Saturday, 7 January 2012

El Pegaso enfrenado: Contrastes y esperanzas en las literaturas de Yugoslavia (1964)

El Pegaso enfrenado:

Contrastes y esperanzas en las literaturas de Yugoslavia
Gojko Boric, Colonia, Alemania Occidental
Studia Croatica, Año V, Buenos Aires, 1964, N° 14-15

El destino de las letras de pueblos pequeños es de permanecer escasamente conocidas. Los creadores literarios de tales pueblos suelen aparecer tardíamente en el mercado de la "producción" literaria. Además, entre las literaturas eslavas, poco interés se presta a las letras de los pueblos sureslavos. Recién un acontecimiento casual y espectacular como la adjudicación del premio Nobel a Ivo Andric, atrajo la atención de editores y lectores en ciertos países que hasta el presente se desinteresaron de la literatura moderna de los pueblos de Yugoslavia, rica en su variedad temática y compleja en su enfoque de los problemas artísticos y humanos en condiciones complicadas y contrastantes.

Por ello, importa señalar unas cuantas verdades fundamentales sobre el mosaico político, cultural y nacional que por razones varias y de modo superficial suele denominarse como el "Sudeste eslavo".

Sin adentrarnos en las polémicas nacionalistas, que siguen bullendo bajo el manto aparentemente tranquilo de la dictadura de Tito, no pueden dejarse de lado las diferencias substanciales de los pueblos que integran el conglomerado plurinacional de Yugoslavia. En ese complejo de diferencias reviste capital importancia el hecho de que la frontera entre las dos culturas europeas específicas, la occidental y la oriental (bizantino-rusa) separa a los dos pueblos mayoritarios de Yugoslavia, el croata y el serbio. Aquí deben añadirse las diferencias del proceso histórico, de tradiciones, del grado y la clase de la civilización respectiva, como asimismo los conflictos pasados justificados o no, etc. Por dichas razones cabe hablar por separado de la literatura croata y de la literatura serbia (pese a la similitud idiomática), lo que los extranjeros no toman debidamente en cuenta. Pues, los representantes oficiales yugoslavos tratan de borrar y ocultar esas diferencias frente al extranjero, por motivos políticos. Idéntica posición se manifiesta últimamente y con frecuencia en la política cultural interna, a lo que nos referiremos más adelante.

Mirada retrospectiva con y sin ira

En una reunión de escritores yugoslavos, Miroslav Krleza[1], líder de los escritores marxistas croatas, reconvino a sus jóvenes colegas rebeldes en estos términos:

"El papel del Partido Comunista durante los tres últimos decenios, con toda una serie de pronósticos, resultó ser el único real. Previendo con toda claridad que indefectiblemente se produciría la quiebra de la superestructura burguesa, el Partido Comunista creó las condiciones previas para poder, en circunstancias sumamente difíciles, entablar la lucha que en su última consecuencia condujo al hecho consumado dentro del cual estamos todos aquí, en esta sesión plenaria, sentados y deliberando. Sin esa política del Partido Comunista y sin ese hecho político consumado hoy no estaríamos aquí, ni se realizaría esta sesión plenaria".

En esta advertencia amenazante hay mucha verdad cruda. La llegada de los comunistas al poder significó en muchísimos casos la ruptura total con el pasado, si bien su predominio no se debe exclusivamente a la victoria bélica, sino que fue preparado entre las dos guerras.

Sin embargo, no era posible liquidar de golpe los "criterios perimidos" de la mayor parte de los intelectuales croatas sin recurrir a las medidas de represión brutal. La época stalinista de 1945 a 1948 abunda en ejemplos del exterminio más vulgar, tanto de instituciones culturales como de individuos no comunistas.

Junto con el aluvión de los "vencedores" guerrilleros comunistas, regresaron de los bosques aquellos rarísimos "trabajadores culturales" y "artísticas populares", que se habían unido a las huestes de Tito. Ocuparon a su regreso los puestos directivos en la vida cultural. La prestigiosa publicación literaria croata Hrvatska Revija (Nº 4, 1955, Buenos Aires) detalla en su edición jubilar varias decenas de hombres de letras, artes y ciencias de Croacia que tuvieron que pagar con su vida su anticomunismo. Una parte de los intelectuales simpatizantes esperaba entre bastidores, pero la mayor parte temblaba ante la prohibición de trabajar, la persecución y la muerte violenta. Citaremos a los más destacados: profesor Kerubin Segvic, escritor e historiador; Dr. Albert Haller, crítico literario: Dr. Mile Budak, conocido novelista; Dr. Ivo Guberina, historiador; Dr. Julio Makanec, profesor de filosofía; Gabriel Cvitan, joven poeta; Andrija Radoslav Bauerov-Glavas, joven crítico literario; Marijan Matijasevic, poeta; monseñor Dr. Janko Simrak, historiador y teólogo; Branko Klaric, poeta; Vinko Kos, poeta; Zlatko Milkovic, novelista; Milivoj Magdic, publicista; Daniel Uvanovic, periodista y científico; Tijas Mortigjija, publicista y profesor universitario; Vilim Peros, periodista; Vjekoslav Blaskov, sindicalista; Ilija Jakovljevic, escritor, y muchos otros, menos conocidos pero valiosos e indispensables para el quehacer cultural de la nación croata. Se calcula que en la sombría Tragedia de Bleiburg, cuando Tito con la ayuda británica se apoderó de cerca de 300.000 croatas, soldados desarmados y civiles, que huían ante los comunistas, perecieron de 5 a 8.000 intelectuales, lo que para una nación de unos 6 millones de habitantes constituye una tragedia de grandes dimensiones, irreparable por decenios.

En esos años adversos suben al primer plano de la "vida cultural" los que antes portaban ametralladoras; los que antes no pudieron sobresalir en una justa competencia, por carecer de talento y de calificaciones. Ahora se volvieron dictatoriales, en un terreno donde no cabe la dictadura. Cuán anormal era esa situación lo ilustra el hecho de que en aquel entonces tuvo que guardar silencio el mismo Krleza, el más destacado escritor marxista del Oriente comunista entero, en opinión de Elías Ehrenburg.

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