas horribles represalias. Durante este tiempo, el Arzobispo sufría y luchaba intentando salvar a Zagreb. Por venganza, los alemanes querían volar toda la ciudad: ya habían instalado minas en los desagües. Después de largas y difíciles gestiones, la intervención del Arzobispo triunfó: los alemanes aceptaron retirar las minas antes de su partida.
    Tiempo después, como los partisanos comunistas querían tomar la ciudad, fue necesario persuadir al general de los ustachis, Luburic, para que no defendiera Zagreb hasta el último hombre, como era su deseo. También así Mons. Stepinac logró salvar la capital de Croacia.
    Mons. Stepinac a quien se le recomendó partir, respondió: "Suceda lo que suceda, me quedaré con mi pueblo y esperaré". El 8 de mayo de 1945, día de su aniversario, el ejército de los partisanos entró en Zagreb.
    Comenzaron los interrogatorios. Fue retirada la cruz de las paredes de las aulas, se abolió la oración en las escuelas. Las capillas de las instituciones religiosas fueron transformadas en dormitorios. La propaganda atea se esparcía por todos lados. La juventud y los empleados debieron trabajar el domingo y días de fiesta desde las 9 horas hasta el mediodía; se les impedía de esta forma asistir a la Misa que, en esa época, sólo se celebraba por la mañana. Se encarceló a los sacerdotes y a los Obispos.
    Primera detención del Arzobispo Stepinac
    Según el testimonio del abate Stjepan Lackovic, secretario de Mons. Stepinac, el Arzobispo fue llevado a prisión como consecuencia de una treta de los comunistas, el 17 de mayo de 1945: "Aquel día, a las 11,45 hs. más o menos, un coronel del ejército de Tito se presentó, bajo el nombre de coronel Knezevic, en la secretaría del Arzobispado. Me pidió que lo llevara ante el Obispo. Después de haber anunciado su presencia a Mons. Stepinac, lo conduje a su gabinete de trabajo. Esperé entonces en la antecámara, pues el coronel debía salir un cuarto de hora después. Al cabo de cinco minutos, me sorprendió mucho ver salir al coronel acompañado por el Arzobispo. Monseñor que vestía una simple sotana negra, tomó su impermeable y su sombrero.
    - Pero, Excelencia, ¿a dónde va?, pregunté, el señor Coronel me dijo que sólo se trataba de una corta audiencia... Apaciblemente el Arzobispo respondió: "No hablemos de esto ahora, me convocan a su despacho; el coronel me asegura que estaré de regreso en una media hora".
    Totalmente consternado, contesté que demoraríamos el almuerzo hasta su regreso. El coronel confirmó que el Arzobispo estaría de regreso en el Arzobispado en una media hora.
    Las 12,30 hs., la hora del almuerzo había pasado.. 13 hs. ... 14 hs., el tiempo pasaba. Hacia las 14,30 hs., el mismo coronel regresó con un trozo de papel en el cual el Arzobispo pedía su breviario, algunos medicamentos y su bolso de toilette. Lleno de amargura dije al coronel: "es vergonzoso y deshonesto que encarcelen a nuestro Arzobispo valiéndose de un engaño semejante. ¡Los nazis mismos, durante la guerra, no se atrevían a actuar así! ¡Y Uds. hablan de la liberación de los nazis! ¿Cuál liberación?". Pensé que después de estos severos reproches, me encarcelarían también a mi. El coronel respondió solamente: "¿Quiere darme las cosas pedidas o no? ya me voy...".
    Naturalmente le entregué todos los objetos pedidos, pero repetí que los nazis no se hubieran atrevido a actuar de esa forma contra el Arzobispo de Zagreb. ¡Uds., los comunistas, cuando estaban en la guerrilla, glorificaban al Arzobispo como el defensor de los Derechos del Hombre porque había públicamente condenado al sistema nazi! Agregue que esperaba volver a ver a Mons. Stepinac esa misma tarde, en el Arzobispado.
    Desgraciadamente, eso no ocurrió. Pero, al anochecer, un oficial comunista vino a verme. Me entregó un nuevo trozo de papel, en el cual el Arzobispo pedía los alimentos de su régimen, sus medicamentos y su pijama.
    Al día siguiente, el mismo oficial vino a buscar la comida, los medicamentos, los libros y la ropa interior. Tuvimos entonces el presentimiento de que Monseñor no regresaría tan pronto.
    El mismo oficial venía regularmente todos los días o cada dos días según las necesidades. Venía siempre en motoneta, pero cada día tomaba un camino diferente. No podíamos por tanto seguir sus huellas ni saber donde se encontraba el Arzobispo".

