Palabras de la Superiora General de la Congregación de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul de Zagreb, madre Miroslava Bradica
Estimadas damas y señores
Es un honor y
alegría para mí, en nombre de la Congregación de las Hermanas de la Caridad de
San Vicente de Paul de Zagreb, el saludar sincera y cálidamente a todos los
aquí presentes.
Con particular respeto
saludo: al Presidente del Sabor Croata señor GORDAN JANDROKOVIĆ, al representante de la Presidente de la
República de Croacia, dr TOMISLAV
MADŽAR, al representante del Presidente del Gobierno y Ministro de Salud dr. MILAN KUJUNDŽIĆ, y al Alcalde de la
ciudad de Zagreb MILAN BANDIĆ.
Saludo sinceramente al
delegado de Su Eminencia el Señor Cardenal y Vicario General monseñor TOMISLAV SUBOTIČANEC, así como al Rector de
la Universidad Católica de Croacia ŽELJKO TANJIĆ.
Saludo con respeto
al Embajador del Estado de Israel en la
República de Croacia magistar ILANA MORA, al Rabino LUCIANO MOŠE PRELEVIĆ representante
de la comunidad judía en Zagreb, así como los demás funcionarios eclesiásticos
y estatales.
Cordialmente saludo
al director del hospital KBC „SESTRE MILOSRDNICE“ dr. Mario Zovak como anfitrión y al conjunto de su personal médico.
Con particular agradecimiento deseo saludar al aquí presente señor MARKO DANON quien con su
incansable trabajo investigativo con su equipo de diligentes médicos, nos
condujo a esta celebración.
En este significativo
momento histórico para la Congregación de las Hermanas de la Caridad, es mi
satisfacción que finalmente se quitó el doloroso manto del silencio sobre la
vida y noble actuar del ejemplar cardenal Alojzije Stepinac y de las Hermanas
de la Caridad en su propio hospital en la calle Vinogradska y que finalmente se
conoce la verdad en su verdadera luz.
Por eso agradezco de
corazón a todos los que hicieron un gran esfuerzo para que con una
investigación concienzuda acerca de la única verdad de los cuidados médicos y
salvación de integrantes del pueblo judío, en lugar de tantas mentiras que se
impusieron sobre el noble actuar del cardenal Stepinac, de las Hermanas de la
Caridad y de todo el pueblo croata.
Creo que muchos de
que a vosotros es conocido que este hospital lo construyeron las Hermanas de la
Caridad en 1893 con gran renuncia material y sacrificio de las Hermanas. Las Hermanas
de la Caridad fueron sus dueñas, hasta que apareció el régimen comunista, y
conducían la totalidad de sus operaciones.
En ese tiempo, el Hospital
de las Hermanas de la Caridad con sus 9 pabellones, numerosos departamentos
adicionales, equipamiento médico de última generación y con sus 1155 camas, era
conocido como el hospital más equipado de esta parte de Europa. Para lograr la mejor calidad de trabajo
posible dentro del hospital, las hermanas abrieron en 1931 una Escuela de
Enfermeras que tenía como objetivo una instrucción de calidad de las
enfermeras, principalmente religiosas. Además de profesores médicos, tambien
fue profesora de la Escuela de Enfermería la hermana Blanda Stipetić, primera
directora de la Escuela.
El hospital se
destacaba por su alto profesionalismo médico y por la calidad del trabajo de
los médicos y de las enfermeras. Además del personal médico y otros, 152 Hermanas de la Caridad actuaban en el
cuidado de los enfermos y una pequeña parte de religiosas trabajaba como
personal auxiliar.
Junto a 52 médicos, numeroso personal en
servicios auxiliares así como sacerdotes y confesores del hospital, las Hermanas
de la Caridad tuvieron un importante equipo con altos principios morales
dispuestos a soportar cualquier sacrificio en defensa de los valores humanos:
la vida y la libertad.
En los más dificiles
momentos de la Segunda Guerra Mundial y en los comienzos del régimen comunista el
hospital era conducido por la extraordinariamente capaz y sabia religiosa de la
Caridad la hermana Bogoljuba Jazvo, hasta ese entonces directora del Colegio
Secundario Real para mujeres de la calle Savska. Estaba dotada de una gran
capacidad organizativa, un espiritu fuerte y un sólido caracter. Más sobre ella
y su trabajo puede leerse en el Catálogo impreso para esta ocasión.
Junto al Cardenal
Stepinac y el resto del personal justamente a ella podemos considerar la
persona central en salvar a los judíos vulnerables en el Hospital de las Hermanas
de la Caridad durante la Segunda Guerra Mundial. Trabajó muy de cerca con el
ejemplar Cardenal Stepinac y con su sabia conduccion del Hospital mediante la cooperación
discreta con el personal médico, al precio de su propia vida y de la vida de
numerosos médicos y enfermeras s ha
contribuido al rescate de muchos inocentes perseguidos debido a su nacionalidad
judía.
