El sistema tributario argentino y los pecados capitales
Jorge GebhardtEstudio Aguirre Saravia & Gebhardt
Nuestro ya conocido Profesor Jorge Naif estaba preparando una clase especial para uno de los Posgrados en Tributación a su cargo; debía ocuparse de las características del sistema tributario argentino; dada la importancia del tema, calculaba que podría ser motivo de importante controversia con sus más connotados alumnos. Llevaba largas horas de análisis hasta que el sueño lo venció.
En ese estado, recordaba su reciente paso por el Museo del Prado, en Madrid, ciudad que había visitado luego de concurrir a un Congreso de su especialidad.
Ya dentro del Museo, recordó su encuentro con otro notable Profesor, Carlos Newhouses, quien le había contado que, como era su costumbre, había prescindido de adquirir la guía con audio, dado su elevado costo, pero que justo se había topado con un contingente guiado por un experto en arte y aprovechó la explicación gratuita. El experto, por supuesto era español y a Carlos le llamaba la atención la forma que tenía de utilizar el idioma castellano, dado que, además de su acento, el guía luego de decir el nombre y apellido del artista agregaba su sobrenombre marcando sensiblemente las comas en su hablar.
Allí se encontró con una obra deslumbrante: La Mesa de los pecados capitales, del pintor holandés Hieronymus Bosch, “El Bosco”. Esa obra gótica fue atribuída a los inicios del afamado artista.
Naif comenzó en su sueño a mezclar la impresionante obra con el sistema tributario argentino y anotaba:
-Gula: la identificaba con el apetito fiscal por gravar todo el consumo con el IVA, Ingresos Brutos y Tasas Municipales y por ende su potencialidad recaudatoria; sumaba a ello, los tremendos importes que el fisco no devuelve a los exportadores ni a los demás contribuyentes que acumulan significativos saldos a favor, desvalorizados por la inflación, conducta magnificada por las Provincias hacia sus propios contribuyentes.
-Avaricia: la vio representada en las contribuciones de la seguridad social; hoy el tributo de mayor recaudación de la AFIP y los magros ingresos que perciben los jubilados.
-Pereza: inmediatamente asoció el pecado con el impuesto a los débitos y créditos bancarios; allí el Estado sin hacer prácticamente ningún esfuerzo recaudatorio tiene uno de los tributos que mayores recursos le provee.
-Ira: representada por el impuesto a las ganancias; en doble forma: enojo por ser el tributo más complejo y a la vez por ostentar un indecoroso tercer puesto en la estadística de recaudación, pese a no estar permitido el ajuste por inflación para las empresas ni aumentarse el mínimo no imponible para los empleados y autónomos.
-Envidia: halló allí representado al impuesto sobre los bienes personales. Sí, ése que pretende ser aplicado a los ricos, a las grandes fortunas, pero no pasa del 1,3% promedio de la recaudación total de la AFIP. En el sueño aparecía el grandilocuente impuesto a la transmisión gratuita de bienes de la Provincia de Buenos Aires, de mínima recaudación pese a tan portentoso nombre.
-Lujuria: allí estaba...¡qué bien escondida!; era la inflación, ése impuesto sin ley ni debate parlamentario; ese engaño al pueblo que cuando consigue un aumento de sus sueldos los precios ya lo han devorado prontamente. Qué difícil sería explicarle a los alumnos el funcionamiento de un estado de derecho y el de uno de sus principales tributos, sin ley que lo permita...
-Soberbia: la asimiló a los derechos de exportación, más conocidos como las retenciones; efectivamente, otro abuso de unitarismo cuando la Constitución Nacional proclama el federalismo... En su sueño, el Profesor recordaba la parte de la mesa dedicada a este pecado capital: una mujer en un interior, vestida íntegramente de negro, con pequeños objetos de uso cotidiano; se mira ensimismada en un espejo que hay en un armario, sostenido por un demonio...
En la parte superior de la mesa hay una inscripción en latín, que proviene del Deuteronomio, cap. 32:
“Porque esa gente ha perdido el juicio y carece de inteligencia. Si fueran sensatos entenderían estas cosas, comprenderían la suerte que les espera”.
Hasta que el Profesor despertó sobresaltado por un ruido atronador que entraba por las ventanas de su departamento, cercano al Obelisco.
CP Jorge Gebhardt
Director
Departamento de Impuestos
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