Monday, 5 August 2019


Palabras de la Superiora General de la Congregación de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul de Zagreb, madre Miroslava Bradica

Estimadas damas y señores

Es un honor y alegría para mí, en nombre de la Congregación de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul de Zagreb, el saludar sincera y cálidamente a todos los aquí presentes.

Con particular respeto saludo: al Presidente del Sabor Croata señor GORDAN JANDROKOVIĆ, al representante de la Presidente de la República de Croacia, dr TOMISLAV MADŽAR, al representante del Presidente del Gobierno y Ministro de Salud dr. MILAN KUJUNDŽIĆ, y al Alcalde de la ciudad de Zagreb MILAN BANDIĆ.

Saludo sinceramente al delegado de Su Eminencia el Señor Cardenal y Vicario General monseñor TOMISLAV SUBOTIČANEC, así como al Rector de la Universidad Católica de Croacia ŽELJKO TANJIĆ.

Saludo con respeto al Embajador del Estado de Israel en la República de Croacia magistar ILANA MORA, al Rabino LUCIANO MOŠE PRELEVIĆ representante de la comunidad judía en Zagreb, así como los demás funcionarios eclesiásticos y estatales.

Cordialmente saludo al director del hospital KBC „SESTRE MILOSRDNICE“ dr. Mario Zovak como anfitrión y al conjunto de su personal médico.

Con particular agradecimiento  deseo saludar al aquí presente señor MARKO DANON quien con su incansable trabajo investigativo con su equipo de diligentes médicos, nos condujo a esta celebración.

En este significativo momento histórico para la Congregación de las Hermanas de la Caridad, es mi satisfacción que finalmente se quitó el doloroso manto del silencio sobre la vida y noble actuar del ejemplar cardenal Alojzije Stepinac y de las Hermanas de la Caridad en su propio hospital en la calle Vinogradska y que finalmente se conoce la verdad en su verdadera luz.

Por eso agradezco de corazón a todos los que hicieron un gran esfuerzo para que con una investigación concienzuda acerca de la única verdad de los cuidados médicos y salvación de integrantes del pueblo judío, en lugar de tantas mentiras que se impusieron sobre el noble actuar del cardenal Stepinac, de las Hermanas de la Caridad y de todo el pueblo croata.

Creo que muchos de que a vosotros es conocido que este hospital lo construyeron las Hermanas de la Caridad en 1893 con gran renuncia material y sacrificio de las Hermanas. Las Hermanas de la Caridad fueron sus dueñas, hasta que apareció el régimen comunista, y conducían la totalidad de sus operaciones.

En ese tiempo, el Hospital de las Hermanas de la Caridad con sus 9 pabellones, numerosos departamentos adicionales, equipamiento médico de última generación y con sus 1155 camas, era conocido como el hospital más equipado de esta parte de Europa. Para lograr la mejor calidad de trabajo posible dentro del hospital, las hermanas abrieron en 1931 una Escuela de Enfermeras que tenía como objetivo una instrucción de calidad de las enfermeras, principalmente religiosas. Además de profesores médicos, tambien fue profesora de la Escuela de Enfermería la hermana Blanda Stipetić, primera directora de la Escuela.

El hospital se destacaba por su alto profesionalismo médico y por la calidad del trabajo de los médicos y de las enfermeras. Además del personal médico y otros, 152 Hermanas de la Caridad actuaban en el cuidado de los enfermos y una pequeña parte de religiosas trabajaba como personal auxiliar.
Junto a 52 médicos, numeroso personal en servicios auxiliares así como sacerdotes y confesores del hospital, las Hermanas de la Caridad tuvieron un importante equipo con altos principios morales dispuestos a soportar cualquier sacrificio en defensa de los valores humanos: la vida y la libertad.

En los más dificiles momentos de la Segunda Guerra Mundial y en los comienzos del régimen comunista el hospital era conducido por la extraordinariamente capaz y sabia religiosa de la Caridad la hermana Bogoljuba Jazvo, hasta ese entonces directora del Colegio Secundario Real para mujeres de la calle Savska. Estaba dotada de una gran capacidad organizativa, un espiritu fuerte y un sólido caracter. Más sobre ella y su trabajo puede leerse en el Catálogo impreso para esta ocasión.

Junto al Cardenal Stepinac y el resto del personal justamente a ella podemos considerar la persona central en salvar a los judíos vulnerables en el Hospital de las Hermanas de la Caridad durante la Segunda Guerra Mundial. Trabajó muy de cerca con el ejemplar Cardenal Stepinac y con su sabia conduccion del Hospital mediante la cooperación discreta con el personal médico, al precio de su propia vida y de la vida de numerosos médicos y enfermeras s ha contribuido al rescate de muchos inocentes perseguidos debido a su nacionalidad judía.

