La tierra de los “Vatreni”
Adriana Ivana Smajić
Hace unos días,
cuando todavía se estaba jugando el Mundial de Fútbol en Rusia, una amiga
argentina que está casada con un croata y vive en Croacia, me mandó un email al
que le puso como asunto: “Saludos desde la tierra de los Vatreni”. Al leerlo me dio la sensación que estaba diciendo que
me escribía desde la tierra de unos seres extraordinarios que son capaces de
hacer cosas increíbles. Y así era en realidad, pocos podían creer en esos días
que Croacia iba a disputar la final de la Copa del Mundo.
Para sorpresa del mundo entero, los “Vatreni” habían llegado a la final.
Así llaman en Croacia a la selección nacional de fútbol. La expresión fue
traducida al español por algunos como “los ardientes”, quizás podría ser
correcto, sin embargo a mi entender, más exacto es: “los de fuego”, ya que
“vatra” en croata significa fuego. Mi profesión de traductora y la experiencia,
me permiten asegurar que hay palabras y expresiones que si bien pueden tener
una traducción en otro idioma, a veces no se les puede encontrar la palabra
exacta que expresa su verdadero significado. Hay palabras que en el idioma
original tienen una fuerza que es difícil transmitirla en algún otro idioma, y
menos aún encontrar el equivalente exacto. Este sería justamente uno de esos
casos.
Pero el mundo no fue sorprendido por el solo hecho de que los “Vatreni”
hayan jugado la final de la Copa del Mundial de Fútbol. El mundo todavía no
puede entender que en la tierra de los “Vatreni” sus habitantes hayan festejado
de la manera que festejaron un segundo puesto. Croacia no sólo fue noticia por
haber estado en la final, sino también y casi en igual medida, por cómo recibió
a su selección. El majestuoso recibimiento comenzó apenas el avión con la
inscripción “Bravo Vatreni!”, que transportaba a la selección, ingresó al
espacio aéreo croata, ya que desde ese momento fue escoltado por dos aviones
cazas del ejército croata. Luego del aterrizaje, más de medio millón de croatas
saludaron a sus jugadores desde el aeropuerto de Zagreb hasta la plaza
principal Ban Jelačić en la que se congregaron más de 100.000 personas.
La final se había disputado el domingo, pero el lunes no sólo era
noticia el ganador: Croacia seguía siendo noticia. Los diarios argentinos
dedicaron casi la misma cantidad de páginas y fotos para ilustrar el festejo
francés y el croata. También los medios del mundo lo reflejaron así: “Ver a
todo el país tan unido por el deporte, ver a su pueblo tan envuelto en el
festejo y la felicidad luego de algo que se puede llamar una dura derrota,
saber que absolutamente todos a quienes encuentran en el camino no sólo saben
lo que sucedió, sino que aún están extasiados y consideran todo como un regalo
de Dios – eso es sencillamente inspirador”, escribió el periodista estadounidense
Jason Evangelho desde Zagreb en su informe para la revista Forbes.
Es evidente que el mundo no entendió el
festejo. Algunos trataron de explicarlo basados en que se trata de un país
joven: es independiente desde 1991, son sólo poco más de 4.000.0000 de
habitantes y es la primera vez que su selección de fútbol llega a la final de
un mundial. Todo eso es cierto y son justas y válidas razones para festejar.
Pero hay una razón primordial: Saber
festejar los logros. Eso es totalmente elogiable y es lo que tanto cuesta
entender. Estos muchachos no sólo perdieron un partido, este equipo es el
segundo mejor equipo de 32. Le ganó los partidos a las mayores potencias
futbolísticas del planeta, entre ellas a Argentina e Inglaterra y asimismo al
equipo local. Y eso hay que festejarlo.
También es cierto que en Croacia hubo
quienes tampoco entendieron la gran celebración o al menos no la vieron como un
hecho plausible. En ningún lugar todo es color de rosas. En la tierra de los
“Vatreni” también hay crisis, corrupción, desocupación y otros problemas. Pero
hay algo que es más fuerte que todo eso y es común a la inmensa mayoría: el ferviente amor a su patria, que es
difícil poder expresar con palabras. Eso se transmite sólo con hechos.
En varias oportunidades, amigos croatas
que nacieron y viven en Croacia me han dicho que los croatas y descendientes
que vivimos fuera de ese país, tenemos una mirada ciertamente romántica sobre
Croacia. Quizás tengan razón. Pero no es menos cierto que uno aprende a valorar
lo que tiene cuando deja de tenerlo o cuando lo tiene lejos. La tierra de los “Vatreni” no es perfecta,
pero enamora, sus habitantes tampoco lo son, pero esta vez le dieron una
lección al mundo.
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