Francisco J. Orlich, primer presidente americano de origen croata
Ante Bonifacic, Chicago
Studia Croatica, Volumen 7-8, 1962
Los croatas aprenden en su historia nacional que hubo 27 grandes visires en el Imperio osmanlí durante su máximo apogeo, de origen y estirpe croata y que el croata era el idioma diplomático en la corte de Estambul. En la misma época Europa entera seguía con admiración y estremecimiento la lucha de los pueblos de la cuenca danubiana contra la penetración turca en Europa, y el Papa León X confirió también a los croatas el título de "Antemurale Christianitatis".
Este rasgo psicológico de dinamismo, impetuosidad, de inquebrantable lealtad y adhesión a las ideas, entraña, también la tragedia de los croatas desde su arribo al Mediterráneo en la temprana Edad Media. Fraccionados políticamente, divididos en el aspecto religioso, los croatas dieron a los vecinos sus genios más ilustres. Laurana fue maestro de Bramante, Julio Klovic "croata de Croacia", como solía firmar sus obras, fue protector del Greco joven. El maestro de Beethoven fue Franz Haydn, de quien no sólo los croatas sino también Hadow, célebre profesor de música de Oxford, afirman que era descendiente de los prófugos croatas en Burgenland (Austria). "Illustration Française" había publicado antes de la segunda guerra mundial, como "chronique scandaleuse", que el último rey y emperador apostólico de Austria era hijo ilegítimo del general y virrey de Croacia José Jelacic, y que en 1848 éste le salvó el trono a raíz de la rebelión de los patriotas húngaros en lugar de haberse proclamado rey de Croacia, conforme lo pedían y esperaban sus partidarios, incluso los de Bosnia, a la sazón gobernada por los turcos. Como premio los croatas recibieron lo que los húngaros como castigo: el absolutismo de la camarilla vienesa.
No es de extrañar, pues, que un poeta croata llegase a la conclusión de que "sors boni Croatae emigrare domo" (el destino del buen patriota croata es emigrar de su patria).
El pueblo croata, en posesión de la más hermosa costa en Europa, bordada por casi un millar de islas, cuya distancia a veces puede salvarse a nado, desde 852, cuando luchó contra los sarracenos en Italia salvando al Bizancio, y hasta hoy día, se cuenta entre los mejores pueblos marítimos. Como los fenicios, griegos, venecianos, ingleses, portugueses y españoles, los croatas surcaban los mares con sus barcos chicos y grandes. Argosy es el atributo de la nave más galana construida en los astilleros croatas. Miguel Pracat, mercader y naviero, preclaro hijo de la ciudad estado de Dubrovnik (Ragusa), cuyo lema era "Parva sed nostra", prestaba ducados a Carlos V.
El amor fanático de los croatas por su patria los mantuvo durante los siglos de lucha. Mientras que los godos y lombardos se volvieron italianos, y franceses, los francos, los croatas, ya a partir del siglo IX luchaban con Roma para salvaguardar el derecho al uso de su idioma nacional en los oficios litúrgicos, y siendo católicos muy combativos no renunciaron hasta el presente a ese derecho en las costas adriáticas y sobre todo en la isla de Krk, de donde es oriunda la familia de Francisco Orlich, primer presidente americano de origen croata. Los Papas concedieron a los croatas ese derecho después que, según la maliciosa anécdota del cronista y latinista croata Tomás Archidiácono, el Papa con sus propias manos había afeitado la barba al monje Zdeda, quien en su ingenuidad creyó que con ese acto era consagrado obispo.
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