    INDICEHOMECONTINUA

     
  • Capítulo VIII: Ante el tribunal comunista
  • Capítulo IX: Stepinac en la prisión y en detención
  • Capítulo X: En el ocaso de su vida
  • Capítulo XI: Ecos después de su muerte
  • Capítulo XII: Algunos testimonios
  • Epílogo
  • Anexos
  • Bibliografía

Sunday, 29 May 2016

VI. Cardenal Stepinac - En medio del caos de la Segunda Guerra Mundial


CARDENAL STEPINAC: Mártir de los Derechos HumanosM. Landercy

INDICE

  • Prefacio
  • Introducción
  • Capítulo I: La patria del Cardenal Stepinac
  • Capítulo II: País natal
  • Capítulo III: Encuentro de la vocación
  • Capítulo IV: Coadjutor del Arzobispo de Zagreb
  • Capítulo V: Monseñor Stepinac, Arzobispo de Zagreb
  • CAPITULO VI: EN MEDIO DEL CAOS DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

    En el inicio de la segunda guerra mundial
    Después del "Anschluss" de 1938 por el cual Alemania anexó Austria, y después del pacto de no agresión firmado entre Hitler y Stalin el 23 de agosto de 1939, los alemanes perpetraron la agresión contra Polonia. En 1940 se producirá la invasión a Bélgica y Francia. Jóvenes intelectuales croatas con Ante Pavelic a la cabeza, impulsaban el proyecto de una Croacia independiente. Necesitaban para concretarlo un fuerte apoyo; a falta de otro, se inclinaron hacia Mussolini y la Alemania de Hitler.
    Hitler prometió Salónica a Belgrado, si Yugoslavia entraba en el pacto, lo que Yugoslavia concretó efectivamente el 25 de marzo de 1941 (9).
    Este hecho provocó gran descontento en todos los sectores. El gobierno de Belgrado fue obligado a dimitir el 27 de marzo de 1941. Un nuevo rey, Pedro II tomó el poder. Pero Berlín consideró este hecho como una provocación y atacó Yugoslavia el 6 de abril de 1941. La guerra duró sólo diez días pero, a causa de los bombardeos, fue devastadora. Hitler quería compartir Yugoslavia con los húngaros y los italianos (10).
    Estado croata independiente
    Cuando Pavelic fue puesto al corriente, elevó una protesta ante Mussolini. Este último pidió inmediatamente, por teléfono, a Hitler, que permitiera la creación de un Estado Independiente de Croacia. En compensación, Mussolini reclamó "derechos" sobre Dalmacia. Aunque Pavelic quería la unidad de todos los países croatas, tuvo que ceder ante Mussolini. El nuevo Estado fue proclamado el 10 de abril de 1941. Hitler estaba interesado en Croacia desde el punto de vista estratégico, por ello, nombró en Croacia a uno de sus generales, que simpatizaban con el Estado Independiente de Croacia.
    Los italianos continuaban reclamando derechos sobre la costa dálmata y, en ese sentido, Alemania firmó, a través de la persona de este general, un contrato con Italia en mayo de 1941. El 22 de junio, el Reich atacaba a la U.R.S.S. sin declaración de guerra. Durante esta guerra entre Alemania y Rusia, Croacia se convirtió en un campo de batalla: los serbios, organizados en agrupaciones de Tchetniks y comandados por Draza Mihailovich, ocuparon Montenegro desde donde atacaron varias regiones croatas, particularmente Bosnia y Hercegovina y allí se dedicaron a robar y asesinar a los croatas, tanto fueran católicos como musulmanes. A la defensa de los croatas, los serbios respondían con mayor saña. Se desató así la guerra.
    En este momento los Partisanos comunistas se organizaron como guerrilla en torno de Tito, tomando partido por los Aliados. Los partisanos comenzaron a matar a los alemanes pero éstos respondían matando diez civiles croatas por un alemán. Estas represalias provocaron la huida intempestiva de muchos hacia la guerrilla. El pequeño Estado Croata que estaba en el alba de su independencia, se debatía ya en medio de una guerra civil: la traición se condenaba cruelmente entre los soldados, aquellos que saqueaban sufrían la venganza. Estas calamidades golpearon también a las tropas de ocupación italianas, alemanas y húngaras al igual que a los serbios e incluso a los partisanos comandados por Tito. Este, con la ayuda de los Aliados, organizó la represión. Tito proyectaba organizar un nuevo Estado comunista, la República Yugoslava, pero convenció a los Aliados, asegurándoles que querían liberar el país y organizar posteriormente elecciones libres.
    (9)Cf. Andreas Hillgruber: Las entrevistas secretas de Hitler, Fayard, París, 1969, pág. 495.
    (10)Op. cit. passim..

    INDICEHOMECONTINUA

  • Capítulo VII: Monseñor Stepinac en la Yugoslavia de Tito
  • Capítulo VIII: Ante el tribunal comunista
  • Capítulo IX: Stepinac en la prisión y en detención
  • Capítulo X: En el ocaso de su vida
  • Capítulo XI: Ecos después de su muerte
  • Capítulo XII: Algunos testimonios
  • Epílogo
  • Anexos
  • Bibliografía

Saturday, 28 May 2016

V. Monseñor Stepinac, Arzobispo de Zagreb


CARDENAL STEPINAC: Mártir de los Derechos HumanosM. Landercy

INDICE




  • Prefacio
  • Introducción
  • Capítulo I: La patria del Cardenal Stepinac
  • Capítulo II: País natal
  • Capítulo III: Encuentro de la vocación
  • Capítulo IV: Coadjutor del Arzobispo de Zagreb
  • CAPITULO V: MONSEÑOR STEPINAC, ARZOBISPO DE ZAGREB