El propio Cardenal Stepinac fue el primero que llegó a la idea de que en el Hospital de las Hermanas de la Caridad, que era privada e independiente, y como tal, no estaba sujeto a registros policiales, ubicaran a muchos judíos quienes estaban en peligro, entre enfermos graves. Logró hacerlo con la cooperación extraordinaria de la administración del hospital y del equipo del hospital, que además de los valientes médicos, consistía principalmente en las Hermanas de la Caridad.

Para las Hermanas de la Caridad el hecho de salvar la vida de otros no era nada nuevo. Por su carisma y votos religiosos consagraron su vida a Dios y decidieron ayudar a todas las personas que se encuentran en desgracia sin importar su pertenencia religiosa, nacional o social, incluyendo desde los más pequeños hasta los de mayor edad. Lo hicieron con valentía con el peligro de su propia vida, lo que algunas han demostraron por el martirio.

Conscientes del sufrimiento de tantas personas inocentes, las Hermanas de la Caridad pusieron su propio convento de la calle Frankopanska 17 al servicio de salvar a los que estaban en peligro, escondiendo a las madres perseguidas con sus hijos hasta su partida a un lugar más seguro.

En esos tiempos duros y peligrosos el Cardenal Stepinac, a pesar de todos sus numerosos compromisos, con frecuencia salía al Hospital de los Hermanas de la Caridad para visitar a los enfermos, para confesarlos y confortarlos. A veces se quedaba varias horas y en una ocasión pasó todo el día desapercibido en los viñedos del hospital en oración y pensando creando nuevos planes para salvar a las personas.

A veces llamaba temprano en la mañana y con voz decidida pedía que se reciba para revisación a una cierta religiosa del Carmelo porque se sospechaba que tenía una enfermedad peligrosa. A la hermana Bogoljuba le era enseguida claro de que se trataba y en la mayor discreción preparaba un equipo médico y aseguraba una habitación de hospital.

¿No son acaso todas estas acciones del ejemplar Cardenal Stepinac prueba de que todo se hacía para salvar a tantos perseguidos e infelices sin hacer diferencias debido a su pertenencia religiosa o nacional?. ¿De donde tantas mentiras con las que se ensucia su noble figura?

Con el advenimiento del régimen comunista, cesó cualquier posibilidad de rescatar a los judíos en peligro en el Hospital de las Hermanas de la Caridad y la administración del hospital pasó a manos de las autoridades comunistas.

Las Hermanas de la Caridad solo aparentemente administraban el hospital. Sufrieron severas humillaciones y abusos hasta 1949. cuando les quitaron por la fuerza el hospital y toda la tierra circundante. Todas las 95 hermanas, incluidas ancianas enfermas, tuvieron que abandonar el hospital sin que se les permitiera tomar nada. Y así hasta el día de hoy.

En esos tiempos dificiles cayeron también como víctimas sangrientas Hermanas de la Caridad. En el período entre 1944 y 1944 fueron asesinadas siete hermanas de la Caridad como víctimas del régimen comunista, muertas por odio, por su fe y su amor a la Iglesia y la nación.

Una de ellas fue la hermana Blanda Stipetić, profesora y primera directora de la Escuela de Enfermeras de las Hermanas de la Caridad en la calle Vinogradska. El 29 de junio de 1945 por sentencia del Tribunal Militar del Comando de la ciudad de Zagreb fue condenada a muerte y al otro día el 30 de junio fue llevada justamente desde este hospital y fusilada a los 59 años de vida. El lugar de su fusilamiento y su tumba hasta el día de hoy no son conocidos.

Lamentablemente en el rágimen comunista tal fue el destino de todo el pueblo croata, a quien el Cardenal Stepinac y las Hermanas de la Caridad, a lo largo de la historia, han servido con honor y amor. Por eso, mal nos caen las mentiras que nos acusan de matar en Jastrebarsko a los niños que cuidábamos con el mayor amor, rodeados de una guardia partisana que, con bayonetas en sus rifles, seguía cada uno de nuestros pasos.

Que estas palabras mias sean un rayo de luz para revelar la verdad largamente oculta del compromiso desinteresado del cardenal Stepinac, de los valientes médicos del Hospital de la calle Vinogradska y de las sacrificadas Hermanas de la Caridad para salvar a personas inocentes, cuya culpa en ese tiempo fatal era pertenecer a su propio pueblo.




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