"Condenados a la libertad"
El derecho de la autodeterminación de los pueblos entre confrontaciones de los "halcones" y las "palomas" internacionales
Franjo Nevistic
"Croatian nationalism will not be easily disposed off by Tito, any more than it was by King Aleksander and his successors before World War I". En "Foreign Affairs", mes de julio de 1973, p. 754, artículo In Security and Cooperation: Yugoslavia and The Balkan, págs. 778-793, J. Campbell.
La actual situación internacional es confusa, agitada. Tanto la política como la económica y la militar. Para los observadores y los comentaristas internacionales resultaría sumamente interesante, incluso atractiva, si no llevara en sí también fuertes connotaciones trágicas.
En efecto, apenas se crearon las condiciones formales para apagar el fuego bélico en el Lejano Oriente, se reanudaron las luchas entre Israel y el mundo árabe. La tragedia de un punto del mundo sucede a la del otro. Todavía peor, porque esta vez el punto de crisis está situado en una parte del mundo mucho más peligrosa y explosiva donde se entrecruzan intereses de suma importancia para muchos.
Lo curioso de esta situación es el hecho de que los principales protagonistas en ambos casos son los mismos. Mientras las destrucciones, los sacrificios, los sufrimientos y la muerte recaen sobre el pueblo vietnamita, judío o árabe, respectivamente, especialmente sobre su juventud, detrás están Moscú y Washington. Armas destructoras, municiones, dinero y alimentos faltarían pronto a los beligerantes si las dos superpotencias mundiales se abstuviesen de proporcionárselos con un propósito firme y decidido.
La política de distensión internacional inaugurada por Washington y Moscú en el curso del año 1972 y que culminó con la paz de Vietnam, la admisión de la China comunista en las Naciones Unidas, y luego con una serie de arreglos en el sector europeo -Berlín y el problema alemán en general- con buenas perspectivas para la paz del mundo entero, había alentado a todos los que sinceramente aman la paz y tratan de eliminar la guerra como medio de desquites o arreglos entre los hombres o las naciones, considerándola por debajo de la naturaleza racional del hombre. Y, paradójicamente, mientras los principales negociadores de esta nueva política, artífices de la paz, recibían el Premio Nobel por su habilidad como negociadores y su actitud pacifista, justamente en ese preciso momento, estalló nuevamente la guerra en el Medio Oriente. Kissinger y Le Duc Tho, a pesar de sus risas joviales y la alegría por tan alta distinción internacional, no deben, no deberían sentir, por adentro una satisfacción completa. Est aliquid -hay algo- que trunca su sentimiento, por cierto humano, de triunfadores, algo que amarga, los hace inseguros e inquietos justamente en el momento de su triunfo formal. Su premio personal se ve disminuido, precario, casi ficticio, por el estallido de una nueva guerra en la Tierra Santa (al concluir este artículo llegó la noticia de que el vietnamés rechazaba el premio).
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