    Mons. Stepinac reemplaza al Arzobispo Bauer
    El 11 de febrero de 1936, Mons. Bauer festejaba, al mismo tiempo, sus ochenta años de edad y sus veinticinco de episcopado. Durante todo aquel año de 1936, pudo todavía presidir las conferencias episcopales. Pero el principio del invierno, su vitalidad que hasta el momento había sido a toda prueba, comenzó a debilitarse. La enfermedad se apoderó de su fuerte naturaleza y finalmente, Bauer falleció en medio de grandes sufrimientos, el 7 de diciembre. Su cuerpo descansa en la cripta de la Catedral de Zagreb.
    En la homilía fúnebre Mons. Stepinac rindió homenaje al Arzobispo fallecido cuya vida fue de completa fidelidad hacia la Iglesia y hacia el pueblo croata. Stepinac aprovechó también la ocasión para afirmar que tenía plena conciencia de la difícil situación del mundo y del país y de las responsabilidades que le incumbían por su investidura de Arzobispo.
    Pero, continuó diciendo, "In Te, Domine Speravi", "En Ti, mi Señor, he puesto mi esperanza para el presente y para todo suceso futuro". Pues ya el alba amenazante se anunciaba. A partir de 1937, la situación religiosa, social, política y económica se hacía más y más difícil, tanto en Croacia como en el mundo entero.
    El nuevo Arzobispo y sus sacerdotes
    Mons. Stepinac se ocupaba especialmente de sus sacerdotes y de sus seminaristas. Todo su sueldo de Arzobispo era empleado para pagar los gastos de escolaridad de los alumnos de escasos recursos. Como recuerdo de los años pasados en el Seminario Romano: el Germanicum, hizo abrir el viejo castillo Mokrice para que los seminaristas pudieran pasar allí sus vacaciones en medio de una maravilloso paisaje. Tiempo después, cuando se encontraba detenido en su pueblo natal, Krasic, Stepinac continuará supervisando atentamente la vida del seminario. Seguía siempre de cerca, las acciones e iniciativas de sus sacerdotes. Estos apreciaban las cualidades oratorias de su Obispo, que los alentaba. Para acercar a los sacerdotes de lugares alejados, organizó las reuniones de decanato. Sin cesar les repetía que los sacerdotes no debían mezclarse en política y continuamente daba el ejemplo. Instituyó ejercicios espirituales mensuales para el clero de Zagreb y de la provincia. Sus discursos se dirigían también al pueblo entero, eran como la savia para el árbol. Los ayudaba a sobrevivir en una sociedad donde se enfrentaban tantas fuerzas contradictorias.
    La conducta de Mons. Stepinac era simple, llena de modestia y de bondad; al ser tan fácilmente abordable muchos eran los que se acercaban a pedirle consejo. ¡Cuánto era su dolor cuando se enteraba del asesinato de alguno de sus sacerdotes! Anotaba los nombres de los muertos y los recordaba en sus plegarias. Filosóficamente, intentaba calmar a los religiosos hastiados de que el gobierno les reclamara injustamente impuestos tan exagerados.
    De temperamento generoso, estaba lleno de indulgencia y perdonaba los errores de algunos de sus sacerdotes, confiando nuevamente en ellos. Compartía todos los regalos que recibía con sus seminaristas. Sus relaciones con el clero era más amistosas que estrictamente jerárquicas. Incitaba a sus sacerdotes a concurrir a las reuniones sacerdotales regulares y éstas eran, para ellos, no sólo útiles sino también agradables; reavivaban allí todos juntos su Fe y su coraje para enfrentar las penosas condiciones de aquellos días. Intercambiaban pensamientos y experiencias. Una verdadera amistad los unía del más viejo al más joven. Una verdadera amistad nacía y se fortificaba, también entre el Arzobispo y sus sacerdotes.
    El Arzobispo y sus fieles
    Todas las ocasiones eran buenas para fortalecer la fe del pueblo. Así, en 1935 impulsó el festejo jubiloso del trigésimo aniversario de la beatificación, ordenada por Pío X, del mártir croata Marco Krizevcanin. Hablando de este bello ejemplo de fe, Mons. Stepinac comparaba las dificultades del católico practicante de aquel momento con las de la época del mártir; las formas de persecución habían cambiado pero el fondo era el mismo, afirmaba Stepinac.
    En su programa espiritual para 1938, dio como leitmotiv a los cristianos, la lucha contra las expresiones indecentes y el rezo del rosario en familia.
    Para 1939, contemplaba en su programa la renovación de la familia, núcleo de la vida cristiana y de las virtudes católicas.
    Para 1940, su programa establecía la necesidad de desembarazarse del pecado, saldar las deudas con Dios y liberarse de la esclavitud del diablo: "Expulsad, los malos pensamientos, dejad de vivir mal. Aprended a trabajar correctamente. Buscad la justicia. Ayudad a los necesitados. Haced justicia con los pobres".
    Para 1941 Stepinac exhortaba: "Continuad con vuestro esfuerzo para imitar la generosidad de Cristo, el amor hacia el prójimo, luchad contra el odio que ahoga el mundo. Que vuestros principios de acción no se basen en el odio sino en el amor, a fin de que la sociedad sea digna y humana".
    Refiriéndose a Mons. Stepinac, Pío XII exaltó públicamente su honda piedad. En un discurso (Discorsi e radiomessagi, XIV 459). El Papa Pío XII citó a Mons. Stepinac como ejemplo del fervor evangélico. Este último, efectivamente, empleaba todas sus fuerzas para llevar a la práctica el lema de sus ancestros croatas: "Por gloria de la Cruz y amor a la libertad".