El propio Cardenal
Stepinac fue el primero que llegó a la idea de que en el Hospital de las
Hermanas de la Caridad, que era privada e independiente, y como tal, no estaba
sujeto a registros policiales, ubicaran a muchos judíos quienes estaban en
peligro, entre enfermos graves. Logró hacerlo con la cooperación extraordinaria
de la administración del hospital y del equipo del hospital, que además de los
valientes médicos, consistía principalmente en las Hermanas de la Caridad.
Para las Hermanas de
la Caridad el hecho de salvar la vida de otros no era nada nuevo. Por su
carisma y votos religiosos consagraron su vida a Dios y decidieron ayudar a
todas las personas que se encuentran en desgracia sin importar su pertenencia
religiosa, nacional o social, incluyendo desde los más pequeños hasta los de
mayor edad. Lo hicieron con valentía con el peligro de su propia vida, lo que
algunas han demostraron por el martirio.
Conscientes del
sufrimiento de tantas personas inocentes, las Hermanas de la Caridad pusieron
su propio convento de la calle Frankopanska 17 al servicio de salvar a los que
estaban en peligro, escondiendo a las madres perseguidas con sus hijos hasta su
partida a un lugar más seguro.
En esos tiempos
duros y peligrosos el Cardenal Stepinac, a pesar de todos sus numerosos
compromisos, con frecuencia salía al Hospital de los Hermanas de la Caridad
para visitar a los enfermos, para confesarlos y confortarlos. A veces se quedaba
varias horas y en una ocasión pasó todo el día desapercibido en los viñedos del
hospital en oración y pensando creando nuevos planes para salvar a las
personas.
A veces llamaba
temprano en la mañana y con voz decidida pedía que se reciba para revisación a
una cierta religiosa del Carmelo porque se sospechaba que tenía una enfermedad
peligrosa. A la hermana Bogoljuba le era enseguida claro de que se trataba y en
la mayor discreción preparaba un equipo médico y aseguraba una habitación de
hospital.
¿No son acaso todas
estas acciones del ejemplar Cardenal Stepinac prueba de que todo se hacía para
salvar a tantos perseguidos e infelices sin hacer diferencias debido a su
pertenencia religiosa o nacional?. ¿De donde tantas mentiras con las que se
ensucia su noble figura?
Con el advenimiento
del régimen comunista, cesó cualquier posibilidad de rescatar a los judíos en
peligro en el Hospital de las Hermanas de la Caridad y la administración del
hospital pasó a manos de las autoridades comunistas.
Las Hermanas de la
Caridad solo aparentemente administraban el hospital. Sufrieron severas
humillaciones y abusos hasta 1949. cuando les quitaron por la fuerza el
hospital y toda la tierra circundante. Todas las 95 hermanas, incluidas
ancianas enfermas, tuvieron que abandonar el hospital sin que se les permitiera
tomar nada. Y así hasta el día de hoy.
En esos tiempos
dificiles cayeron también como víctimas sangrientas Hermanas de la Caridad. En
el período entre 1944 y 1944 fueron asesinadas siete hermanas de la Caridad
como víctimas del régimen comunista, muertas por odio, por su fe y su amor a la
Iglesia y la nación.
Una de ellas fue la
hermana Blanda Stipetić, profesora y primera directora de la Escuela de
Enfermeras de las Hermanas de la Caridad en la calle Vinogradska. El 29 de
junio de 1945 por sentencia del Tribunal Militar del Comando de la ciudad de Zagreb
fue condenada a muerte y al otro día el 30 de junio fue llevada justamente
desde este hospital y fusilada a los 59 años de vida. El lugar de su
fusilamiento y su tumba hasta el día de hoy no son conocidos.
Lamentablemente en
el rágimen comunista tal fue el destino de todo el pueblo croata, a quien el
Cardenal Stepinac y las Hermanas de la Caridad, a lo largo de la historia, han
servido con honor y amor. Por eso, mal nos caen las mentiras que nos acusan de
matar en Jastrebarsko a los niños que cuidábamos con el mayor amor, rodeados de
una guardia partisana que, con bayonetas en sus rifles, seguía cada uno de
nuestros pasos.
Que estas palabras
mias sean un rayo de luz para revelar la verdad largamente oculta del
compromiso desinteresado del cardenal Stepinac, de los valientes médicos del
Hospital de la calle Vinogradska y de las sacrificadas Hermanas de la Caridad
para salvar a personas inocentes, cuya culpa en ese tiempo fatal era pertenecer
a su propio pueblo.
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