Monday 19 December 2016

02 Irene Lukovich - Apuntes de Split - entrega 2

APUNTES DE SPLIT. PARTE 2
Por Irene Lukovich
Periodista

¿Siguen ahí queridos lectores? Genial: todavía tengo muchas más cosas de Croacia para contarles.

Promediaba abril cuando el clima empezó a cambiar y todos los alumnos, uno a uno, caímos enfermos. Algunos tuvieron la suerte de padecer sólo resfríos fuertes y otros se engriparon horrible. Yo pensaba que iba a sortear ese destino pero me equivoqué: un día, como quien no quiere la cosa, me empezó a doler todo. Dio la casualidad que ese día era, justamente, domingo; así que aprovecho para recomendarles que eviten enfermarse un domingo en Split: no hay una sola farmacia abierta. Por fortuna mi amiga Maja es croata de pura cepa y, a sabiendas de la situación, me alcanzó desde su casa un antigripal que empecé a tomar cada 6 horas. Pero mi salud no mejoraba y después de 10 días de acumular congestión empecé con una tos digna de un señor gordo afecto al tabaco y al alcohol. Llegué al límite de resistencia cuando la vecina de abajo –a la sazón dueña del departamento en el que yo vivía- me envió el siguiente mensaje de texto, en inglés: “Dear Irene, te escuché toser anoche. Deberías ir al médico”. Y la verdad es que tenía razón, así que llamé al seguro de salud, que enseguida me asignó al otorrino en cuestión. Y la visita médica, como todo en Croacia, resultó una experiencia particular. Lo primero que me encantó fue que el encargado de abrirme la puerta del consultorio fuera el mismo médico: alto, un poco desgarbado y muy sonriente, usaba sobre su frente a modo de vincha ese espejito que usan en algunas especialidades para reflejar la luz en los pacientes. (Ya busco el nombre para mencionarlo con el término correcto…. se llama “espejo frontal” –sí, evidente-.) A esa altura del cuatrimestre ya podía al menos saludar en croata y dio la casualidad de que el médico planeaba para 2017 una visita a la Argentina, así que mientras me sonaba la nariz sin parar charlábamos del itinerario que tenía planeado. Luego de revisar garganta, nariz y oídos el diagnóstico fue contundente: sinusitis. Pero lo mejor sucedió cuando el médico quiso comprobar qué tan bien podía escuchar. ¿Batería de exámenes de alta complejidad? ¿Onerosas audiometrías? Nada de eso. Lógica pura: se sentó a unos 3 o 4 metros de donde yo estaba, se cubrió la boca con un cuaderno y en un susurro me preguntó: “What´s your name?” “How old are you?” Y puedo repetirlo porque lo escuché, y le respondí. Y entonces no hizo falta ningún estudio más. Tal vez les parezca una pavada, pero para mí la ausencia de secretarias, formularios y estudios complementarios me pareció un maravilloso regreso a lo esencial, una vuelta a la infancia, a un mundo más simple. En este caso hablamos de una consulta médica, pero se trata de una de las características que más me gusta de Croacia y su gente: la falta de artificio. Una cualidad que, acaso por estar en peligro de extinción, aprecio cada vez más. En fin, la consulta médica terminó con una orden de antibióticos y, literalmente, un beso en la frente. De más está decirles que apenas puse un pie en la vereda ya me sentía muchísimo mejor.

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