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  • Capítulo VI: En medio del caos de la Segunda Guerra Mundial
  • Capítulo VII: Monseñor Stepinac en la Yugoslavia de Tito
  • Capítulo VIII: Ante el tribunal comunista
  • Capítulo IX: Stepinac en la prisión y en detención
  • Capítulo X: En el ocaso de su vida
  • Capítulo XI: Ecos después de su muerte
  • Capítulo XII: Algunos testimonios
  • Epílogo
  • Anexos
  • Bibliografía

Friday, 27 May 2016

IV. Stepinac - Coadjutor del Arzobispo de Zagreb



CARDENAL STEPINAC: Mártir de los Derechos HumanosM. Landercy

INDICE




  • Prefacio
  • Introducción
  • Capítulo I: La patria del Cardenal Stepinac
  • Capítulo II: País natal
  • Capítulo III: Encuentro de la vocación
  • CAPITULO IV: COADJUTOR DEL ARZOBISPO DE ZAGREB

    El Arzobispo de Zagreb
    El obispado de Zagreb fue fundado por el rey San Ladislao en 1094 para reemplazar el antiguo obispado de la ciudad de Siscia (304-535), actual ciudad de Sisak. En su magnífica obra: El arte sagrado en Croacia (ed. Spektor, Zagreb, 1971) los profesores Antun Ivandija y Dusko Keckement afirmaban: "Zagreb entra en la historia con la creación de su obispado hacia 1094. En el momento de la extinción de la dinastía croata reinante y de la llegada de los Arpadovic al trono croata, el centro político y cultural de los croatas se desplazó de Dalmacia hacia Croacia superior donde Zagreb se convirtió en la Sede de los Obispos. Antaño, Zagreb era una ciudad parroquial fortificada que no tenía gran influencia en la vida y el desarrollo de los croatas. Al convertirse en sede del obispado, Zagreb se transformó al mismo tiempo en centro cultural, artístico y particularmente religioso. La creación del obispado fue acompañada por la creación de una iglesia episcopal: la catedral. La catedral de Zagreb se levanta entre los más viejos monumentos de la arquitectura sagrada conservados hasta nuestros días en Zagreb. Su edificación comenzó después de la creación del obispado y finalizó en 1217. Aquel año, al partir para las Cruzadas, el rey húngaro-croata Andrija II pasó por Zagreb y, en esa ocasión, hizo consagrar la nueva catedral construída en el estilo románico de transición con dos campanarios sobre su fachada..." En 1242, gravemente dañada por los tártaros y luego en 1880 por un terremoto, fue finalmente reconstruida en estilo gótico. El Papa Pío IX elevó, el 11 de noviembre de l858, el Obispado al rango de Arzobispado. Este es uno de los grandes diócesis croatas: cuenta con cerca de dos millones de fieles.
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    Durante siglos, los Obispos y Arzobispos croatas han jugado un rol importante en la historia del desarrollo religioso y cultural del pueblo croata. Uno de los Obispos, ciertamente el más valioso, fue el Arzobispo Bauer, quien contribuyó ampliamente en el desarrollo religioso y cultural de Croacia. Había sido nombrado Arzobispo-Coadjutor de Zagreb con derecho sucesorio y el 26 de abril de 1914, se convirtió en Arzobispo Titular de Zagreb. Sus cualidades intelectuales eran brillantes: clarividencia, lógica y buen juicio fundados en la experiencia y la comprensión. Sus escritos eran bien conocidos, al igual que los Congresos Eucarísticos que organizaba con gran empeño. Mons. Bauer fundó nuevas comunidades y conventos. En 1925, organizó la primera Asamblea de Obispos que no había sido efectuada desde hacía cien años. Se lo comisionó para que organizara y presidiera las Conferencias Episcopales. Sus virtudes y sus consejos hicieron progresar a la Academia de Ciencias y Artes. Ayudó generosamente a la Universidad Croata y fue gracias a su apoyo que se fundó la Facultad de las Aguas, los Bosques y la Agricultura. Su conversación preferida era la renovación religiosa del Arzobispado.
    Buscando con tenacidad, terminó por encontrar los medios para actuar moral y materialmente. El día del 25 aniversario de su episcopado, todos los Obispos del país redactaron una declaración común, reconociéndolo como uno de los más grandes y de los más meritorios Obispos.
    Mons. Stepinac - Coadjutor del Arzobispo
    Cuando se cumplió el 70 aniversario del Arzobispo Bauer en 1926, se empezó a hablar seriamente del eventual nombramiento de un Arzobispo coadjutor. No faltaban candidatos meritorios, pero todos eran rechazados, ya sea por el poder del Estado, ya sea por el propio Santo Padre, o bien el Arzobispo rechazaba los candidatos propuestos por el poder civil. Esta situación se extendió hasta 1933.
    El Arzobispo Bauer observaba la vida y actuación del joven Stepinac, quien, en aquel momento, se ocupaba del ceremonial y pensaba en él. Pero Stepinac tenía sólo 36 años ¡Y sólo tres de sacerdocio! Para poder proponerlo como candidato era necesario contar con una dispensa de Roma. El Arzobispo Bauer comenzó, entonces, los trámites administrativos con tal fin.
    El abate Stepinac estaba lejos de conocer las tramitaciones emprendidas por su Arzobispo a este respecto. Preguntado en el curso de un viaje sobre un sacerdote franciscano para la nominación del Coadjutor, simplemente respondió: "Una sola cosa es segura: no será ni Ud. ni yo".
    En el Vaticano, por consiguiente, el Secretario de Estado pidió informes sobre Aloysius Stepinac al Germanicun. Todos los informes sobre el joven sacerdote, cuya conducta había sido siempre ejemplar, eran muy elogiosos. Por otra parte, sus antiguos colegas de Seminario lo consideraban como un santo. Los informes provenientes de su país lo elogiaban por igual. Cuando algo no marchaba, era Stepinac el elegido por el Arzobispo Bauer para solucionar los problemas, como en el caso de ese pueblo convulsionado y excitado por un mal sacerdote (pueblo de Zelina citado anteriormente). A su paso y por sus acciones surgía siempre la paz.

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  •  
  • Capítulo V: Monseñor Stepinac, Arzobispo de Zagreb
  • Capítulo VI: En medio del caos de la Segunda Guerra Mundial
  • Capítulo VII: Monseñor Stepinac en la Yugoslavia de Tito
  • Capítulo VIII: Ante el tribunal comunista
  • Capítulo IX: Stepinac en la prisión y en detención
  • Capítulo X: En el ocaso de su vida
  • Capítulo XI: Ecos después de su muerte
  • Capítulo XII: Algunos testimonios
  • Epílogo
  • Anexos
  • Bibliografía

Thursday, 26 May 2016

III. Encuentro de la vocación - Stepinac


CARDENAL STEPINAC: Mártir de los Derechos HumanosM. Landercy

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CAPITULO III: ENCUENTRO DE LA VOCACION

El despertar de la vocación
Después de la guerra, cuando el joven Stepinac reveló su intención de no volver al Seminario, su Director estaba persuadido, dada la vida tan ejemplar del joven, que esto no era más que una tergiversación en la búsqueda más y más confirmada de su vocación sacerdotal.
Para ayudarlo de una forma indirecta a decidirse, Mons. Loncaric escribió en la revista "Sacerdos Christi" de marzo de 1924, un artículo referido al sacerdote Saint Klemens Hofbauer, quien respondió bastante tarde al llamado divino. La conclusión del artículo hacía discretamente alusión al caso del joven Stepanic, a quien encomendaba a las oraciones de los lectores.
Aloysius Stepinac recibió un fuerte choque psicológico cuando leyó esta revista, acompañada de una larga carta de cuatro páginas de su antiguo Director del Seminario de Zagreb, en la cual le revelaba que el joven a quien dedicaba la conclusión, era él, Aloysius Stepinac.
Durante las tres semanas que siguieron su alma entabló una lucha dura aunque en términos claros.
Luego, en el mes de julio de 1924, tomó la decisión, seguro de que esta vez sólo la vocación sacerdotal era la vía auténtica de su vida, el camino que lo colmaría de sentido y en el que finalmente alcanzaría su realización. Stepinac dudaba un poco entre dos seminarios, el de Innsbruck, ya que conocía bien el alemán, y el Germanicum de Roma. Temía ir a Roma donde los cursos eran en latín.
Después de una interrupción de ocho años en sus estudios, temía tener dificultades en esta lengua. Se impuso, entonces, una prueba de latín. El resultado le confirmó que sus conocimientos de latín aún eran buenos, gracias a la sólida base que daban a los estudiantes en Zagreb. Efectivamente el nivel de los estudios en Zagreb rivalizaba con el de las escuelas más importantes de Occidente, y el renombre de su Universidad no era inferior a la de las Universidades de las grandes capitales de Europa.
El Rector del Germanicun recibió al futuro seminarista sin ninguna duda. En cierta forma ya lo conocía: las cartas que Aloysius había escrito desde el campo de batalla a su pariente Mons. Matija Stepinac, habían sido publicadas por este último en la revista del Seminario de Innsbruck.
Seminarista en el Germanicun de Roma
Bajo el pontificado de Pío XI, Stepinac pasó siete años en Roma. Los jóvenes seminaristas del Germanicun eran llamados "Frati rossi" a causa de sus sotanas rojas.
Aloysius es inmediatamente muy estimado por sus compañeros: tiene ocho años más que ellos, un grado militar, experiencia de vida y amplia cultura. Al principio, la disciplina exigida le pareció rigurosa puesto que hacía varios años que había interrumpido sus estudios. Dos de sus compañeros, que habían entrado el mismo año, debieron abandonar, pero "Step" (como lo llamaban afectuosamente sus compañeros) perseveró y logró superar todas las dificultades. Con gran asombro de todos, se le exigían los servicios más humildes: Aloysius aceptaba todo. Era tan responsable que, durante el último año, ya sacerdote, todavía pedía permisos.
Años después, Aloysius contaba cuán penosa le había resultado esta vida al principio y con cuánta devoción dirigía sus plegarias a la Virgen María. Luego, sus dudas desaparecieron, y el sentimiento de estar en la senda correcta lo embargó: una paz interior lo invadió. Tomó entonces una decisión: "Mejor morir que abandonar Roma antes de terminar mis estudios".
Asceta severo, era muy estimado por sus colegas. Su madurez, su seriedad, su fraternidad seducía a todos. Ya se lo consideraba por estas cualidades y otras múltiples como un santo. Sus superiores le confiaban responsabilidades frente a sus compañeros.
Continuaba orando con fervor en las iglesias. Un día, una religiosa del Instituto Croata de San Jerónimo viéndolo así pensó: ¡Qué feliz será el pueblo del cual sea sacerdote! El Director Espiritual del Germánico refiriéndose a Aloysius dijo: "¡Es un hombre íntegro! ¡Sabe lo que quiere!" Los primeros días, Aloysius Stepinac se mantenía alejado de los otros seminaristas. No era fácil proceder de otra manera... ¡Tenía ocho años más! El director quien percibió esta situación, intentó distraerlo, le propuso jugar al handball. Aloysius no sabía jugar. ¡Si hubiera sido fútbol, hubiera estado a gusto!
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Wednesday, 25 May 2016

II. Cardenal Stepinac - País natal


CARDENAL STEPINAC: Mártir de los Derechos HumanosM. Landercy

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  • Prefacio
  • Introducción
  • Capítulo I: La patria del Cardenal Stepinac
  • CAPITULO II: PAIS NATAL

    Krasic, su pueblo natal
    Aloysius Stepinac nació en Krasic, al Noroeste de Croacia en el circuito del valle de Jastrebarsko, a unos 50 kilómetros de Zagreb, en dirección a Karlovac.
    Desde el siglo XV, ciudades, pueblos y aldeas se han instalado en este pintoresco paisaje; su actividad principal era la agricultura. Los viñedos florecían también en las colinas, y el ganado doméstico enriquecía los establos de las granjas.
    El individuo autóctono de estas tierras lleva en sí todas las características de los croatas de Panonia. El eslavo tiene un temperamento dulce y tranquilo, pero sabe ser tenaz cuando se trata de defender sus derechos y su país.
    El nombre del pueblo, Krasic, debe su origen a la fraternidad Krasici, mencionada en 1249 en los archivos: su pater familias llevaba el nombre de Kraisi, de dónde provino más tarde el título definitivo de la familia patriarcal que legó su nombre al pueblo.
    Los frecuentes ataques de los turcos cuyo objetivo era penetrar más profundamente en Europa, se dirigían a conquistar, primero Viena y luego París. No lo lograron, fueron detenidos en 1566 por el ban croata Nikola Zrinski en el umbral mismo de la ciudad de Siget, donde un muro viviente de croatas los detuvo. Por otra parte, no es este sino un hecho histórico entre tantos otros relacionados con este pequeño pueblo eslavo tan poco conocido por los franceses, pero al cual en 1619 el Papa León X llamó "Antemurale Christianitatis", es decir "Muralla de la Cristiandad".
    Los sangrientos avances de las hordas turcas no alcanzaron a Krasic, y su población no fue forzada a aceptar la religión musulmana. Esto explica cierta pureza de la vida católica en esta región.
    La iglesia del pueblo fue reconstruida en el año 1913 en el antiguo estilo croata acogiendo en ella los restos de una pequeña iglesia gótica del siglo XV.
    Su familia
    En la segunda mitad del último siglo, la comunidad de familia más importante (zadruga), fraternidad (4) de Krasic contaba con ochenta miembros y era dirigida por los tres hermanos Stepinac. Uno de ellos era Josip, el padre de Aloysius, el futuro Cardenal. Esta Zadruga fue dividida en 1878. Por ese entonces, Josip compró una explotación rural compuesta por varios edificios en el centro de Krasic, conservando igualmente su primera granja familiar en la colina Brezaric.
    La gran familia patriarcal de los Stepinac dio varios sacerdotes y religiosos a la Iglesia.
    Entre ellos, el más conocido es Mons. Matija Stepinac, hermano del padre de Aloysius, capellán en el seminario de Zagreb, hombre muy estimado que muere en 1921.
    El padre del futuro cardenal quedó viudo con tres pequeños hijos, casándose en segundas nupcias, en 1885, con una joven, Bárbara, valiente, trabajadora y profundamente creyente. Tuvieron ocho hijos más, de los cuales el quinto, Alojzije (Aloysius) Víctor, futuro arzobsipo de Zagreb, nació el 8 de mayo de 1898. Josip era exigente con sus hijos pero su principal preocupación educativa era la de mostrar, con su conducta, el ejemplo de un hombre honesto. Como gozaba de una buena situación, todos los varones de la familia, según era costumbre de aquellos tiempos en Croacia, tuvieron acceso a una educación bastante esmerada.
    El hogar familiar del joven Aloysius era el núcleo de una vida rural intensamente cristiana y feliz. La hospitalidad hacia el prójimo era la regla primordial.
    La infancia del pequeño Aloysius transcurrió tranquilamente, sin traumatismos mayores: se cumplían, en esta familia, todas las condiciones para el desarrollo pleno de las personas, el amor y el respeto reinaban en el hogar.
    Su madre veneraba a la Virgen María. Durante todo el mes de mayo, una pequeña lámpara de aceite, ubicada cerca de una bella imagen de María Auxiliadora permanecía todo el tiempo encendida. Aloysius a menudo permanecía atraído y fascinado delante de la Virgen.
    Este período de su vida quedó gravado profundamente en la memoria del niño.
    En Krasic, durante sus años de prisión; Aloysius hizo colocar esta imagen al costado de su cama. Así, él podía verla bien en todo momento; y sus visitantes al entrar en la habitación encontraban en primer lugar la imagen de la Virgen María.
    "Ella es el ejemplo que hay que seguir, no el mio" solía decir. Ya desde pequeño, Aloysius estaba en estrecha comunión con el medio natural de su pueblo y los alrededores, con su fauna y su flora. Aloysius observaba y escuchaba.
    (4) Ver Jean - Francois Gossiaux, "Familia y tradición comunitaria en Yugoslavia", Anales del Instituto Francés de Zagreb, 3ra. Serie, Nro, 2, 1976, pp. 135-150.

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  • Capítulo III: Encuentro de la vocación
  • Capítulo IV: Coadjutor del Arzobispo de Zagreb
  • Capítulo V: Monseñor Stepinac, Arzobispo de Zagreb
  • Capítulo VI: En medio del caos de la Segunda Guerra Mundial
  • Capítulo VII: Monseñor Stepinac en la Yugoslavia de Tito
  • Capítulo VIII: Ante el tribunal comunista
  • Capítulo IX: Stepinac en la prisión y en detención
  • Capítulo X: En el ocaso de su vida
  • Capítulo XI: Ecos después de su muerte
  • Capítulo XII: Algunos testimonios
  • Epílogo
  • Anexos
  • Bibliografía

Tuesday, 24 May 2016

I: La patria del Cardenal Stepinac



CARDENAL STEPINAC: Mártir de los Derechos HumanosM. Landercy

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  • Prefacio
  • Introducción
  • CAPITULO I: LA PATRIA DEL CARDENAL STEPINAC

    Croacia siempre fiel!
    Durante la reciente estadía de Juan Pablo II en París, desde el 30 de mayo al 2 de junio de 1980, pudimos observar a lo largo del recorrido del Papa, la presencia de numerosas banderas croatas: rojo-blanco-azul, en franjas horizontales, con el escudo croata en forma de cuadrícula de 25 cuadrados blancos y rojos. Un gran estandarte con los colores de la bandera llevaba, en los mismos términos que el Soberano Pontífice había empleado en ocasión de la peregrinación croata de 1979 a la Ciudad Eterna, la inscripción: ¡Croacia siempre fiel! (2).
    Esta cálida acogida, que los numerosos croatas de París tributaron al Papa, era el signo del gran reconocimiento, del gran agradecimiento al Papa, por el extraordinario recibimiento que le había brindado, el 30 de abril de 1979, en Roma y del cual festejaban justamente el aniversario (3).
    Con motivo de esta peregrinación de 1979, Su Exc. Mons. Kuharic, Arzobispo de Zagreb, al presentar al Santo Padre, a los 10.000 peregrinos croatas, en la Basílica de San Pedro, recordó especialmente las cartas intercambiadas entre el Papa Juan VIII, el Príncipe croata Branimir y el Obispo Teodosio. Estas cartas, fechadas el 7 de junio del 879, representaron un acontecimiento de fundamental importancia para la fidelidad de los croatas a la Santa Sede, cuando algunos decenios más tarde, la escisión entre el Imperio de Occidente y el Imperio de Oriente mostró el peligro de hacer inclinar la balanza de Croacia hacia el Este, hacia Constantinopla. En el 880, el Papa Juan VIII dio prueba de su sabiduría al autorizar a los santos Cirilo y Metodio a utilizar la lengua eslava para el rito romano. Este privilegio fue aplicado también en Croacia.
    Su Exc. Mons. Kuharic, pidió al Santo Padre que hiciera adelantar el proceso de canonización del Cardenal Stepinac, en estos términos:
    "Santísimo Padre, ... Recuerdo aquí al gran testigo de la fe que fue el Arzobispo de Zagreb, el Cardenal Stepinac, para quien, en esta misma basílica, el Papa Juan XXIII pronunció una conmovedora oración fúnebre, subrayando su heroico testimonio y su indefectible adhesión a la fe de Cristo...".
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    Para mostrar su entusiasmo y su pleno acuerdo, la multitud lo aplaudió largamente al igual que a los Cardenales Seper y Bertoli y a los trece Obispos croatas que concelebraron luego con el Papa en croata. La alocución del Soberano Pontífice fue también en croata.
    Esta atención particular provocó una gran emoción entre los numerosos peregrinos venidos a Roma como antaño el compatriota de Croacia de quien Dante hiciera elogio en la Divina Comedia (Paradis XXXI, 103-106).
    (2)Cf. Album totalmente en colores: "La visita Memorable", ed. D. Reichenback, Imprenta Technigraphic, París, 1980.
    (3) Tredici secoli di storia croata nella fedelta alla Chiesa, Osservatore Romano, 30 aprile-1 maggio 1979, pág. 4. En la peregrinación nacional croata, Observatore Romano, Edición semanal, del 4 al 8 de mayo de 1979, pág. 4. El 11 centenario de la alianza entre Croacia y Roma, "La Cruz" del 19-9-79.
  • Capítulo II: País natal
  • Capítulo III: Encuentro de la vocación
  • Capítulo IV: Coadjutor del Arzobispo de Zagreb
  • Capítulo V: Monseñor Stepinac, Arzobispo de Zagreb
  • Capítulo VI: En medio del caos de la Segunda Guerra Mundial
  • Capítulo VII: Monseñor Stepinac en la Yugoslavia de Tito
  • Capítulo VIII: Ante el tribunal comunista
  • Capítulo IX: Stepinac en la prisión y en detención
  • Capítulo X: En el ocaso de su vida
  • Capítulo XI: Ecos después de su muerte
  • Capítulo XII: Algunos testimonios
  • Epílogo
  • Anexos
  • Bibliografía

Monday, 23 May 2016

CARDENAL STEPINAC: Mártir de los Derechos Humanos - M. Landercy



CARDENAL STEPINAC: Mártir de los Derechos Humanos -M. Landercy

INDICE

PREFACIO

Estoy profundamente conmovido por la lectura de este libro que recrea la vida del Cardenal Stepinac.
Sus orígenes rurales, su devoción por la Virgen, la influencia de su madre en su vocación sacerdotal, su preocupación por los pobres son algunos de los rasgos que me acercan a él.
Este defensor -hasta la muerte- de los derechos del hombre en nombre del Evangelio, bien merece que esta página de la historia de la Iglesia no sea olvidada. Justo es que este libro escrito en francés recuerde especialmente el rol del Cardenal en la fundación de obras para los emigrados croatas en Francia y otros lugares. Bastaría con releer la carta de la Congregación del Concilio del mes de octubre de 1946 para conocer claramente la posición de la Iglesia respecto de su condena.
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¡Recuerdo cómo todo el mundo siguió con inquietud el desarrollo de su proceso, de su prisión y, finalmente, de su muerte!
El Cardenal Stepinac vivió plenamente su lema episcopal: "En Tí Señor, mi esperanza".
París, 1 de diciembre de 1980.
Cardenal Francisco MARTY.
Arzobispo de París.

INTRODUCCION


Monseñor Aloysius Stepinac (1), arzobispo de Zagreb, llamó mi atención desde 1945 cuando comencé a seguir los dolorosos sucesos de la Iglesia en Croacia, anexada a la Yugoslavia comunista.
Durante su proceso, leí con atención todas las publicaciones referidas a este doloroso episodio. Pero no podía tener suficiente información en francés porque, como se afirma en un artículo de Etudes de diciembre de 1946 es "más lenta que la prensa anglosajona, peor informada, nuestra prensa, en su conjunto y salvo meritorias excepciones, dudó en sacar a la luz este acontecimiento, y aún más en tomar partido. De esta manera, la opinión francesa se vió privada -y esto es un perjuicio notable- de la oportunidad de condenar una injusticia; y los cristianos de venerar a un mártir".
Este perjuicio fue parcialmente reparado por el libro "Le Dossier du Cardinal Stepinac", preparado por el R.P. Th. Dragoun, O.P., Rector de la Misión Católica Croata en Francia, y publicado por Nel, París, 1958, al igual que por el opúsculo de Ernest Pezet, "Stepinac- Tito, Contextes et éclairages de L'Affaire", París (Nel), 1959.
Estas dos obras están centradas en el proceso montado contra Mons. Stepinac, y su contexto político. Por ello, he querido consagrar mi libro a la vida y a la figura heroica del Cardenal Stepinac. Pero, fue una tarea larga y difícil. Desde el principio, he consultado a personas bien informadas. He sido particularmente alentada en mi trabajo por las cartas de Mons. Stjepan Lackovic quien fuera secretario del arzobispo Stepinac, y por las de numerosos admiradores del Cardenal.
Quiero expresar mi particular gratitud al Reverendo Padre Alexa Benigar, Franciscano croata, por la autorización que me otorgó para utilizar su libro "Alojzije Stepinac" (Roma, 1974, 939 p.) base de mi obra. Mi reconocimiento también para todos mis otros colaboradores.
(1) En croata: Alojzije (Nota del Editor).